/ viernes 3 de abril de 2020

Carrereando La Chuleta: Malabares

La filósofa de Xochiltepec tenía una vecinaque seguido iba a contarle sus penas, una joven mujer, que a mis nueve años meparecía muy bonita y por eso iba y me sentaba donde podía para verla mientrashablaba, aunque las más de las veces el asunto terminaba en lágrimas.

Con ocho criaturas se imaginará que laretahíla de problemas no tenía fin. Cuando no era que el bebé tenía muchoreflujo y casi se le ahogaba la noche anterior, era que al de la secundaria lohabían suspendido porque lo encontraron fumando y no precisamente cigarros oque a la chamaca se le había caído el caldo caliente encima y se había quemado,o que ese día no tenía para la leche, el siguiente no le alcanzaba para losfrijoles o las tortillas.

Es la realidad de muchas mujeres, solas ono, que le tienen que entrar a los problemas diarios, resolverlos en elmomento, como se pueda y con lo que se tenga. Algo así sucede en mi país,aunque en lugar de ocho hijos tiene miles y miles; problemas no se diga.

Ni siquiera hemos empezado con la etapacrítica del coronavirus (que yo espero no lleguemos), pero los otros problemasno es que nos hayan dado tregua para que pudiéramos atender ese. Me acuerdocuando la vecina traía un bebé en brazos y lanzaba un grito porque otro de loschiquitos se caía de cabeza del sillón al que se había trepado, así estamosnosotros.

Este mes que terminó, pandemia o no,cuarentena o no, fue el mes más violento de que se haya tenido registros en elpaís, más de 2,500 víctimas de asesinato, entre las que se encuentranactivistas ambientales, sociales, por supuesto cientos de mujeres. En apenassiete días asesinaron a tres: Paulina Gómez, “guardiana del territorio sagradode Wirikuta y amiga del pueblo wixárika”; Isaac Medardo Herrera, abogado yactivista morelense y hace unos días Karla Valentina Camarena, que dedicó buenaparte de su vida al reconocimiento de la identidad (puede uno estar de acuerdoo no en su ideología, pero ¿por qué asesinarla?).

¿Qué da más miedo? Todo, así como la pobremuchacha lloraba porque el más grande se le andaba perdiendo en las drogas,igual lloraba porque el más chico no tenía ni ropa. Así nosotros, no sabemos aqué le corremos más, a las balas o al virus.

Justo el sábado pasado, cuando el gobiernoFederal hiciera un llamado a que los ciudadanos se quedaran en su casa, matarona 102 personas, por cierto, algunas en su propia casa. El domingo nomás fueron98, el martes el tablero fue: 1 por Covid-19, 80 por asesinato.

Igual que a la desolada muchacha, a mítambién a veces me dan ganas de sentarme a llorar, porque a eso vamos a tenerque sumarle la crisis económica que nos espera. ¿Qué se va a atender primero?Al que cayó y se rompió la cabeza, al que se tragó una pila, al que embarazó ala novia de 14 años, a la que se quemó el brazo con agua hirviendo, a la quellora de hambre, al que está rozado porque a falta de pañales no se locambiamos.

Tenemos 500 diputados federales más 128senadores, es decir, un montón de cabezas que cobran –y rebien– que deberíanestar pensando cómo pueden abonar ellos con su trabajo a que esto comience atener un orden mínimo; un montón de secretarios con asesores, súper asesores ehiperasesores que cobran como si en realidad solucionaran algo y las respuestasparecen no llegar de ningún lado.

Claro que uno tiene que poner su granito ola playa completa que le toca, pero unos dicen que es de un modo, otros que asíno, nos seguimos desgarrando las vestiduras por defender ideologías o personas,cuando ya va siendo hora de que todos veamos un mismo país, porque igualito quea la muchacha, conforme pase el tiempo, los problemas sólo se van a hacer másgrandes y más difíciles de resolver. Hasta para hacer malabares hay que tenertalento, ya es tiempo de demostrarlo.


