/ viernes 8 de octubre de 2021

Carrereando la chuleta | No hay como una buena amiga


La calle ensordecedora gritaba su nombre, íntegra, su cara reflejaba un corazón alegre sin dejar de ser, toda ella, solemne. Sabe que no le puede fallar a su gran amiga y entre mujeres se entienden, saben de dónde sacar fuerzas. Ambas delicadas perlas, hermosas a la vista pero firmes, lucen su belleza, aunque no por eso les incomoda soltar un “qué te importa” ante las impertinencias.

Así son Tapachula y su amiga Rosi Urbina. Mujer trabajadora, protectora pero disciplinada, que sabe el valor de la amistad pero también del esfuerzo. Más de un expresidente municipal se enfrascó en pleitos y usó el nombre de Tapachula exclusivamente para fines personales, que terminamos pagando todos. Y Se fueron sin devolver el cariño de una tierra prodigiosa, de su gente, se llevaron parte de su riqueza, monetaria sobre todo, pero también arrasaron con la esperanza, con esas ganas de trabajar por el tan manoseado bien común, para que salgamos adelante ¡todos!, no sólo unos cuantos.

Tapachula necesitaba de una amiga, una confidente a quien contarle sus sueños, sus anhelos, alguien que le ayudara a resolver sus problemas y no que la ignorara o los hiciera más grandes (ya vimos que eso siempre se puede).

Rosi es la amiga de Tapachula, y como buena compañera ha sabido buscar a los aliados correctos para que esta hermosa ciudad luzca sus grandezas, que son muchas, que nos engalana con sus ríos, sus playas, custodiada por un gigante que la cuida y la defiende de huracanes. Se tienen confianza, y esta ciudad es generosa, da desde bendiciones hasta diputaciones, el problema es que reciben y no regresan nunca lo que les fue dado, muchas veces casi sin ningún esfuerzo, pero así son los cobardes y los hipócritas.

Los problemas por primera vez son resueltos desde la perspectiva de una mujer, que además es empresaria, que invita, que comparte logros y da a manos llenas trabajo, que escucha pero que no le tiembla la voz al decir “no”; ahorrativa, y mucho, pero no tacaña, si no alcanza, no es de las que va buscar los recursos, no, los manda a traer y los compromete; que busca invertir donde se necesita, y así, el color rosita ha inundado parques, jardines, pero también muchos corazones.

Entre mujeres se cuidan, Rosi ha cuidado de Tapachula, y miren que Tapachula cuida a Rosi.


La calle ensordecedora gritaba su nombre, íntegra, su cara reflejaba un corazón alegre sin dejar de ser, toda ella, solemne. Sabe que no le puede fallar a su gran amiga y entre mujeres se entienden, saben de dónde sacar fuerzas. Ambas delicadas perlas, hermosas a la vista pero firmes, lucen su belleza, aunque no por eso les incomoda soltar un “qué te importa” ante las impertinencias.

Así son Tapachula y su amiga Rosi Urbina. Mujer trabajadora, protectora pero disciplinada, que sabe el valor de la amistad pero también del esfuerzo. Más de un expresidente municipal se enfrascó en pleitos y usó el nombre de Tapachula exclusivamente para fines personales, que terminamos pagando todos. Y Se fueron sin devolver el cariño de una tierra prodigiosa, de su gente, se llevaron parte de su riqueza, monetaria sobre todo, pero también arrasaron con la esperanza, con esas ganas de trabajar por el tan manoseado bien común, para que salgamos adelante ¡todos!, no sólo unos cuantos.

Tapachula necesitaba de una amiga, una confidente a quien contarle sus sueños, sus anhelos, alguien que le ayudara a resolver sus problemas y no que la ignorara o los hiciera más grandes (ya vimos que eso siempre se puede).

Rosi es la amiga de Tapachula, y como buena compañera ha sabido buscar a los aliados correctos para que esta hermosa ciudad luzca sus grandezas, que son muchas, que nos engalana con sus ríos, sus playas, custodiada por un gigante que la cuida y la defiende de huracanes. Se tienen confianza, y esta ciudad es generosa, da desde bendiciones hasta diputaciones, el problema es que reciben y no regresan nunca lo que les fue dado, muchas veces casi sin ningún esfuerzo, pero así son los cobardes y los hipócritas.

Los problemas por primera vez son resueltos desde la perspectiva de una mujer, que además es empresaria, que invita, que comparte logros y da a manos llenas trabajo, que escucha pero que no le tiembla la voz al decir “no”; ahorrativa, y mucho, pero no tacaña, si no alcanza, no es de las que va buscar los recursos, no, los manda a traer y los compromete; que busca invertir donde se necesita, y así, el color rosita ha inundado parques, jardines, pero también muchos corazones.

Entre mujeres se cuidan, Rosi ha cuidado de Tapachula, y miren que Tapachula cuida a Rosi.