/ domingo 24 de marzo de 2019

La raíz del mal


México es el país de la abundancia. Entre otras cosas abunda la desigualdad, la discriminación, el autoengaño. Sé que para las almas sensibles es preferible mencionar lo bueno, hablar sólo de las cosas que nos llenan de orgullo y no estar metiendo el dedo en la llaga. Es muy incómodo hacerle frente a nuestros defectos, pero si no los ponemos a la vista de nuestra consciencia, no podemos erradicarlos; es una terapia corrosiva —cura de caballo—, pero con buenos resultados.

Todo esto viene a colación porque el ocho de marzo pasado se celebró, otra vez, el día internacional de la mujer y, por supuesto, se hacen celebraciones, marchas, discursos y otras cosas para reivindicar unos derechos que en México se otorgan selectivamente... pero no sucede nada, ellas siguen siendo víctimas.

La discriminación y los asesinatos contra las mujeres han llegado a un punto intolerable; es un problema enorme y necesita una solución del mismo tamaño o más. Sé que pueden ser muchas las causas que estimulan esta conducta discriminatoria, también sé que no soy un experto especialista en estos asuntos, pero creo que la mayoría de las personas saben, igual que yo, que los problemas deben, en primer lugar, ser aceptados para poderlos dimensionar y actuar en consecuencia; me parece que se debe buscar en la misma fuente del mal, con honestidad, sin miedo a herir susceptibilidades y sin temor a la condena pública: ¿de dónde viene esta forma perversa que degrada a las mujeres? ¿Dónde está la raíz de este mal?

A mi juicio —y acepto el debate— la gran culpable es la santa madre iglesia católica, apostólica y romana. Veamos por qué.

Todas las cosas tienen una razón y todos sabemos que el carácter de un pueblo se induce, se diseña, se manipula, sobre todo si es un pueblo sin lectura. Para lograr el sometimiento hay que penetrar la consciencia; hay que romper su natural honestidad intelectual y procurar que el sujeto se auto engañe y acepte vivir en una mentira que siempre va considerar como una verdad irrefutable; es decir, el sujeto vivirá en una burbuja de alucinaciones. Cuando esto se logra, el trabajo está hecho porque nada se interpone entre el diseñador y la víctima.

El catolicismo, por decreto canónico, sigue usando a las mujeres como empleadas sin sueldo, como carne de alcoba, como propagandistas de su negocio, pero no las dejan escalar en la jerarquía eclesiástica; sólo llegan a “madres” y, eso vale una monja. El mismo Cristo fue un grosero bien hecho con su propia madre. No obstante, hay que repetirlo, las mujeres son las más adictas a esa farsa alucinante que es el catolicismo.

La iglesia, perversa, las ha violado, torturado, asesinado, las ha chamuscado vivas en las llamas de espíritu santo y hoy mantiene una clara aversión en su liturgia, porque así lo ordena su libro sagrado que está plagado de citas misóginas: en Génesis 2:18: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada», y en Génesis 3:16 lo confirma: "Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará." Y ¡zas! Este dios misógino hizo a la mujer para servicio del hombre.

Los padres de la iglesia como Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, el primero un crápula pervertido, homosexual, y eso sí, muy inteligente —tan inteligente que logró un lugar preponderante dentro del catolicismo— es autor de varias citas que son joyas de la misoginia: “Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones.”

Otra joya de la filosofía cristiana, es lo que dijo en otro gran momento de inspiración divina: “No alcanzo a ver qué utilidad puede tener la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños.”

Tomás, otro alucinado que creía que las cosas inanimadas amaban a dios, dijo: “En lo que se refiere a la naturaleza del individuo, la mujer es defectuosa y mal nacida, porque el poder activo de la semilla masculina tiende a la producción de un perfecto parecido en el sexo masculino, mientras que la producción de una mujer proviene de una falta del poder activo."

