/ lunes 30 de mayo de 2022

Diócesis de Tapachula | VII Domingo de Pascua Domingo de las ascensión del Señor

1. Estamos llegando al final del camino pascual que venimos recorriendo con alegría y esperanza. Este domingo celebramos la Ascensión del Señor. La Palabra de Dios nos invade con motivos que iluminan la fiesta y fortalecen nuestra fe. Mencionamos algunos: cuarenta días después de la pasión, permanecer en Jerusalén, la llegada inminente del Espíritu, hacer de los discípulos testigos de la resurrección, regresar a Jerusalén llenos de gozo, la nueva forma de presencia del Señor. El número cuarenta tiene un valor más simbólico que aritmético. 40 es el tiempo suficiente para pasar de una etapa a otra en la historia de la salvación. El número cuarenta ya nos muestra la importancia del acontecimiento que celebramos. La indicación, no se alejen de Jerusalén -el lugar donde los discípulos vivieron la experiencia más traumática de su vida- nos indica que, de esas situaciones, sólo la fuerza del Espíritu es capaz de sacarnos, para hacernos testigos de la resurrección. Dentro de pocos días serán bautizados con el Espíritu Santo. La presencia del Espíritu Santo aparece como algo inminente. El bautismo con el Espíritu, a una con los discípulos, nos llenará de fortaleza para hacernos testigo del Misterio. Que la fiesta de la ascensión nos ayude a superar nuestros temores, nos llene de fortaleza y de esperanza y nos haga, por la fuerza delEspíritu, testigos valientes de la resurrección del Señor.

2. Con respeto a nuestras autoridades civiles, expreso mi preocupación ante el incremento de la inseguridad y la violencia en toda nuestra región. La construcción de la paz es una tarea que nos pide atención permanente, a este respecto las autoridades civiles tienen un papel crucial de cuidar y asegurar a la comunidad la salvaguarda de su integridad física, el tránsito pacifico en medio de las calles y la preservación de los bienes personales. Sin embargo, la familia y el propio corazón son los lugares idóneos para formar personas de paz. Además de un llamado urgente a nuestras autoridades a reforzar los esfuerzos por el bienestar de la población, pido a todos construir ambientes de paz y ser prudentes ante situaciones que puedan ponerlos en riesgo.

3. Después de dos años de no poder congregarnos en el cerro del Tepeyac debido a la pandemia, este domingo 29 de mayo, regresamos con alegría y gozo profundo como provincia eclesiástica de Chiapas a visitar a nuestra madre santísima de Guadalupe, madre de gracia y bendición para todos nuestros pueblos. Agradezco a todos los que han hecho posible este jubiloso retorno a la Basílica de Guadalupe. Allí, delante de la Señora del cielo, encomendaré a nuestra amada familia diocesana y sus necesidades comunitarias y personales. En María, siempre venceremos. Ella, interceda por la paz de nuestra patria. Encomiendo a la paternal protección de San José, custodio de las vocaciones, y al abrazo amoroso y maternal de nuestra amada Reina Inmaculada Margarita Concepción, a toda la familia diocesana

1. Estamos llegando al final del camino pascual que venimos recorriendo con alegría y esperanza. Este domingo celebramos la Ascensión del Señor. La Palabra de Dios nos invade con motivos que iluminan la fiesta y fortalecen nuestra fe. Mencionamos algunos: cuarenta días después de la pasión, permanecer en Jerusalén, la llegada inminente del Espíritu, hacer de los discípulos testigos de la resurrección, regresar a Jerusalén llenos de gozo, la nueva forma de presencia del Señor. El número cuarenta tiene un valor más simbólico que aritmético. 40 es el tiempo suficiente para pasar de una etapa a otra en la historia de la salvación. El número cuarenta ya nos muestra la importancia del acontecimiento que celebramos. La indicación, no se alejen de Jerusalén -el lugar donde los discípulos vivieron la experiencia más traumática de su vida- nos indica que, de esas situaciones, sólo la fuerza del Espíritu es capaz de sacarnos, para hacernos testigos de la resurrección. Dentro de pocos días serán bautizados con el Espíritu Santo. La presencia del Espíritu Santo aparece como algo inminente. El bautismo con el Espíritu, a una con los discípulos, nos llenará de fortaleza para hacernos testigo del Misterio. Que la fiesta de la ascensión nos ayude a superar nuestros temores, nos llene de fortaleza y de esperanza y nos haga, por la fuerza delEspíritu, testigos valientes de la resurrección del Señor.

2. Con respeto a nuestras autoridades civiles, expreso mi preocupación ante el incremento de la inseguridad y la violencia en toda nuestra región. La construcción de la paz es una tarea que nos pide atención permanente, a este respecto las autoridades civiles tienen un papel crucial de cuidar y asegurar a la comunidad la salvaguarda de su integridad física, el tránsito pacifico en medio de las calles y la preservación de los bienes personales. Sin embargo, la familia y el propio corazón son los lugares idóneos para formar personas de paz. Además de un llamado urgente a nuestras autoridades a reforzar los esfuerzos por el bienestar de la población, pido a todos construir ambientes de paz y ser prudentes ante situaciones que puedan ponerlos en riesgo.

3. Después de dos años de no poder congregarnos en el cerro del Tepeyac debido a la pandemia, este domingo 29 de mayo, regresamos con alegría y gozo profundo como provincia eclesiástica de Chiapas a visitar a nuestra madre santísima de Guadalupe, madre de gracia y bendición para todos nuestros pueblos. Agradezco a todos los que han hecho posible este jubiloso retorno a la Basílica de Guadalupe. Allí, delante de la Señora del cielo, encomendaré a nuestra amada familia diocesana y sus necesidades comunitarias y personales. En María, siempre venceremos. Ella, interceda por la paz de nuestra patria. Encomiendo a la paternal protección de San José, custodio de las vocaciones, y al abrazo amoroso y maternal de nuestra amada Reina Inmaculada Margarita Concepción, a toda la familia diocesana