/ sábado 26 de enero de 2019

Ya enseñar es lo de menos

CARREREANDO LA CHULETA



No hay nada más desconcertante que escuchar a una mujer juzgar a otra, que si cómo se viste, cómo se peina, cómo camina, cómo habla, que hasta ahí no pasaría de ser mera crítica, lo grave comienza cuando las frases van más allá y justifican conductas machistas que no tienen justificación alguna.

“Pero mírala, si nomás andan provocando y luego no quieren que les pasen cosas”. “Ella tiene la culpa de que le digan majaderías”. “Si andan enseñando es porque les gusta que les falten al respeto, que se aguanten”… la lista es larga.

Una mujer debería tener el derecho de andar sin ropa por la calle sin que tenga que pasarle absolutamente algo, porque si a un hombre se le ocurriera hacer lo mismo, se reirían algunas, se espantarían otras, pero le aseguro que al tipo no lo violarían en las primeras cuadras, no tratarían de llevárselo, encajuelarlo, de esclavizarlo para una red de tratantes, nada de eso sucedería, a lo mucho alguna frase graciosa, pero seguro estoy que ninguna mujer se atrevería o pensaría siquiera en hacer alguna aberración. ¿Por qué entonces sucede lo contrario?

Desde hace días anda en el ambiente la desafortunada declaración de una diputada local de Veracruz, que para combatir el recurrente feminicidio en ese Estado, proponía un toque de queda para las mujeres a partir de las 10 de la noche. Además, de que fue doblemente bochornoso, porque pa’ acabarla, Ana Miriam Ferráez, así se llama, es secretaria de la Comisión para la Igualdad de Género en el Congreso Local. Imagínese cómo andan las cosas, sus palabras me recordaron justo las frases que le acabo de compartir, mismas que he escuchado en la calle, en las plazas comerciales, en los mercados, cuando pasa alguna señorita con ropas entalladas o de tallas pequeñas y que dicho sea de paso, está en todo su derecho de hacerlo si así le viene en gana.

Las mujeres son hermosas y por nuestra cultura y educación, los hombres muchas veces, la gran mayoría no podemos evitar una mirada o dos, pero no creo que nuestra cultura nos lleve a asesinarlas; de la educación no estoy tan seguro.

¿Quiénes les inculcarán semejantes aberraciones? Para llegar a eso, efectivamente debe haber cierto daño psicológico, pero eso implica entonces no sé cuántos psicópatas en el país, porque si quiere saber la terrible cifra de acuerdo con el último informe de ONU Mujeres, siete mujeres son asesinadas todos los días ¿se imagina eso? Si lo quiere ver más cercano, imagine la calle donde vive y redúzcalo a una al mes, no tardaría mucho en que le tocara a una mujer de su casa ¿cierto? Así de grave es.

Algo hay en nuestra sociedad que no está funcionando, se está matando a las mujeres, lo cual en sí es terrible, pero eso es la punta del iceberg, lo que hay como base es lo más complejo, porque somos hombres y mujeres los que lo estamos propiciando. Aunque le parezca exagerado, con sólo una frase de esas que escuche un niño entiende que entonces es problemas de ellas, que ellas tienen la culpa, que lo que hacen los “hombres” es normal.

¿Qué deberíamos hacer? Y no me refiero a las políticas públicas, a la obligación que tiene el gobierno de tomar acciones, que claro que importa ¡y urge!, somos usted y yo, en primera porque puede que usted sea mujer y ya nomás con eso está en riesgo, en segunda, porque seguro tiene alguna cercana a la que ama y en tercera, porque las cifras no parecen disminuir, todo lo contrario.

Yo no soy de los que cree que los psicólogos pueden arreglar el mundo, de hecho le confieso que nunca he ido con uno -si ya sé que se nota- pero sí creo que una posible medida preventiva sea el incluir el manejo de las emociones en las escuelas, desde el preescolar y haciendo énfasis en la secundaria y el bachillerato.

Sé que en algunas zonas a duras penas tenemos escuelas con un maestro para todos los grupos, ya mero van a tener psicólogo, pero conforme se vaya pudiendo, así como le hacen con el inglés, debería introducirse el autoconocimiento en los chamacos, la escuela se ha querido ver como un instrumento meramente académico y a lo mejor eso funcionaba hace unas décadas; ya no.

Por si no lo ha notado, la aulas se han convertido en el único lugar en donde se puede tener a los chamacos cautivos, fuera de ahí, muchos padres no saben qué sucede, ni qué hace toda la tarde, ni qué siente, qué quiere, qué piensa, sus miedos, problemas, inseguridades, arranques y todo eso importa tanto o más que las matemáticas o el español y la prueba fehaciente de que no es historia y geografía lo que más necesitamos, los ingratos chamacos saben más de lo que nos imaginamos, es en lo que nos estamos convirtiendo, así que si a través de un aula es la única forma en que se pueda orientar a los niños y jóvenes para empezar a remediar nuestros grandes males como sociedad, ya se nos hizo tarde.


