/ miércoles 6 de marzo de 2019

A doble Espacio


Hay palabras que se ponen de moda, pero nunca había yo sido testigo del acelerado abuso y desgaste de la palabra “tema”.

Hay personas que la pronuncian prácticamente en cada frase, especialmente los políticos, quienes son los más proclives a imitar el lenguaje de sus superiores. Fue el caso del término “problemática” en tiempos de Luis Echeverría.

Es tal el desgaste que está sufriendo la palabra, que se aparece en los noticieros, las entrevistas, las redacciones y las conversaciones de cualquier índole, como si ese término no tuviera sinónimos incluso más precisos.

Además, la mayoría de las veces es totalmente prescindible, no hace falta. Es entonces cuando la palabra se convierte e una simple muletilla engorrosa y repetitiva.

Mi amigo, el escritor Jaime Muñoz Vargas, refirió que el colmo fue cuando un político dijo acerca de otra persona que “había sufrido un tema de cáncer”. No sufrió cáncer, debemos entender, porque quizá solamente se puso a estudiar esa enfermedad y sufrió al hacerlo, es decir, “sufrió el tema”.

Yo sufro la excesiva recurrencia de la palabreja. Ya para todo hay un “tema”. ¿Cómo serán las declaraciones de amor en la actualidad? “—Tengo que decirte que el tema de nuestro futuro es un tema que abordaré, para que aceptes el tema de un noviazgo; pero el tema es que sea conmigo, porque si el tema es una respuesta afirmativa, ya habremos resuelto un tema muy importante. ¿Qué dices del tema?”. Bueno, ya no hablemos de ese tema.

¿Le parece excesivo? Nada más póngase a escuchar con cuidado, no en automático cualquier charle, especialmente entre políticos, y verá que no hay exageración en lo que digo. Muchos, sin la palabra “tema”, se quedarían prácticamente mudos.




Hay palabras que se ponen de moda, pero nunca había yo sido testigo del acelerado abuso y desgaste de la palabra “tema”.

Hay personas que la pronuncian prácticamente en cada frase, especialmente los políticos, quienes son los más proclives a imitar el lenguaje de sus superiores. Fue el caso del término “problemática” en tiempos de Luis Echeverría.

Es tal el desgaste que está sufriendo la palabra, que se aparece en los noticieros, las entrevistas, las redacciones y las conversaciones de cualquier índole, como si ese término no tuviera sinónimos incluso más precisos.

Además, la mayoría de las veces es totalmente prescindible, no hace falta. Es entonces cuando la palabra se convierte e una simple muletilla engorrosa y repetitiva.

Mi amigo, el escritor Jaime Muñoz Vargas, refirió que el colmo fue cuando un político dijo acerca de otra persona que “había sufrido un tema de cáncer”. No sufrió cáncer, debemos entender, porque quizá solamente se puso a estudiar esa enfermedad y sufrió al hacerlo, es decir, “sufrió el tema”.

Yo sufro la excesiva recurrencia de la palabreja. Ya para todo hay un “tema”. ¿Cómo serán las declaraciones de amor en la actualidad? “—Tengo que decirte que el tema de nuestro futuro es un tema que abordaré, para que aceptes el tema de un noviazgo; pero el tema es que sea conmigo, porque si el tema es una respuesta afirmativa, ya habremos resuelto un tema muy importante. ¿Qué dices del tema?”. Bueno, ya no hablemos de ese tema.

¿Le parece excesivo? Nada más póngase a escuchar con cuidado, no en automático cualquier charle, especialmente entre políticos, y verá que no hay exageración en lo que digo. Muchos, sin la palabra “tema”, se quedarían prácticamente mudos.