/ martes 5 de julio de 2022

Carrereando la chuleta | Hay algo peor que los muros

Nuevamente Estados Unidos vuelve a ser escenario de una situación espantosa. Yo no sé si es por los años que tengo y que ya no me cuezo al primer hervor, o por la naturaleza de los acontecimientos mundiales que vemos a través de las redes sociales, pero ocurren cosas realmente preocupantes, bueno, de las que nos enteramos. Hoy un sujeto agarró un rifle, se puso arriba del techo de una tienda y disparó contra un grupo de personas, familias que venían en un desfile; líneas preliminares indican que había seis muertos y más de 20 heridos.

Hace tan solo un par de semanas la noticia del tráiler lleno de migrantes nos hizo ver la cruda realidad de lo que llega ocurrir cuando se juntan la necesidad, el hambre, una política migratoria complicada, y la generalizada idea de que “irse pa´l norte” es la única salida, la única opción para aspirar a una vida digna; no siempre es así.

Y es que se suponía que el sueño americano era eso, un lugar en donde encontrarías un sistema económico diseñado para el que le gusta trabajar –y ganar y vivir bien por ello– lo pudiera hacer, porque a veces por acá nomás se trabaja, y mucho, pero lo segundo raramente sucede. Y era un poco como el matrimonio en donde se vive “felices para siempre”, sin limitaciones económicas, en un ambiente seguro, agradable, y tal vez los ciudadanos americanos sí vivan así desde que nacen, pero para los que llegan como inmigrantes no es tan fácil. Europa tampoco se salva, recientemente se supo del tiroteo en un centro comercial de Dinamarca.

Así que eso del sueño americano ya no cuadra, y tal vez antes, cuando éramos menos seres humanos en la tierra, había más y mejores oportunidades, pero no ahora, pues aunque sean economías mucho más fuertes que la nuestra, aunque haya más desarrollo, también tienen problemas muy serios, y este tipo de violencia es uno de ellos.

Claro que nosotros, como país, no tenemos calidad moral para juzgar o espantarnos. Aquí asesinan mujeres todos los días, el narcotráfico hace y deshace a su antojo, y ya no importa la hora o el lugar, si a un chingado chamaco no se le da la gana trabajar pues agarra una navaja o consigue una pistola y asalta al primer pelado que se le cruce, aunque sea para quitarle los 20 pesos que traía para el pasaje, total, difícilmente lo van a detener y si eso sucede lo más seguro es que lo suelten. Malamente nos estamos acostumbrando a los cadáveres tirados en la calle, pero querido lector, eso no es normal en ningún rincón de la tierra.

Pero volvamos a los vecinos del norte y a su “gran oferta”. Cierto es que, sobre todo hace unos años, quienes lograban pasar a Estados Unidos, al poco tiempo comenzaban a mandar valiosísimos dólares a su familia, que finalmente eran gastados en su natal país, por lo que también contribuían ala economía nacional, pero insisto, esto ya no es así de fácil, y eso sin meternos en los problemas familiares que derivaban de esas fracturas, porque a veces el señor ya no regresaba, iniciaba otra familia, o los que se acostumbraban a recibir pues ya no querían trabajar, pero ese es otro cuento.

Leía el caso de tres hermanos que buscaban ese sueño americano y que perdieron la vida en el tráiler de Texas, se cree que cada uno pagó alrededor de 7 mil pesos para que los cruzaran por la frontera en la zona de Texas. El sueño que buscaban era ganar dinero para montar un taller de calzado, pues a eso se dedicaban. Entre los tres juntaron 15 mil dólares. Eso en moneda nacional son 300 mil pesos, una muy buena cantidad para pensar en otra opción. Los tres fallecieron.

Y es justo lo que importa ahora, el realmente pensar qué capacidad tenemos de crear nuestro propio sueño, acá, en nuestra tierra, sin arriesgarnos a perder la vida en la caja de un tráiler o en un tiroteo, pero más vale que nos apuremos a construir esa realidad en donde estamos anhelando vivir.

Es triste cuando escucho aquello de “¿cuánto cuesta educar a un mexicano y hacer que trabaje, sea responsable y se comporte? Sólo deja que cruce la frontera”. Y tal vez esa frontera es más mental que física, tal vez no hemos encontrado cómo encausar nuestro ingenio, inteligencia, nuestras ganas de salir adelante. Si lo que necesitamos es que alguien nos lo exija, seamos nosotros mismos ese alguien, y exijamos a la autoridad las condiciones que nos merecemos para desarrollarnos: seguridad, una economía estable, rumbo, planes a largo plazo; pero a la par exijámonos a nosotros mismos el ser puntuales, el no tirar basura, el comportarnos, el respetar las leyes, al vecino, el no hacer transas, el no querer ser “los vivos” en perjuicio de alguien más… y sí, a veces parece más fácil cruzar una frontera que quitarnos los muros mentales. Lo tenemos todo, recursos, ingenio, ganas de trabajar… ¿qué nos estará faltando?

Agradezco sus comentarios rgonzález@diariodelsur.com.mxsiempre es un gusto poderles leer.

