/ viernes 14 de diciembre de 2018

SOMOS PRIETOS, GORDOS Y MUY TALENTOSOS

CARREREANDO LA CHULETA


Nuestros ancestros no eran obesos, por el contrario, la alimentación que tenían era de lo más sano que podemos imaginar, si siguiéramos con esos hábitos alimenticios otra cosa sería de la salud pública, el problema comenzó cuando llegaron a todos lados los camiones repartidores de Bimbo y de Coca, pero no empezaré con la comida porque no termino, además, esos eran los Mayas o los Aztecas.

Los mexicanos, después de todas las mezclas que tenemos en la sangre somos diferentes, no alcanzamos grandes alturas, ni parecemos espigas, somos en general, como decía la filósofa de Xochiltepec, de huesos anchos.

Así es nuestra raza, eso somos, aunque haya quienes insistan en decir necedades como “lo bueno es que el niño salió güerito”, cuando nosotros somos morenos, no blancos, ni negros ni amarillos, somos de un color canela perfecto, aunque nos neguemos a aceptarlos.

Afortunadamente pareciera que el reconocimiento está llegando de fuera y eso lo digo por dos casos muy sonados, aunque mucho me temo que hay muchos más. Se trata del triunfo de Yalitza Aparicio, una de las protagonistas de Roma, la más reciente película de Alfonso Cuarón, que por cierto está nominada a grandes premios como los Gotham Awards, precisamente en la categoría de mejor actriz; suena además como una de las favoritas para obtener un Oscar, de ese tamaño es la grandeza de este pedacito de mujer para quien antes de los aplausos, le han llovido estupideces por su físico, que no es más que el físico de una mexicana y no de la que acaba de ganar Miss Mundo por tener cintura de Barbie, nariz respingada y piel blanca, no, que por supuesto también tiene su mérito y mucho; mi pleito no es con ella por supuesto, es el ataque sistemático a una mujer súper talentosa por una apariencia que a muchos mexicanos nomás no les gusta.

El otro caso es el de la gimnasta Alexa Moreno, quien fue severamente criticada (para eso sí somos rebuenos) por su aspecto físico, porque no cumplía con el estereotipo de las gimnastas que tienen en la cabeza muchos ignorantes. La tildaron de gorda, se hicieron cualquier cantidad de chistes de mal gusto, pero los acaba de callar como sólo ella podía hacerlo: ganando una medalla de oro en la Copa Toyota de Japón en la prueba de salto de caballo, hace apenas unos días. Superó a una rusa y a una japonesa; no la tenía fácil.

Y si nos vamos más atrás, también en su tiempo la medallista Ana Gabriela Guevara fue criticada por no parecer muy “femenina”, lo mismo que “el mejor bailarín del mundo”, mexicano, de Jalisco, ahí nomás, Isaac Hernández, a quien no les gustó que no pareciera tan “machito” como corresponde a un hombre mexicano. Hay que escuchar cada tontería a veces.

¿Se da cuenta de lo grandes que somos? A pesar de estar gordos, parecer indios, jotos, marimachas. ¿Cuándo nos dejaremos de poner adjetivos que en nada ayudan y que por el contrario, sólo nos hacen ver tremendamente ignorantes?

Yo estoy sumamente orgulloso de que todos ellos sean mexicanos, ojalá mis colochos y mi gordura nos dieran algún premio, sé que algún día lo harán y que muchos se van a enojar porque en las fotos no voy a parecer Brad Pitt, pero no es el punto, lo grave es que por querer ser lo que no somos, nos estamos perdiendo de lo talentosos que sí somos.

El triunfo de todos ellos es doble, uno por el mérito que tienen en cada una de sus disciplinas, y el otro porque lograron superar la barrera de las críticas de su propia gente, los malos chistes, los adjetivos que nada tenían que ver con lo grandes que son.

Si eso pasa con figuras públicas, imagine usted lo que no pasa en las escuelas, en la oficina. Luego nos preguntamos por qué somos de repente tan agachados, tan dejados, tan conformistas, es simple, porque no nos han enseñado el valor de ser nosotros, así de chaparros, así de prietos, de flacos, de lacios. Nuestra fuerza no está ahí, nuestra valía está en la mezcla que recorre nuestras venas y en donde hay asiáticos, africanos, mayas, otomíes, europeos… Es lo que nos hace mexicanos.