Pero no vayamos tan lejos, el 31 de diciembre de 1930 el Papa Pío XI, Achille Damiano Ambrogio Ratti, publicó su encíclica “Del matrimonio casto” (Casti connubii) de donde transcribo este fragmento que es otra joyita:



«Todos los que empañan el brillo de la fidelidad y castidad conyugal, como maestros que son del error, echan por tierra (…) la fiel y honesta sumisión de la mujer al marido; y muchos de ellos se atreven todavía a decir, con mayor audacia, que es una indignidad la servidumbre de un cónyuge para con el otro; que, al ser iguales los derechos de ambos cónyuges, defienden presuntuosísimamente que por violarse estos derechos, a causa de la sujeción de un cónyuge al otro, se ha conseguido o se debe llegar a conseguir una cierta emancipación de la mujer. Distinguen tres clases de emancipación, (…) social, económica y fisiológica: fisiológica, porque quieren que las mujeres, a su arbitrio, estén libres o que se las libre de las cargas conyugales o maternales propias de una esposa (emancipación ésta que ya dijimos suficientemente no ser tal, sino un crimen horrendo); económica, porque pretenden que la mujer pueda, aun sin saberlo el marido o no queriéndolo, encargarse de sus asuntos, dirigirlos y administrarlos haciendo caso omiso del marido, de los hijos y de toda la familia; social, finalmente, en cuanto apartan a la mujer de los cuidados que en el hogar requieren su familia o sus hijos, para que pueda entregarse a sus aficiones, sin preocuparse de aquéllos y dedicarse a ocupaciones y negocios, aun a los públicos.»


El infalible representante de dios dice que la mujer no puede ser independiente y si lo fuera sería un “crimen horrendo”.

Pero todo esto no es cosa del pasado, en la actualidad el papa Francisco ha resultado un farsante; no ha cambiado nada, las mujeres siguen igual. Este señor fue puesto ahí para preservar los intereses de la iglesia. Punto.

Después de lo que hemos visto aquí —una pequeña muestra del pensamiento católico—, NO SÉ SI ALGUIEN DUDE SOBRE EL ORIGEN DE LA DISCRIMINACIÓN A LAS MUJERES, y si esta condición no la podemos combatir es que somos incapaces de romper el cerco mental que ciñó a cada uno de nosotros en el bautismo, lesionando nuestra capacidad de raciocinio. No vamos a lograr la igualdad entre hombres y mujeres, ni entre la especie humana, mientras no nos quitemos de encima esta plaga, ahí está la raíz del mal.gonzali42@yahoo.com.mx


México es el país de la abundancia. Entre otras cosas abunda la desigualdad, la discriminación, el autoengaño. Sé que para las almas sensibles es preferible mencionar lo bueno, hablar sólo de las cosas que nos llenan de orgullo y no estar metiendo el dedo en la llaga. Es muy incómodo hacerle frente a nuestros defectos, pero si no los ponemos a la vista de nuestra consciencia, no podemos erradicarlos; es una terapia corrosiva —cura de caballo—, pero con buenos resultados.

Todo esto viene a colación porque el ocho de marzo pasado se celebró, otra vez, el día internacional de la mujer y, por supuesto, se hacen celebraciones, marchas, discursos y otras cosas para reivindicar unos derechos que en México se otorgan selectivamente... pero no sucede nada, ellas siguen siendo víctimas.

La discriminación y los asesinatos contra las mujeres han llegado a un punto intolerable; es un problema enorme y necesita una solución del mismo tamaño o más. Sé que pueden ser muchas las causas que estimulan esta conducta discriminatoria, también sé que no soy un experto especialista en estos asuntos, pero creo que la mayoría de las personas saben, igual que yo, que los problemas deben, en primer lugar, ser aceptados para poderlos dimensionar y actuar en consecuencia; me parece que se debe buscar en la misma fuente del mal, con honestidad, sin miedo a herir susceptibilidades y sin temor a la condena pública: ¿de dónde viene esta forma perversa que degrada a las mujeres? ¿Dónde está la raíz de este mal?

A mi juicio —y acepto el debate— la gran culpable es la santa madre iglesia católica, apostólica y romana. Veamos por qué.

Todas las cosas tienen una razón y todos sabemos que el carácter de un pueblo se induce, se diseña, se manipula, sobre todo si es un pueblo sin lectura. Para lograr el sometimiento hay que penetrar la consciencia; hay que romper su natural honestidad intelectual y procurar que el sujeto se auto engañe y acepte vivir en una mentira que siempre va considerar como una verdad irrefutable; es decir, el sujeto vivirá en una burbuja de alucinaciones. Cuando esto se logra, el trabajo está hecho porque nada se interpone entre el diseñador y la víctima.

