/ martes 17 de mayo de 2022

Narrativa en los premios Breach/Valdez

En el espacio cultural del museo Franz Mayer retumbó en el ambiente ese dolor continuado del asesinato de periodistas en este país. Era la entrega a periodistas de los premios Beach/Valdez, galardón creado en memoria de Miroslava Breach y Javier Valdez, asesinados en Chihuahua, ella, y Sinaloa, él, en 2017.

Fueron dos primeros lugares, buscando relevar la tarea periodística sobre los derechos humanos. Tuvimos que combinar la alegría por las ganadoras, en reconocimiento a su rigor, a su valentía, a su capacidad, con el dolor y la indignación. Así se fue encadenando el mediodía. Oímos con pesar de Paula Mónaco Felipe los nombres de 200 periodistas que hemos perdido en 22 años. Vidas cegadas arteramente que niegan los derechos a la libertad de expresión y el derecho a la información.

Todas y todos los oradores, ahí, narraron cómo en México estamos viviendo la represión a las palabras. Balbina Flores Martínez, de Reporteros sin Fronteras, nos acongojó al preguntarse ¿cuántos asesinatos y familias destrozadas serán necesarios para que el gobierno mexicano haga de la protección de los y las periodistas y de la lucha contra la impunidad de estos crímenes una prioridad? Vivencié reflexiones vehementes sobre el valor de la libertad de expresión, de dar voz a la disidencia, del sentido de la democracia, del peligro de perder a quienes cuentan la realidad.

Fue la cuarta premiación, donde destacan dos hechos: uno que son mujeres las premiadas, las de una mención especial y la mayoría entre 10 trabajos finalistas, y otro, que los trabajos, rigurosos y del mejor periodismo, abordan la crisis humanitaria de la discriminación y las violencias feminicidas contra las mujeres.

Gloria Piña Espinoza, primera por su reportaje “Las Sobrevivientes olvidadas por la justicia”, una historia de mujeres que salvaron la vida ante su agresor, pero enfrentan mil vicisitudes, consecuencias y una lastimosa lucha por el reconocimiento del delito de tentativa fe feminicidio, revictimizadas y viviendo largos procesos e inauditas omisiones de las y los juzgadores. Pero organizadas ahora.

Wendy Selene Pérez y Paula Mónaco Felipe, segundas por “Mirar nuestra muerte, mujer perita en México”, investigación que entra al entretejido de la burocracia la estulticia del pasillo legal y de paso la discriminación contra quienes, como diría Paula, ellas, las peritas que miran su propia muerte.

Este conjunto de 63 trabajos elegibles, 10 destacados, son piezas periodísticas que están construyendo una nueva narrativa sobre la violación a los derechos humanos de las mujeres, sólo por ser mujeres.

Son narrativas de hechos invisibles para quienes gobiernan, vivencias cotidianas a las que sería una tragedia acostumbrarnos. Son situaciones que difícilmente con hondura y reflexión están en la opinión pública —salvo casos mediáticos que se convierten en un show— y que no son prioridad para la política.

Estas investigaciones, de oportunidad para el talento y capacidad periodísticas, son posibles, únicamente, por financiamientos o la suma de varios medios o grupos para realizarlos. Hoy, ninguna trabajadora de los medios industriales tiene manera para realizarlo desde su redacción.

Reflexiono, pienso, periodistas de una nueva generación, con otras miradas, no panfletarias, vanguardia y un salto cualitativo, hablando de la realidad de las mujeres, frente a gobiernos sin escucha y sin funcionarias feministas. Necesitamos este periodismo con mirada feminista que solo cuente la realidad, y trascender el pasillo del financiamiento externo —a veces no se leen— para volverse costumbre, como estamos experimentando en El Sol de México. Ni danza de cifras ni narrativa superficial. Contar es lo nuestro, defendiendo la libertad de expresión que, por cierto, no tiene sexo. Veremos…

Periodista. Directora del portal informativo SemMéxico.mx

En el espacio cultural del museo Franz Mayer retumbó en el ambiente ese dolor continuado del asesinato de periodistas en este país. Era la entrega a periodistas de los premios Beach/Valdez, galardón creado en memoria de Miroslava Breach y Javier Valdez, asesinados en Chihuahua, ella, y Sinaloa, él, en 2017.

