/ martes 14 de junio de 2022

Crisis de vacunación a niños y niñas

La tragedia mundial de la pandemia del coronavirus colapsó sistemas de salud en muchos países, y puso en jaque la debilidad de administraciones públicas en salud, cuyas consecuencias serán fatales. Especialmente para la niñez y la adolescencia.

México no es la excepción. La crisis sanitaria, según pudimos constatar, fue atendida bajo presión, nadie nos ha explicado todavía los funestos resultados de la desaparición del Seguro Popular, ni cómo fracasó el Insabi, ni porqué hubo muchas más muertes que las reconocidas oficialmente.

A estas alturas sólo tenemos angustias acumuladas. No sabemos cuáles serán las consecuencias del colapso del sistema de vacunación básica para niños y niñas. Ni sabemos qué pasó con quienes no tienen acceso a la atención que cubría el Seguro Popular. Sólo por los padres organizados sabemos de la escasez recurrente de medicamentos infantiles para el cáncer. No sabemos cuántas epidemias pueden resurgir. Y cuánto tiempo nos llevará recuperar vacunas y medicamentos.

Hay asuntos que, con claroscuros, habían avanzado en el pasado. Por ejemplo, la prevención y atención a los cánceres femeninos. Al comienzo de esta administración algunos programas centrales se cerraron argumentando “corrupción”. La muerte anticipada y prevenible del cáncer de mama sigue en primer lugar, segando la vida de mujeres productivas.

En los años 90 también se dio atención, hubo campañas y se crearon las clínicas de displasia, fundamentales para la detección temprana del cáncer de útero. Lo que ayudó a salvar vidas, cuando en el país, en esos años, morían 18 mujeres al día por ese cáncer.

El descubrimiento de la vacuna contra el virus del papiloma humano fue una esperanza. El papiloma humano es el principal responsable del cáncer cérvico uterino, y la vacuna empezó a aplicarse en las escuelas primarias y se incluyó en la cartilla de vacunación para menores.

La investigación señaló que vacunar a las niñas y también a los niños entre 11 y 15 años evitaría muchos casos de ese tipo, sobre todo cuando sabemos que las relaciones sexuales se inician desde la adolescencia, que el abuso sexual infantil es cotidiano y que el fenómeno de la maternidad adolescente es una realidad. México tiene el primer lugar en embarazo de adolescentes entre todos los países de la OCDE.

De acuerdo con Globcan, plataforma web desarrollada por la International Agency of Research on Cáncer (IARC), en México, durante 2020, hubo 9 mil 439 nuevos casos y más de 4 mil 300 muertes por este tipo de neoplasia

Aunque la infección por Virus del Papiloma Humano, sigue siendo el principal factor para desarrollar el cáncer cérvico uterino, en esta administración se disminuyó la vacunación antes de la pandemia del Covid 19 y en 2021 se desplomó y desparecieron las vacunas del sector público.

Mientras en 2017 se aplicaron más de 2 millones 400 mil vacunas a niñas de quinto año de primaria, en 2021, sólo se aplicó el 10 por ciento. Es decir, no hay prevención. Hubo 100 mil dosis para la ciudad de México, 79 mil para el Estado de México, y ni una sola para el estado de Oaxaca, por ejemplo.

La vacunación debía ser masiva porque con dos dosis se evita la infección durante 10 años. ¿Quién nos puede responder por qué se decidió eso?

Es claro el fracaso del Insabi, pésimo el sistema de distribución de medicamentos y peor aún el presupuesto para la Salud Sexual y Reproductiva para 2022, que cayó en 12 por ciento.


Periodista, directora del portal informativo semmexico.mx


La tragedia mundial de la pandemia del coronavirus colapsó sistemas de salud en muchos países, y puso en jaque la debilidad de administraciones públicas en salud, cuyas consecuencias serán fatales. Especialmente para la niñez y la adolescencia.

México no es la excepción. La crisis sanitaria, según pudimos constatar, fue atendida bajo presión, nadie nos ha explicado todavía los funestos resultados de la desaparición del Seguro Popular, ni cómo fracasó el Insabi, ni porqué hubo muchas más muertes que las reconocidas oficialmente.

A estas alturas sólo tenemos angustias acumuladas. No sabemos cuáles serán las consecuencias del colapso del sistema de vacunación básica para niños y niñas. Ni sabemos qué pasó con quienes no tienen acceso a la atención que cubría el Seguro Popular. Sólo por los padres organizados sabemos de la escasez recurrente de medicamentos infantiles para el cáncer. No sabemos cuántas epidemias pueden resurgir. Y cuánto tiempo nos llevará recuperar vacunas y medicamentos.

Hay asuntos que, con claroscuros, habían avanzado en el pasado. Por ejemplo, la prevención y atención a los cánceres femeninos. Al comienzo de esta administración algunos programas centrales se cerraron argumentando “corrupción”. La muerte anticipada y prevenible del cáncer de mama sigue en primer lugar, segando la vida de mujeres productivas.

En los años 90 también se dio atención, hubo campañas y se crearon las clínicas de displasia, fundamentales para la detección temprana del cáncer de útero. Lo que ayudó a salvar vidas, cuando en el país, en esos años, morían 18 mujeres al día por ese cáncer.

El descubrimiento de la vacuna contra el virus del papiloma humano fue una esperanza. El papiloma humano es el principal responsable del cáncer cérvico uterino, y la vacuna empezó a aplicarse en las escuelas primarias y se incluyó en la cartilla de vacunación para menores.

La investigación señaló que vacunar a las niñas y también a los niños entre 11 y 15 años evitaría muchos casos de ese tipo, sobre todo cuando sabemos que las relaciones sexuales se inician desde la adolescencia, que el abuso sexual infantil es cotidiano y que el fenómeno de la maternidad adolescente es una realidad. México tiene el primer lugar en embarazo de adolescentes entre todos los países de la OCDE.

De acuerdo con Globcan, plataforma web desarrollada por la International Agency of Research on Cáncer (IARC), en México, durante 2020, hubo 9 mil 439 nuevos casos y más de 4 mil 300 muertes por este tipo de neoplasia

Aunque la infección por Virus del Papiloma Humano, sigue siendo el principal factor para desarrollar el cáncer cérvico uterino, en esta administración se disminuyó la vacunación antes de la pandemia del Covid 19 y en 2021 se desplomó y desparecieron las vacunas del sector público.

Mientras en 2017 se aplicaron más de 2 millones 400 mil vacunas a niñas de quinto año de primaria, en 2021, sólo se aplicó el 10 por ciento. Es decir, no hay prevención. Hubo 100 mil dosis para la ciudad de México, 79 mil para el Estado de México, y ni una sola para el estado de Oaxaca, por ejemplo.

La vacunación debía ser masiva porque con dos dosis se evita la infección durante 10 años. ¿Quién nos puede responder por qué se decidió eso?

Es claro el fracaso del Insabi, pésimo el sistema de distribución de medicamentos y peor aún el presupuesto para la Salud Sexual y Reproductiva para 2022, que cayó en 12 por ciento.


Periodista, directora del portal informativo semmexico.mx