/ miércoles 13 de febrero de 2019

El periodismo crítico es necesario en cualquier punto del planeta

A Doble Espacio




El periodismo crítico es necesario en cualquier punto del planeta. Con más razón en aquellas sociedades que avanzan duramente en la gestión del bienestar como es el caso del Estado de Chiapas.

Con doce etnias vivas y palpitantes con su propio idioma y cosmovisión, resulta muy fácil decir que somos “un mosaico de culturas”, “tenemos una riqueza cultural invaluable”, lo cual es cierto, pero a la vez representan un reto para la educación y la salud, factores invariablemente correlativos, unidos en la formación de los individuos.

Ciertas corrientes antropológicas desean que las sociedades originales de Chiapas se mantengan intocadas por crueles que sean ciertas prácticas ancestrales. Eso dificulta el avance de los programas gubernamentales, particularmente, en Salud y Educación.

El periodismo trata de recoger lo mejor de las ideas presentes en la colectividad, analiza, compara y expresa la síntesis de opiniones que podrían servir de guía para el gobierno en turno. En eso consiste el periodismo crítico, el indispensable, el que debe ser promovido por el mismo gobierno para poder estar comunicado con el pueblo.

En Chiapas es indispensable la corriente crítica y sobra, desde hace mucho, la alabanza, el “periodismo de abarrote” a tanto el teclazo. Y sin embargo, persiste. Como una expresión obsoleta, la adulación se aferra a las publicaciones digitales o impresas.

Por otra parte, existe un modelo que no alcanza a ser periodismo; se queda en chisme de lavadero. Es el que insulta, pone apodos, hace escarnio de los personajes públicos y recurre al lenguaje soez para “criticar”. Eso no es necesario ni puede reclamar “libertad de expresión”, pues no hay libertades sin restricciones.

Lo bueno es que cada vez hay mejores lectores y saben distinguir al columnista que se pone de alfombra para el poderoso y al disfrazado de “valiente” y lanza insultos a diestra y siniestra. El lector inteligente sacude esas lacras y se queda con el pensamiento claro y la expresión digna de ser tomada en cuenta.

A Doble Espacio




El periodismo crítico es necesario en cualquier punto del planeta. Con más razón en aquellas sociedades que avanzan duramente en la gestión del bienestar como es el caso del Estado de Chiapas.

Con doce etnias vivas y palpitantes con su propio idioma y cosmovisión, resulta muy fácil decir que somos “un mosaico de culturas”, “tenemos una riqueza cultural invaluable”, lo cual es cierto, pero a la vez representan un reto para la educación y la salud, factores invariablemente correlativos, unidos en la formación de los individuos.

Ciertas corrientes antropológicas desean que las sociedades originales de Chiapas se mantengan intocadas por crueles que sean ciertas prácticas ancestrales. Eso dificulta el avance de los programas gubernamentales, particularmente, en Salud y Educación.

El periodismo trata de recoger lo mejor de las ideas presentes en la colectividad, analiza, compara y expresa la síntesis de opiniones que podrían servir de guía para el gobierno en turno. En eso consiste el periodismo crítico, el indispensable, el que debe ser promovido por el mismo gobierno para poder estar comunicado con el pueblo.

En Chiapas es indispensable la corriente crítica y sobra, desde hace mucho, la alabanza, el “periodismo de abarrote” a tanto el teclazo. Y sin embargo, persiste. Como una expresión obsoleta, la adulación se aferra a las publicaciones digitales o impresas.

Por otra parte, existe un modelo que no alcanza a ser periodismo; se queda en chisme de lavadero. Es el que insulta, pone apodos, hace escarnio de los personajes públicos y recurre al lenguaje soez para “criticar”. Eso no es necesario ni puede reclamar “libertad de expresión”, pues no hay libertades sin restricciones.

Lo bueno es que cada vez hay mejores lectores y saben distinguir al columnista que se pone de alfombra para el poderoso y al disfrazado de “valiente” y lanza insultos a diestra y siniestra. El lector inteligente sacude esas lacras y se queda con el pensamiento claro y la expresión digna de ser tomada en cuenta.