/ martes 19 de febrero de 2019

La diabetes ya hace más estragos en nuestro país

A doble Espacio




La diabetes ya hace más estragos en nuestro país, en todas las latitudes. El cambio de régimen alimenticio ha afectado a millones de mexicanos de todas las edades. Sin embargo, las autoridades no limitan la promoción desmedida de la ingesta de azúcar, aun a sabiendas de que se trata de un fuerte adictivo.

Se recomienda, por otra parte, comer frutas como si no contuvieran azúcar. Y en exceso algunas. Los nuevos estudios médicos previenen acerca de la indiscriminada ingesta de frutas, sólo porque son “naturales”. La caña de azúcar también es natural y no por ello menos dañina para el organismo.

Los refrescos embotellados resultan auténticos asesinos a mediano plazo, con los costos económicos y sociales que ello representa. Y México es el primer consumidor de esas bebidas en el mundo. Tampoco el pretexto de falta de agua potable es válido, pues esa misma carencia la padecen países más pobres que el nuestro en África o La India y no sufren las consecuencias, precisamente porque no sustituyen el agua por refrescos azucarados.

En cuanto a la costumbre de beber un jugo de naranja en el desayuno, las investigaciones indican que un vaso de ese jugo contiene el equivalente a unas diez cucharadas de azúcar. Se recomienda, en todo caso, comerse una naranja y no el jugo de cinco. Si a eso le añadimos harinas de las tortillas y el pan, esos carbohidratos serán azúcar en el organismo.

Ser un país pobre y a la vez diabético es una contradicción. En realidad nuestra pobreza es educativa, pues si supiéramos alimentarnos adecuadamente, el azúcar formaría una parte racional de nuestro régimen dietético, exclusivamente para las necesidades energéticas e intelectuales, pero, por el contrario, el excedente se aloja en el páncreas, éste la envía al hígado y el hígado renuncia a procesarla y la envía directamente al torrente sanguíneo. Y eso se llama “diabetes”.

Luego vienen consecuencias como fallas circulatorias, amputación de miembros inferiores y ceguera. La calidad de vida se va al suelo y la muerte acecha para atacar de la manera más cruel.

Cuidemos la ingesta de azúcar y de harinas. Es posible y, sobre todo, deseable.

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La diabetes ya hace más estragos en nuestro país, en todas las latitudes. El cambio de régimen alimenticio ha afectado a millones de mexicanos de todas las edades. Sin embargo, las autoridades no limitan la promoción desmedida de la ingesta de azúcar, aun a sabiendas de que se trata de un fuerte adictivo.

Se recomienda, por otra parte, comer frutas como si no contuvieran azúcar. Y en exceso algunas. Los nuevos estudios médicos previenen acerca de la indiscriminada ingesta de frutas, sólo porque son “naturales”. La caña de azúcar también es natural y no por ello menos dañina para el organismo.

Los refrescos embotellados resultan auténticos asesinos a mediano plazo, con los costos económicos y sociales que ello representa. Y México es el primer consumidor de esas bebidas en el mundo. Tampoco el pretexto de falta de agua potable es válido, pues esa misma carencia la padecen países más pobres que el nuestro en África o La India y no sufren las consecuencias, precisamente porque no sustituyen el agua por refrescos azucarados.

En cuanto a la costumbre de beber un jugo de naranja en el desayuno, las investigaciones indican que un vaso de ese jugo contiene el equivalente a unas diez cucharadas de azúcar. Se recomienda, en todo caso, comerse una naranja y no el jugo de cinco. Si a eso le añadimos harinas de las tortillas y el pan, esos carbohidratos serán azúcar en el organismo.

Ser un país pobre y a la vez diabético es una contradicción. En realidad nuestra pobreza es educativa, pues si supiéramos alimentarnos adecuadamente, el azúcar formaría una parte racional de nuestro régimen dietético, exclusivamente para las necesidades energéticas e intelectuales, pero, por el contrario, el excedente se aloja en el páncreas, éste la envía al hígado y el hígado renuncia a procesarla y la envía directamente al torrente sanguíneo. Y eso se llama “diabetes”.

Luego vienen consecuencias como fallas circulatorias, amputación de miembros inferiores y ceguera. La calidad de vida se va al suelo y la muerte acecha para atacar de la manera más cruel.

Cuidemos la ingesta de azúcar y de harinas. Es posible y, sobre todo, deseable.