Nuevamente Estados Unidos vuelve a ser escenario de una situación espantosa. Yo no sé si es por los años que tengo y que ya no me cuezo al primer hervor, o por la naturaleza de los acontecimientos mundiales que vemos a través de las redes sociales, pero ocurren cosas realmente preocupantes, bueno, de las que nos enteramos. Hoy un sujeto agarró un rifle, se puso arriba del techo de una tienda y disparó contra un grupo de personas, familias que venían en un desfile; líneas preliminares indican que había seis muertos y más de 20 heridos.

Hace tan solo un par de semanas la noticia del tráiler lleno de migrantes nos hizo ver la cruda realidad de lo que llega ocurrir cuando se juntan la necesidad, el hambre, una política migratoria complicada, y la generalizada idea de que “irse pa´l norte” es la única salida, la única opción para aspirar a una vida digna; no siempre es así.

Y es que se suponía que el sueño americano era eso, un lugar en donde encontrarías un sistema económico diseñado para el que le gusta trabajar –y ganar y vivir bien por ello– lo pudiera hacer, porque a veces por acá nomás se trabaja, y mucho, pero lo segundo raramente sucede. Y era un poco como el matrimonio en donde se vive “felices para siempre”, sin limitaciones económicas, en un ambiente seguro, agradable, y tal vez los ciudadanos americanos sí vivan así desde que nacen, pero para los que llegan como inmigrantes no es tan fácil. Europa tampoco se salva, recientemente se supo del tiroteo en un centro comercial de Dinamarca.

Así que eso del sueño americano ya no cuadra, y tal vez antes, cuando éramos menos seres humanos en la tierra, había más y mejores oportunidades, pero no ahora, pues aunque sean economías mucho más fuertes que la nuestra, aunque haya más desarrollo, también tienen problemas muy serios, y este tipo de violencia es uno de ellos.

Claro que nosotros, como país, no tenemos calidad moral para juzgar o espantarnos. Aquí asesinan mujeres todos los días, el narcotráfico hace y deshace a su antojo, y ya no importa la hora o el lugar, si a un chingado chamaco no se le da la gana trabajar pues agarra una navaja o consigue una pistola y asalta al primer pelado que se le cruce, aunque sea para quitarle los 20 pesos que traía para el pasaje, total, difícilmente lo van a detener y si eso sucede lo más seguro es que lo suelten. Malamente nos estamos acostumbrando a los cadáveres tirados en la calle, pero querido lector, eso no es normal en ningún rincón de la tierra.

Pero volvamos a los vecinos del norte y a su “gran oferta”. Cierto es que, sobre todo hace unos años, quienes lograban pasar a Estados Unidos, al poco tiempo comenzaban a mandar valiosísimos dólares a su familia, que finalmente eran gastados en su natal país, por lo que también contribuían ala economía nacional, pero insisto, esto ya no es así de fácil, y eso sin meternos en los problemas familiares que derivaban de esas fracturas, porque a veces el señor ya no regresaba, iniciaba otra familia, o los que se acostumbraban a recibir pues ya no querían trabajar, pero ese es otro cuento.

Leía el caso de tres hermanos que buscaban ese sueño americano y que perdieron la vida en el tráiler de Texas, se cree que cada uno pagó alrededor de 7 mil pesos para que los cruzaran por la frontera en la zona de Texas. El sueño que buscaban era ganar dinero para montar un taller de calzado, pues a eso se dedicaban. Entre los tres juntaron 15 mil dólares. Eso en moneda nacional son 300 mil pesos, una muy buena cantidad para pensar en otra opción. Los tres fallecieron.

Y es justo lo que importa ahora, el realmente pensar qué capacidad tenemos de crear nuestro propio sueño, acá, en nuestra tierra, sin arriesgarnos a perder la vida en la caja de un tráiler o en un tiroteo, pero más vale que nos apuremos a construir esa realidad en donde estamos anhelando vivir.

Es triste cuando escucho aquello de “¿cuánto cuesta educar a un mexicano y hacer que trabaje, sea responsable y se comporte? Sólo deja que cruce la frontera”. Y tal vez esa frontera es más mental que física, tal vez no hemos encontrado cómo encausar nuestro ingenio, inteligencia, nuestras ganas de salir adelante. Si lo que necesitamos es que alguien nos lo exija, seamos nosotros mismos ese alguien, y exijamos a la autoridad las condiciones que nos merecemos para desarrollarnos: seguridad, una economía estable, rumbo, planes a largo plazo; pero a la par exijámonos a nosotros mismos el ser puntuales, el no tirar basura, el comportarnos, el respetar las leyes, al vecino, el no hacer transas, el no querer ser “los vivos” en perjuicio de alguien más… y sí, a veces parece más fácil cruzar una frontera que quitarnos los muros mentales. Lo tenemos todo, recursos, ingenio, ganas de trabajar… ¿qué nos estará faltando?

Agradezco sus comentarios rgonzález@diariodelsur.com.mxsiempre es un gusto poderles leer.