El catolicismo, por decreto canónico, sigue usando a las mujeres como empleadas sin sueldo, como carne de alcoba, como propagandistas de su negocio, pero no las dejan escalar en la jerarquía eclesiástica; sólo llegan a “madres” y, eso vale una monja. El mismo Cristo fue un grosero bien hecho con su propia madre. No obstante, hay que repetirlo, las mujeres son las más adictas a esa farsa alucinante que es el catolicismo.

La iglesia, perversa, las ha violado, torturado, asesinado, las ha chamuscado vivas en las llamas de espíritu santo y hoy mantiene una clara aversión en su liturgia, porque así lo ordena su libro sagrado que está plagado de citas misóginas: en Génesis 2:18: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada», y en Génesis 3:16 lo confirma: "Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará." Y ¡zas! Este dios misógino hizo a la mujer para servicio del hombre.

Los padres de la iglesia como Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, el primero un crápula pervertido, homosexual, y eso sí, muy inteligente —tan inteligente que logró un lugar preponderante dentro del catolicismo— es autor de varias citas que son joyas de la misoginia: “Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones.”

Otra joya de la filosofía cristiana, es lo que dijo en otro gran momento de inspiración divina: “No alcanzo a ver qué utilidad puede tener la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños.”

Tomás, otro alucinado que creía que las cosas inanimadas amaban a dios, dijo: “En lo que se refiere a la naturaleza del individuo, la mujer es defectuosa y mal nacida, porque el poder activo de la semilla masculina tiende a la producción de un perfecto parecido en el sexo masculino, mientras que la producción de una mujer proviene de una falta del poder activo."

Pero no vayamos tan lejos, el 31 de diciembre de 1930 el Papa Pío XI, Achille Damiano Ambrogio Ratti, publicó su encíclica “Del matrimonio casto” (Casti connubii) de donde transcribo este fragmento que es otra joyita:



«Todos los que empañan el brillo de la fidelidad y castidad conyugal, como maestros que son del error, echan por tierra (…) la fiel y honesta sumisión de la mujer al marido; y muchos de ellos se atreven todavía a decir, con mayor audacia, que es una indignidad la servidumbre de un cónyuge para con el otro; que, al ser iguales los derechos de ambos cónyuges, defienden presuntuosísimamente que por violarse estos derechos, a causa de la sujeción de un cónyuge al otro, se ha conseguido o se debe llegar a conseguir una cierta emancipación de la mujer. Distinguen tres clases de emancipación, (…) social, económica y fisiológica: fisiológica, porque quieren que las mujeres, a su arbitrio, estén libres o que se las libre de las cargas conyugales o maternales propias de una esposa (emancipación ésta que ya dijimos suficientemente no ser tal, sino un crimen horrendo); económica, porque pretenden que la mujer pueda, aun sin saberlo el marido o no queriéndolo, encargarse de sus asuntos, dirigirlos y administrarlos haciendo caso omiso del marido, de los hijos y de toda la familia; social, finalmente, en cuanto apartan a la mujer de los cuidados que en el hogar requieren su familia o sus hijos, para que pueda entregarse a sus aficiones, sin preocuparse de aquéllos y dedicarse a ocupaciones y negocios, aun a los públicos.»


El infalible representante de dios dice que la mujer no puede ser independiente y si lo fuera sería un “crimen horrendo”.

Pero todo esto no es cosa del pasado, en la actualidad el papa Francisco ha resultado un farsante; no ha cambiado nada, las mujeres siguen igual. Este señor fue puesto ahí para preservar los intereses de la iglesia. Punto.

Después de lo que hemos visto aquí —una pequeña muestra del pensamiento católico—, NO SÉ SI ALGUIEN DUDE SOBRE EL ORIGEN DE LA DISCRIMINACIÓN A LAS MUJERES, y si esta condición no la podemos combatir es que somos incapaces de romper el cerco mental que ciñó a cada uno de nosotros en el bautismo, lesionando nuestra capacidad de raciocinio. No vamos a lograr la igualdad entre hombres y mujeres, ni entre la especie humana, mientras no nos quitemos de encima esta plaga, ahí está la raíz del mal.gonzali42@yahoo.com.mx