CARREREANDO LA CHULETA



No hay nada más desconcertante que escuchar a una mujer juzgar a otra, que si cómo se viste, cómo se peina, cómo camina, cómo habla, que hasta ahí no pasaría de ser mera crítica, lo grave comienza cuando las frases van más allá y justifican conductas machistas que no tienen justificación alguna.

“Pero mírala, si nomás andan provocando y luego no quieren que les pasen cosas”. “Ella tiene la culpa de que le digan majaderías”. “Si andan enseñando es porque les gusta que les falten al respeto, que se aguanten”… la lista es larga.

Una mujer debería tener el derecho de andar sin ropa por la calle sin que tenga que pasarle absolutamente algo, porque si a un hombre se le ocurriera hacer lo mismo, se reirían algunas, se espantarían otras, pero le aseguro que al tipo no lo violarían en las primeras cuadras, no tratarían de llevárselo, encajuelarlo, de esclavizarlo para una red de tratantes, nada de eso sucedería, a lo mucho alguna frase graciosa, pero seguro estoy que ninguna mujer se atrevería o pensaría siquiera en hacer alguna aberración. ¿Por qué entonces sucede lo contrario?

Desde hace días anda en el ambiente la desafortunada declaración de una diputada local de Veracruz, que para combatir el recurrente feminicidio en ese Estado, proponía un toque de queda para las mujeres a partir de las 10 de la noche. Además, de que fue doblemente bochornoso, porque pa’ acabarla, Ana Miriam Ferráez, así se llama, es secretaria de la Comisión para la Igualdad de Género en el Congreso Local. Imagínese cómo andan las cosas, sus palabras me recordaron justo las frases que le acabo de compartir, mismas que he escuchado en la calle, en las plazas comerciales, en los mercados, cuando pasa alguna señorita con ropas entalladas o de tallas pequeñas y que dicho sea de paso, está en todo su derecho de hacerlo si así le viene en gana.

Las mujeres son hermosas y por nuestra cultura y educación, los hombres muchas veces, la gran mayoría no podemos evitar una mirada o dos, pero no creo que nuestra cultura nos lleve a asesinarlas; de la educación no estoy tan seguro.

¿Quiénes les inculcarán semejantes aberraciones? Para llegar a eso, efectivamente debe haber cierto daño psicológico, pero eso implica entonces no sé cuántos psicópatas en el país, porque si quiere saber la terrible cifra de acuerdo con el último informe de ONU Mujeres, siete mujeres son asesinadas todos los días ¿se imagina eso? Si lo quiere ver más cercano, imagine la calle donde vive y redúzcalo a una al mes, no tardaría mucho en que le tocara a una mujer de su casa ¿cierto? Así de grave es.

Algo hay en nuestra sociedad que no está funcionando, se está matando a las mujeres, lo cual en sí es terrible, pero eso es la punta del iceberg, lo que hay como base es lo más complejo, porque somos hombres y mujeres los que lo estamos propiciando. Aunque le parezca exagerado, con sólo una frase de esas que escuche un niño entiende que entonces es problemas de ellas, que ellas tienen la culpa, que lo que hacen los “hombres” es normal.

¿Qué deberíamos hacer? Y no me refiero a las políticas públicas, a la obligación que tiene el gobierno de tomar acciones, que claro que importa ¡y urge!, somos usted y yo, en primera porque puede que usted sea mujer y ya nomás con eso está en riesgo, en segunda, porque seguro tiene alguna cercana a la que ama y en tercera, porque las cifras no parecen disminuir, todo lo contrario.

Yo no soy de los que cree que los psicólogos pueden arreglar el mundo, de hecho le confieso que nunca he ido con uno -si ya sé que se nota- pero sí creo que una posible medida preventiva sea el incluir el manejo de las emociones en las escuelas, desde el preescolar y haciendo énfasis en la secundaria y el bachillerato.

Sé que en algunas zonas a duras penas tenemos escuelas con un maestro para todos los grupos, ya mero van a tener psicólogo, pero conforme se vaya pudiendo, así como le hacen con el inglés, debería introducirse el autoconocimiento en los chamacos, la escuela se ha querido ver como un instrumento meramente académico y a lo mejor eso funcionaba hace unas décadas; ya no.

Por si no lo ha notado, la aulas se han convertido en el único lugar en donde se puede tener a los chamacos cautivos, fuera de ahí, muchos padres no saben qué sucede, ni qué hace toda la tarde, ni qué siente, qué quiere, qué piensa, sus miedos, problemas, inseguridades, arranques y todo eso importa tanto o más que las matemáticas o el español y la prueba fehaciente de que no es historia y geografía lo que más necesitamos, los ingratos chamacos saben más de lo que nos imaginamos, es en lo que nos estamos convirtiendo, así que si a través de un aula es la única forma en que se pueda orientar a los niños y jóvenes para empezar a remediar nuestros grandes males como sociedad, ya se nos hizo tarde.