/ martes 9 de agosto de 2022

Joyas chiapanecas | Gema, la millonaria


Después de haberlo deseado intensamente, a Gema no le costó mucho trabajo adaptarse a la vida de millonaria que había adquirido al casarse con su ex jefe, uno de los hombres más ricos de la Costa Chiapaneca, después de que éste enviudara súbitamente.

Lo primero que hizo fue parir un par de veces para tener dos poderosas armas para pelear por la fortuna de su marido en contra de las hijas del primer matrimonio del hombre en caso de que éstas quisieran desposeerla.

A ella no le importó que las malcriadas adolescentes estuvieran en contra de su boda pues sabía que tenía muy bien controlado al padre, ya que el viejo estaba obsesionado con su cuerpo.

Empezó por instalarse en la casa que había habitado su esposo con su primera familia, lo que indignó a las hijas mayores del hombre, que prefirieron irse a vivir con sus abuelos maternos a Tuxtla Gutiérrez, en donde eran chicas de sociedad muy bien relacionadas.

Gema hizo remodelaciones a la solariega residencia, ubicada en el corazón de Tapachula, y cambió toda la decoración, además de guardar todos los retratos y recuerdos de la primera esposa.

Despidió a la servidumbre y contrató gente de su confianza para que la atendiera como reina, como dueña y señora de aquel palacete.

No le importó que las señoras de la alta sociedad le hicieran el vacío social, pues para eso tenía amigas igual de arribistas que ella, con las que iba a lucirse al Country Club y a los restaurantes de moda.

Al ser esposa de su marido, tenía que ser invitada a donde él fuera requerido, y en esos exclusivos eventos era en los que dejaba con la boca abierta a los que la veían aderezar sus atuendos con los brillantes, las esmeraldas, las perlas y los zafiros que habían pertenecido a la difunta primera esposa.

Gema sabía que nada es seguro más que la muerte, por lo que pidió a su marido que pusiera las propiedades inmuebles, las joyas y los valores que pensara dejarle a su nombre, a lo el esposo accedió y lo hubiera hecho, de no haber perecido en un accidente de carretera acaecido horas antes de formalizar el acto.

Elegantísima, toda vestida de negro, impecablemente maquillada, acompañada de sus dos pequeños hijos ella presidió los funerales, confiada en que la familia de su marido respetaría su papel de viuda y legítima heredera, lo cual no ocurrió pues con el poder y el dinero que tenían sus ex parientes políticos, se encargaron de dejarla en la calle, al grado de tener que abandonar la mansión llevándose sólo a sus hijos, sus objetos personales y su currículum vitae impreso en computadora, para buscar empleo como secretaria.

Correo: santapiedra@gmail.com



Después de haberlo deseado intensamente, a Gema no le costó mucho trabajo adaptarse a la vida de millonaria que había adquirido al casarse con su ex jefe, uno de los hombres más ricos de la Costa Chiapaneca, después de que éste enviudara súbitamente.

Lo primero que hizo fue parir un par de veces para tener dos poderosas armas para pelear por la fortuna de su marido en contra de las hijas del primer matrimonio del hombre en caso de que éstas quisieran desposeerla.

A ella no le importó que las malcriadas adolescentes estuvieran en contra de su boda pues sabía que tenía muy bien controlado al padre, ya que el viejo estaba obsesionado con su cuerpo.

Empezó por instalarse en la casa que había habitado su esposo con su primera familia, lo que indignó a las hijas mayores del hombre, que prefirieron irse a vivir con sus abuelos maternos a Tuxtla Gutiérrez, en donde eran chicas de sociedad muy bien relacionadas.

Gema hizo remodelaciones a la solariega residencia, ubicada en el corazón de Tapachula, y cambió toda la decoración, además de guardar todos los retratos y recuerdos de la primera esposa.

Despidió a la servidumbre y contrató gente de su confianza para que la atendiera como reina, como dueña y señora de aquel palacete.

No le importó que las señoras de la alta sociedad le hicieran el vacío social, pues para eso tenía amigas igual de arribistas que ella, con las que iba a lucirse al Country Club y a los restaurantes de moda.

Al ser esposa de su marido, tenía que ser invitada a donde él fuera requerido, y en esos exclusivos eventos era en los que dejaba con la boca abierta a los que la veían aderezar sus atuendos con los brillantes, las esmeraldas, las perlas y los zafiros que habían pertenecido a la difunta primera esposa.

Gema sabía que nada es seguro más que la muerte, por lo que pidió a su marido que pusiera las propiedades inmuebles, las joyas y los valores que pensara dejarle a su nombre, a lo el esposo accedió y lo hubiera hecho, de no haber perecido en un accidente de carretera acaecido horas antes de formalizar el acto.

Elegantísima, toda vestida de negro, impecablemente maquillada, acompañada de sus dos pequeños hijos ella presidió los funerales, confiada en que la familia de su marido respetaría su papel de viuda y legítima heredera, lo cual no ocurrió pues con el poder y el dinero que tenían sus ex parientes políticos, se encargaron de dejarla en la calle, al grado de tener que abandonar la mansión llevándose sólo a sus hijos, sus objetos personales y su currículum vitae impreso en computadora, para buscar empleo como secretaria.

Correo: santapiedra@gmail.com