CARREREANDO LA CHULETA


Nuestros ancestros no eran obesos, por el contrario, la alimentación que tenían era de lo más sano que podemos imaginar, si siguiéramos con esos hábitos alimenticios otra cosa sería de la salud pública, el problema comenzó cuando llegaron a todos lados los camiones repartidores de Bimbo y de Coca, pero no empezaré con la comida porque no termino, además, esos eran los Mayas o los Aztecas.

Los mexicanos, después de todas las mezclas que tenemos en la sangre somos diferentes, no alcanzamos grandes alturas, ni parecemos espigas, somos en general, como decía la filósofa de Xochiltepec, de huesos anchos.

Así es nuestra raza, eso somos, aunque haya quienes insistan en decir necedades como “lo bueno es que el niño salió güerito”, cuando nosotros somos morenos, no blancos, ni negros ni amarillos, somos de un color canela perfecto, aunque nos neguemos a aceptarlos.

Afortunadamente pareciera que el reconocimiento está llegando de fuera y eso lo digo por dos casos muy sonados, aunque mucho me temo que hay muchos más. Se trata del triunfo de Yalitza Aparicio, una de las protagonistas de Roma, la más reciente película de Alfonso Cuarón, que por cierto está nominada a grandes premios como los Gotham Awards, precisamente en la categoría de mejor actriz; suena además como una de las favoritas para obtener un Oscar, de ese tamaño es la grandeza de este pedacito de mujer para quien antes de los aplausos, le han llovido estupideces por su físico, que no es más que el físico de una mexicana y no de la que acaba de ganar Miss Mundo por tener cintura de Barbie, nariz respingada y piel blanca, no, que por supuesto también tiene su mérito y mucho; mi pleito no es con ella por supuesto, es el ataque sistemático a una mujer súper talentosa por una apariencia que a muchos mexicanos nomás no les gusta.

El otro caso es el de la gimnasta Alexa Moreno, quien fue severamente criticada (para eso sí somos rebuenos) por su aspecto físico, porque no cumplía con el estereotipo de las gimnastas que tienen en la cabeza muchos ignorantes. La tildaron de gorda, se hicieron cualquier cantidad de chistes de mal gusto, pero los acaba de callar como sólo ella podía hacerlo: ganando una medalla de oro en la Copa Toyota de Japón en la prueba de salto de caballo, hace apenas unos días. Superó a una rusa y a una japonesa; no la tenía fácil.

Y si nos vamos más atrás, también en su tiempo la medallista Ana Gabriela Guevara fue criticada por no parecer muy “femenina”, lo mismo que “el mejor bailarín del mundo”, mexicano, de Jalisco, ahí nomás, Isaac Hernández, a quien no les gustó que no pareciera tan “machito” como corresponde a un hombre mexicano. Hay que escuchar cada tontería a veces.

¿Se da cuenta de lo grandes que somos? A pesar de estar gordos, parecer indios, jotos, marimachas. ¿Cuándo nos dejaremos de poner adjetivos que en nada ayudan y que por el contrario, sólo nos hacen ver tremendamente ignorantes?

Yo estoy sumamente orgulloso de que todos ellos sean mexicanos, ojalá mis colochos y mi gordura nos dieran algún premio, sé que algún día lo harán y que muchos se van a enojar porque en las fotos no voy a parecer Brad Pitt, pero no es el punto, lo grave es que por querer ser lo que no somos, nos estamos perdiendo de lo talentosos que sí somos.

El triunfo de todos ellos es doble, uno por el mérito que tienen en cada una de sus disciplinas, y el otro porque lograron superar la barrera de las críticas de su propia gente, los malos chistes, los adjetivos que nada tenían que ver con lo grandes que son.

Si eso pasa con figuras públicas, imagine usted lo que no pasa en las escuelas, en la oficina. Luego nos preguntamos por qué somos de repente tan agachados, tan dejados, tan conformistas, es simple, porque no nos han enseñado el valor de ser nosotros, así de chaparros, así de prietos, de flacos, de lacios. Nuestra fuerza no está ahí, nuestra valía está en la mezcla que recorre nuestras venas y en donde hay asiáticos, africanos, mayas, otomíes, europeos… Es lo que nos hace mexicanos.