Fueron dos primeros lugares, buscando relevar la tarea periodística sobre los derechos humanos. Tuvimos que combinar la alegría por las ganadoras, en reconocimiento a su rigor, a su valentía, a su capacidad, con el dolor y la indignación. Así se fue encadenando el mediodía. Oímos con pesar de Paula Mónaco Felipe los nombres de 200 periodistas que hemos perdido en 22 años. Vidas cegadas arteramente que niegan los derechos a la libertad de expresión y el derecho a la información.

Todas y todos los oradores, ahí, narraron cómo en México estamos viviendo la represión a las palabras. Balbina Flores Martínez, de Reporteros sin Fronteras, nos acongojó al preguntarse ¿cuántos asesinatos y familias destrozadas serán necesarios para que el gobierno mexicano haga de la protección de los y las periodistas y de la lucha contra la impunidad de estos crímenes una prioridad? Vivencié reflexiones vehementes sobre el valor de la libertad de expresión, de dar voz a la disidencia, del sentido de la democracia, del peligro de perder a quienes cuentan la realidad.

Fue la cuarta premiación, donde destacan dos hechos: uno que son mujeres las premiadas, las de una mención especial y la mayoría entre 10 trabajos finalistas, y otro, que los trabajos, rigurosos y del mejor periodismo, abordan la crisis humanitaria de la discriminación y las violencias feminicidas contra las mujeres.

Gloria Piña Espinoza, primera por su reportaje “Las Sobrevivientes olvidadas por la justicia”, una historia de mujeres que salvaron la vida ante su agresor, pero enfrentan mil vicisitudes, consecuencias y una lastimosa lucha por el reconocimiento del delito de tentativa fe feminicidio, revictimizadas y viviendo largos procesos e inauditas omisiones de las y los juzgadores. Pero organizadas ahora.

Wendy Selene Pérez y Paula Mónaco Felipe, segundas por “Mirar nuestra muerte, mujer perita en México”, investigación que entra al entretejido de la burocracia la estulticia del pasillo legal y de paso la discriminación contra quienes, como diría Paula, ellas, las peritas que miran su propia muerte.

Este conjunto de 63 trabajos elegibles, 10 destacados, son piezas periodísticas que están construyendo una nueva narrativa sobre la violación a los derechos humanos de las mujeres, sólo por ser mujeres.

Son narrativas de hechos invisibles para quienes gobiernan, vivencias cotidianas a las que sería una tragedia acostumbrarnos. Son situaciones que difícilmente con hondura y reflexión están en la opinión pública —salvo casos mediáticos que se convierten en un show— y que no son prioridad para la política.

Estas investigaciones, de oportunidad para el talento y capacidad periodísticas, son posibles, únicamente, por financiamientos o la suma de varios medios o grupos para realizarlos. Hoy, ninguna trabajadora de los medios industriales tiene manera para realizarlo desde su redacción.

Reflexiono, pienso, periodistas de una nueva generación, con otras miradas, no panfletarias, vanguardia y un salto cualitativo, hablando de la realidad de las mujeres, frente a gobiernos sin escucha y sin funcionarias feministas. Necesitamos este periodismo con mirada feminista que solo cuente la realidad, y trascender el pasillo del financiamiento externo —a veces no se leen— para volverse costumbre, como estamos experimentando en El Sol de México. Ni danza de cifras ni narrativa superficial. Contar es lo nuestro, defendiendo la libertad de expresión que, por cierto, no tiene sexo. Veremos…

Periodista. Directora del portal informativo SemMéxico.mx