Comentarios y mentadas a ronay.mx@gmail.comTodo es bienvenido.

La filósofa de Xochiltepec tenía una vecinaque seguido iba a contarle sus penas, una joven mujer, que a mis nueve años meparecía muy bonita y por eso iba y me sentaba donde podía para verla mientrashablaba, aunque las más de las veces el asunto terminaba en lágrimas.

Con ocho criaturas se imaginará que laretahíla de problemas no tenía fin. Cuando no era que el bebé tenía muchoreflujo y casi se le ahogaba la noche anterior, era que al de la secundaria lohabían suspendido porque lo encontraron fumando y no precisamente cigarros oque a la chamaca se le había caído el caldo caliente encima y se había quemado,o que ese día no tenía para la leche, el siguiente no le alcanzaba para losfrijoles o las tortillas.

Es la realidad de muchas mujeres, solas ono, que le tienen que entrar a los problemas diarios, resolverlos en elmomento, como se pueda y con lo que se tenga. Algo así sucede en mi país,aunque en lugar de ocho hijos tiene miles y miles; problemas no se diga.

Ni siquiera hemos empezado con la etapacrítica del coronavirus (que yo espero no lleguemos), pero los otros problemasno es que nos hayan dado tregua para que pudiéramos atender ese. Me acuerdocuando la vecina traía un bebé en brazos y lanzaba un grito porque otro de loschiquitos se caía de cabeza del sillón al que se había trepado, así estamosnosotros.

Este mes que terminó, pandemia o no,cuarentena o no, fue el mes más violento de que se haya tenido registros en elpaís, más de 2,500 víctimas de asesinato, entre las que se encuentranactivistas ambientales, sociales, por supuesto cientos de mujeres. En apenassiete días asesinaron a tres: Paulina Gómez, “guardiana del territorio sagradode Wirikuta y amiga del pueblo wixárika”; Isaac Medardo Herrera, abogado yactivista morelense y hace unos días Karla Valentina Camarena, que dedicó buenaparte de su vida al reconocimiento de la identidad (puede uno estar de acuerdoo no en su ideología, pero ¿por qué asesinarla?).

¿Qué da más miedo? Todo, así como la pobremuchacha lloraba porque el más grande se le andaba perdiendo en las drogas,igual lloraba porque el más chico no tenía ni ropa. Así nosotros, no sabemos aqué le corremos más, a las balas o al virus.

Justo el sábado pasado, cuando el gobiernoFederal hiciera un llamado a que los ciudadanos se quedaran en su casa, matarona 102 personas, por cierto, algunas en su propia casa. El domingo nomás fueron98, el martes el tablero fue: 1 por Covid-19, 80 por asesinato.

Igual que a la desolada muchacha, a mítambién a veces me dan ganas de sentarme a llorar, porque a eso vamos a tenerque sumarle la crisis económica que nos espera. ¿Qué se va a atender primero?Al que cayó y se rompió la cabeza, al que se tragó una pila, al que embarazó ala novia de 14 años, a la que se quemó el brazo con agua hirviendo, a la quellora de hambre, al que está rozado porque a falta de pañales no se locambiamos.

Tenemos 500 diputados federales más 128senadores, es decir, un montón de cabezas que cobran –y rebien– que deberíanestar pensando cómo pueden abonar ellos con su trabajo a que esto comience atener un orden mínimo; un montón de secretarios con asesores, súper asesores ehiperasesores que cobran como si en realidad solucionaran algo y las respuestasparecen no llegar de ningún lado.

Claro que uno tiene que poner su granito ola playa completa que le toca, pero unos dicen que es de un modo, otros que asíno, nos seguimos desgarrando las vestiduras por defender ideologías o personas,cuando ya va siendo hora de que todos veamos un mismo país, porque igualito quea la muchacha, conforme pase el tiempo, los problemas sólo se van a hacer másgrandes y más difíciles de resolver. Hasta para hacer malabares hay que tenertalento, ya es tiempo de demostrarlo.


Comentarios y mentadas a ronay.mx@gmail.comTodo es bienvenido.