/ jueves 1 de abril de 2021

Mujer & Poder | Hay una vacuna en México de la que nadie habla



Hay una vacuna en México de la que nadie habla: la vacuna contra la apatía en la participación política de la mujer


El Instituto Nacional Electoral (INE) aseguraba tenerla desde el proceso electoral federal 2011- 2012 cuando decretó la obligatoriedad de las cuotas de género horizontal, vertical y trasversal para los cargos de elección popular de todos los partidos políticos y coaliciones registrados en contienda, a través de la Sala Superior del Tribunal Electoral de la Federación. Sin embargo en las contiendas de ese año el porcentaje de candidatas registradas mujeres fue menor al 40% en comparación con los hombres, y finalmente el resultado electoral no mejoró. Del 100% de los cargos de elección popular decididos ese año, apenas una cifra cercana al 35% fue ocupado por mujeres. No fue muy diferente en los procesos del 2015, 2018 y parece que no lo será en 2021 o tal vez sea justo éste el año que nos de la sorpresa.

Con este sórdido panorama surge la pregunta ¿Es suficiente que exista la vacuna para que deje de existir el virus?

Más contagiosa que el COVID y mucho más antigua es la idea arraigada que la mujer en México no le gusta participar en la política y si lo hace debe atenerse a descuidar sus “responsabilidades” socialmente establecidas como la familia, la casa, el marido o los hijos (las razones del amor), algo que -desde la opinión popular- la mayoría no aceptaría por las consecuencias que conlleva y lo poco redituable que resulta, especialmente cuando el trabajo político electoral de la mujer -sobre todo en Chiapas- se resume a la promoción y acarreo, pero no al liderazgo o la toma de decisiones.

Específicamente en Chiapas, en época electoral es común ver a los equipos de campaña conformar sus equipos cercanos con una evidente ausencia de liderazgos femeninos, no por falta de mujeres, sino por el contagioso virus de la apatía, que en definición estricta significa “la actitud que reniega o cuando menos ignora intencionadamente la actividad política ligada a la vida en sociedad”. Pero

en un sistema político de expresiones como “Juanitas” y “la mandaron a perder”, ¿podemos afirmar que son las mujeres las que reniegan o es la sociedad la que se niega?

Los tiempos han cambiado, ese virus que con la reciente Ley General de Instituciones y Procesos Electorales (LEGIPE) ya no se encuentra en la norma, sigue incubándose en la sociedad. Y aunque el Estado Mexicano desde las instituciones haga lo propio, difícilmente podrá erradicarse si seguimos

cubriendo las bocas y callando las voces de más de la mitad de la sociedad civil.



“No sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres”

Leona Vicario


@AstridComPol



Hay una vacuna en México de la que nadie habla: la vacuna contra la apatía en la participación política de la mujer


El Instituto Nacional Electoral (INE) aseguraba tenerla desde el proceso electoral federal 2011- 2012 cuando decretó la obligatoriedad de las cuotas de género horizontal, vertical y trasversal para los cargos de elección popular de todos los partidos políticos y coaliciones registrados en contienda, a través de la Sala Superior del Tribunal Electoral de la Federación. Sin embargo en las contiendas de ese año el porcentaje de candidatas registradas mujeres fue menor al 40% en comparación con los hombres, y finalmente el resultado electoral no mejoró. Del 100% de los cargos de elección popular decididos ese año, apenas una cifra cercana al 35% fue ocupado por mujeres. No fue muy diferente en los procesos del 2015, 2018 y parece que no lo será en 2021 o tal vez sea justo éste el año que nos de la sorpresa.

Con este sórdido panorama surge la pregunta ¿Es suficiente que exista la vacuna para que deje de existir el virus?

Más contagiosa que el COVID y mucho más antigua es la idea arraigada que la mujer en México no le gusta participar en la política y si lo hace debe atenerse a descuidar sus “responsabilidades” socialmente establecidas como la familia, la casa, el marido o los hijos (las razones del amor), algo que -desde la opinión popular- la mayoría no aceptaría por las consecuencias que conlleva y lo poco redituable que resulta, especialmente cuando el trabajo político electoral de la mujer -sobre todo en Chiapas- se resume a la promoción y acarreo, pero no al liderazgo o la toma de decisiones.

Específicamente en Chiapas, en época electoral es común ver a los equipos de campaña conformar sus equipos cercanos con una evidente ausencia de liderazgos femeninos, no por falta de mujeres, sino por el contagioso virus de la apatía, que en definición estricta significa “la actitud que reniega o cuando menos ignora intencionadamente la actividad política ligada a la vida en sociedad”. Pero

en un sistema político de expresiones como “Juanitas” y “la mandaron a perder”, ¿podemos afirmar que son las mujeres las que reniegan o es la sociedad la que se niega?

Los tiempos han cambiado, ese virus que con la reciente Ley General de Instituciones y Procesos Electorales (LEGIPE) ya no se encuentra en la norma, sigue incubándose en la sociedad. Y aunque el Estado Mexicano desde las instituciones haga lo propio, difícilmente podrá erradicarse si seguimos

cubriendo las bocas y callando las voces de más de la mitad de la sociedad civil.



“No sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres”

Leona Vicario


@AstridComPol