/ jueves 1 de agosto de 2019

Es más peligroso trabajar que robar

Carrereando la chuleta


No hay mes en que no se dé a conocer que algún periodista desapareció y al que encontraron desafortunadamente muerto; ya no entremos en detalles del cómo. Es una profesión de alto riesgo, ni siquiera en los países en guerra se corre tanto peligro como en México, lo peor es que no es la única, de a poco todas van para allá.

Antes había empleos que implicaban algún riesgo, ser bombero, policía, tal vez los abogados cuando defienden a personas de dudosa reputación, pero todo pareciera indicar que ahora el de los tacos, los que se dedican al campo, los ganaderos, los médicos, los maestros, todos corren un alto riesgo al ir a trabajar.

Hemos sabido de maestros que son atacados por alguno de sus alumnos porque lo reprobaron o de médicos secuestrados y encontrados sin vida debido a que fueron obligados a curar algún maleante y no pueden quedar testigos; choferes del transporte público heridos en asaltos, corredores de bienes raíces agredidos mientras mostraban alguna propiedad.

Pareciera que ya nadie está seguro si se quiere ganar la vida honradamente. No importa lo que hagas, tu vida corre peligro, menos si eres delincuente, claro; porque todas las condiciones están dadas para que nadie te vea, no te sigan, no te encuentren y en caso de, no te encierren.

Ya comienza a circular en el país la idea de que permitan que los ciudadanos de a pie andemos armados, hasta allí hemos llegado, ya nadie se siente a salvo y no es la solución, pero la verdad es que ya no sabemos cómo defendernos.

Mucho tienen que ver las autoridades, eso es cierto, mientras no haya verdaderas sanciones –bueno primero que los agarren– para todos lo que se dedican a la lucrativa “profesión” de tomadores de lo ajeno, sean cosas o vidas, esto no va a mejorar, pero sobre todo, tiene que ver con una educación que se dejó de dar.

Los chamacos que asaltan el transporte público, las tiendas de conveniencia, los bancos, bajo la premisa de echarse al que se interponga, no lo hacen en realidad por hambre, no es por pan o leche para sus hermanos, es por el deseo de obtener cosas bajo la ley del menor esfuerzo.

Y cierto es que no hay tantas oportunidades laborales como quisiéramos, que los trabajos escasean o están muy mal pagados, pero aún así, asesinar a alguien no puede ser la única fuente de ingresos en este país.

Algo va a tener que cambiar, antes los “malos” eran los que corrían peligro, no los empresarios, los comerciantes, los maestros, los choferes; ahora es al revés, si eres gente de bien cualquiera te puede eliminar si no le das tu auto, tu celular, lo que vendes. Se ha convertido en el negocio familiar, las bandas ya están conformadas por los padres, los hijos, los tíos, los primos. Y si esa misma energía, astucia y decisión la utilizaran para poner un negocio, el que fuera, para autoemplearse, otra sería la historia. ¿Quién va a pararlos? ¿Cómo detener un cáncer que se infiltró en las células madres de la sociedad? Es decir, en la familia. No se me ocurre.

Se aceptan ideas. Con la seguridad nos está pasando como con la ecología, nos estamos autodestruyendo y pareciera que no nos damos cuenta. ¿Somos más los buenos? Yo ya lo dudo seriamente.

Carrereando la chuleta


No hay mes en que no se dé a conocer que algún periodista desapareció y al que encontraron desafortunadamente muerto; ya no entremos en detalles del cómo. Es una profesión de alto riesgo, ni siquiera en los países en guerra se corre tanto peligro como en México, lo peor es que no es la única, de a poco todas van para allá.

Antes había empleos que implicaban algún riesgo, ser bombero, policía, tal vez los abogados cuando defienden a personas de dudosa reputación, pero todo pareciera indicar que ahora el de los tacos, los que se dedican al campo, los ganaderos, los médicos, los maestros, todos corren un alto riesgo al ir a trabajar.

Hemos sabido de maestros que son atacados por alguno de sus alumnos porque lo reprobaron o de médicos secuestrados y encontrados sin vida debido a que fueron obligados a curar algún maleante y no pueden quedar testigos; choferes del transporte público heridos en asaltos, corredores de bienes raíces agredidos mientras mostraban alguna propiedad.

Pareciera que ya nadie está seguro si se quiere ganar la vida honradamente. No importa lo que hagas, tu vida corre peligro, menos si eres delincuente, claro; porque todas las condiciones están dadas para que nadie te vea, no te sigan, no te encuentren y en caso de, no te encierren.

Ya comienza a circular en el país la idea de que permitan que los ciudadanos de a pie andemos armados, hasta allí hemos llegado, ya nadie se siente a salvo y no es la solución, pero la verdad es que ya no sabemos cómo defendernos.

Mucho tienen que ver las autoridades, eso es cierto, mientras no haya verdaderas sanciones –bueno primero que los agarren– para todos lo que se dedican a la lucrativa “profesión” de tomadores de lo ajeno, sean cosas o vidas, esto no va a mejorar, pero sobre todo, tiene que ver con una educación que se dejó de dar.

Los chamacos que asaltan el transporte público, las tiendas de conveniencia, los bancos, bajo la premisa de echarse al que se interponga, no lo hacen en realidad por hambre, no es por pan o leche para sus hermanos, es por el deseo de obtener cosas bajo la ley del menor esfuerzo.

Y cierto es que no hay tantas oportunidades laborales como quisiéramos, que los trabajos escasean o están muy mal pagados, pero aún así, asesinar a alguien no puede ser la única fuente de ingresos en este país.

Algo va a tener que cambiar, antes los “malos” eran los que corrían peligro, no los empresarios, los comerciantes, los maestros, los choferes; ahora es al revés, si eres gente de bien cualquiera te puede eliminar si no le das tu auto, tu celular, lo que vendes. Se ha convertido en el negocio familiar, las bandas ya están conformadas por los padres, los hijos, los tíos, los primos. Y si esa misma energía, astucia y decisión la utilizaran para poner un negocio, el que fuera, para autoemplearse, otra sería la historia. ¿Quién va a pararlos? ¿Cómo detener un cáncer que se infiltró en las células madres de la sociedad? Es decir, en la familia. No se me ocurre.

Se aceptan ideas. Con la seguridad nos está pasando como con la ecología, nos estamos autodestruyendo y pareciera que no nos damos cuenta. ¿Somos más los buenos? Yo ya lo dudo seriamente.