/ jueves 11 de febrero de 2021

Tu guía para el bien vivir | La importancia de los abrazos


Hace unos días, mi inquisitivo hijo preadolescente, me preguntó qué preferiría perder, si los brazos o las piernas. Le dije sin dudar, que las piernas.

--¿Porqué? Me preguntó.

--Porque sin mis brazos no podría abrazarte todas las mañanas o por las noches.

El cuestionamiento de mi hijo me llevó a pensar en todas las cosas que damos por sentado, aquello que pensamos que no es importante, que podemos hacer "al rato" o que simplemente no solemos dar o recibir porque no nos enseñaron, porque no queremos demostrar nuestras emociones, o porque "ya somos grandes".

Los abrazos son esenciales, son sanadores y reconfortan sin necesidad de palabras, es una maravillosa forma de expresión y contacto humano que permiten entrar en la intimidad de la persona que lo recibe y de quien lo da, si es por suficiente tiempo o si se da con la intención adecuada, puede reconstruir corazones.

Vamos por la vida evitando tocar a las otras personas, la pendemia ha contribuído a aislarnos y con ello a hacernos desconfiar de las otras personas, el saludo de lejos, la sana distancia, todo son medidas de precaución y están muy bien pero ¿Y en casa?.

Si no te sientes capaz de explicar a tus hijos e hijas este momento tan complicado, diles que todo va a estar bien y dales un abrazo. Si sientes que las fuerzas te faltan, que ya no puedes más con el horror de las cifras, abraza,abraza, abraza, no importa si no hay nadie más contigo, abrázate tú, pon las manos alrededor de tu cuerpo y date consuelo (inténtalo, te aseguro que funciona).

Abrazar es un acto solidario, compartido, que expresa sin necesidad de hablar, pero, si lo piensas bien, cada vez se hace menos. No hablo de este momento álgido en que es importante la distancia, sino desde antes, haz memoria.

Lo cierto es que los abrazos son cada vez menos, pensamos que es como "invadir" a la otra persona y aún cuando sintamos la necesidad de dar o recibir un abrazo ni lo damos, ni mucho menos lo pedimos, dejamos pasar la sensación de esa necesidad porque "no se vaya a ofender".

Cada vez menos abrazos de padres y madres a hijos e hijas y ni hablar de que se abracen entre ellos, cada vez menos abrazos entre amigos, cada vez menos y mucho menos conforme más adultos somos.

Claro que con el Covid-19 no podemos ir por el mundo abrazando a todas las personas que quisiéramos pero si en casa puedes hacerlo, de forma segura, no dejes pasar un día más para dar y recibir este maravilloso consuelo, porque si algo hace un abrazo es que resulta absolutamente paritario da la misma satisfacción a quien lo entrega que a quien lo recibe.

Por favor, no duermas este día sin abrazar a alguien y sí, eso te incluye a ti.


Fb. @ivonnesanadora

Escríbeme: ideleon@diariodelsur.com.mx


Hace unos días, mi inquisitivo hijo preadolescente, me preguntó qué preferiría perder, si los brazos o las piernas. Le dije sin dudar, que las piernas.

--¿Porqué? Me preguntó.

--Porque sin mis brazos no podría abrazarte todas las mañanas o por las noches.

El cuestionamiento de mi hijo me llevó a pensar en todas las cosas que damos por sentado, aquello que pensamos que no es importante, que podemos hacer "al rato" o que simplemente no solemos dar o recibir porque no nos enseñaron, porque no queremos demostrar nuestras emociones, o porque "ya somos grandes".

Los abrazos son esenciales, son sanadores y reconfortan sin necesidad de palabras, es una maravillosa forma de expresión y contacto humano que permiten entrar en la intimidad de la persona que lo recibe y de quien lo da, si es por suficiente tiempo o si se da con la intención adecuada, puede reconstruir corazones.

Vamos por la vida evitando tocar a las otras personas, la pendemia ha contribuído a aislarnos y con ello a hacernos desconfiar de las otras personas, el saludo de lejos, la sana distancia, todo son medidas de precaución y están muy bien pero ¿Y en casa?.

Si no te sientes capaz de explicar a tus hijos e hijas este momento tan complicado, diles que todo va a estar bien y dales un abrazo. Si sientes que las fuerzas te faltan, que ya no puedes más con el horror de las cifras, abraza,abraza, abraza, no importa si no hay nadie más contigo, abrázate tú, pon las manos alrededor de tu cuerpo y date consuelo (inténtalo, te aseguro que funciona).

Abrazar es un acto solidario, compartido, que expresa sin necesidad de hablar, pero, si lo piensas bien, cada vez se hace menos. No hablo de este momento álgido en que es importante la distancia, sino desde antes, haz memoria.

Lo cierto es que los abrazos son cada vez menos, pensamos que es como "invadir" a la otra persona y aún cuando sintamos la necesidad de dar o recibir un abrazo ni lo damos, ni mucho menos lo pedimos, dejamos pasar la sensación de esa necesidad porque "no se vaya a ofender".

Cada vez menos abrazos de padres y madres a hijos e hijas y ni hablar de que se abracen entre ellos, cada vez menos abrazos entre amigos, cada vez menos y mucho menos conforme más adultos somos.

Claro que con el Covid-19 no podemos ir por el mundo abrazando a todas las personas que quisiéramos pero si en casa puedes hacerlo, de forma segura, no dejes pasar un día más para dar y recibir este maravilloso consuelo, porque si algo hace un abrazo es que resulta absolutamente paritario da la misma satisfacción a quien lo entrega que a quien lo recibe.

Por favor, no duermas este día sin abrazar a alguien y sí, eso te incluye a ti.


Fb. @ivonnesanadora

Escríbeme: ideleon@diariodelsur.com.mx