Aunque parezca que el cambio climático y nuestra economía son temas diferentes, la realidad es que los cambios que está sufriendo el planeta están impactando directamente en nuestro bolsillo.
Sequías, lluvias y calores intensos, inundaciones y huracanes son algunos de los fenómenos que alcanzan la salud, economía, bienestar e incluso el patrimonio de las personas.
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De acuerdo con los especialistas, el cambio climático nos afecta de muchas formas: desde los precios del súper hasta la salud física y mental.
En 2009 la UNAM lanzó un reporte en el que algunos economistas liderados por el doctor Luis Miguel Galindo, quien es académico de la Facultad de Economía de esa casa de estudios, además de asesor de la CEPAL y profesor afiliado al CIDE, hicieron un análisis sobre los impactos que tienen los gases efecto invernadero en la economía de las personas.
Dicho estudio señalaba que si no se cambiaba el patrón de emisiones de estos gases, para 2050 el cambio climático iba a tener un costo del 6.5 por ciento del PIB (producto interno bruto) de nuestro país.
Aunque desde hoy, es decir 28 años antes, ya se están viviendo las pérdidas económicas y de vidas humanas ocasionadas por los fenómenos del cambio climático.
Una de las principales afectaciones se registra en la degradación de los suelos. Este cambio en la superficie afecta a la salud del suelo, lo que limita la cantidad de carbono que la tierra logra contener y que resulta en una disminución de la capacidad para producir bienes como los alimentos.
De acuerdo con la ONU, cerca del 30 por ciento de los alimentos se pierden como resultado de la degradación del suelo. Y esto se traduce en un aumento del costo de algunos alimentos como semillas, frutas y verduras, lo que trae repercusiones directas a la cartera de los consumidores.
Por si esto fuera poco, el cambio climático también limita la disponibilidad y calidad de agua para la agricultura, lo que reduce aún más la producción de los cultivos.
“Durante la temporada de otoño-invierno del año pasado, la falta de agua durante el ciclo hidrológico provocó que se dejaran de producir 400 mil toneladas de alimento; es decir, una décima parte de la producción de alimentos se detuvo por la falta de agua”, asegura en entrevista con El Sol de México Fernando Cruz, especialista en economía del medio ambiente y política pública, y cofundador de la Agencia de seguridad, energía y ambiente de la SEMARNAT.
Es decir: la falta de agua genera menor valor en la producción a nivel nacional e internacional, por lo que los precios aumentan y los gastos de las personas se desestabilizan, ya que gastan cada vez más por los mismos productos.
Otro de los fenómenos del cambio climático que actúa en las carteras de las personas son las sequías.
Este fenómeno es uno de los más presentes en la República, y no sólo afecta la economía, sino también la salud de las personas.
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Las sequías traen consigo deshidratación, la cual viene acompañada de muchas enfermedades gastrointestinales que provocan muertes, en su mayoría de niños y niñas.
“Hoy en día las enfermedades por aguas estancadas y partículas contaminantes en el agua y en el aire han aumentado y esto genera un mayor gasto para la población en medicinas y servicios de salud, lo que también implica que las primas de riesgo para los seguros en temas de enfermedades respiratorias incrementen, al igual que el costo de los mismos servicios”, asegura Cruz.
Asimismo, los fríos y calores extremos son otro factor que aumenta el número de personas enfermas al año, debido a que la temperatura ha aumentado en zonas donde antes el calor no era recurrente, mientras que en zonas calientes la temperatura baja al grado de causar problemas respiratorios a los habitantes de esa región.
Esto convierte a los golpes de calor, tos, gripa y deshidratación en un canal directo entre el cambio climático y los gastos de la población.
Ya se han abordado las repercusiones económicas y de salud que tienen estos fenómenos. Sin embargo, su alcance es tan grande que incluso llegan a afectar o destruir el patrimonio de algunas personas.
Por ejemplo, algunas personas viven en laderas, barrancas o cerca de ellas, zonas que con frecuencia sufren de deslaves. Al vivir en estas zonas, los pobladores están expuestos a que los deslaves provocados por las fuertes lluvias afecten sus viviendas e incluso las pierdan totalmente.
Esta es una de las formas en que este fenómeno es más agresivo, porque no sólo está repercutiendo en la quincena de la gente, sino también en su patrimonio.
Los más afectados
Si bien esta situación afecta a todos, hay sectores de la población que se encuentran mucho más vulnerables.
De acuerdo con el Banco Mundial, quienes tienen menores recursos económicos son los más afectados por el cambio climático. Esto debido a que son las personas más vulnerables ante situaciones de crisis y al tener menores recursos, la probabilidad de que se adapten o recuperen es casi nula.
Según datos de la ONU, durante los últimos 20 años los países más afectados de América Latina en cuestiones de cambio climático han sido México, Cuba y Haití, países en los que la economía va en picada y gran parte de sus poblaciones tienen bajos recursos o viven en pobreza extrema.
“El problema es que el costo climático lo estamos absorbiendo las personas comunes y no las grandes empresas que lo están generando”, dice en entrevista con este medio Natalia Lever, Branch Manager para México y Latinoamérica de The Climate Reality Project.
Por ello, el Banco Mundial propone la creación de redes de protección social fuertes pero flexibles para ayudar a las personas y evitar que caigan en la pobreza. Dichos sistemas pretenden funcionar como ayuda inmediata a las personas vulnerables, tanto económica como en términos de salud.
Así, la población vulnerable tendría más apoyo para combatir las etapas de crisis con la ayuda de sistemas de salud más eficaces e inmediatos. Con propuestas como esta, el Banco Mundial pretende que la pobreza no aumente con los fenómenos que se generan alrededor del mundo.
Manos a la obra
El cambio climático es el mayor problema de estos tiempos, por ello requiere atención urgente de toda la población mundial.
Como individuo, las acciones de vigilancia son las importantes. Por ello es especialmente importante seguir de cerca en qué proyectos invierten los bancos y los gobiernos, con el fin de revisar que estos apoyen acciones en favor del medio ambiente.
Pero hay más que podemos hacer de manera individual:
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“Desde casa podemos empezar a mitigar las afectaciones que el cambio climático nos trae con pequeñas acciones como revisar el agua y la comida que consumimos para evitar enfermedades. También ser ciudadanos conscientes y no molestarnos si vivimos en zonas inestables y las autoridades nos piden que salgamos de ese lugar porque no es seguro para nosotros, a partir de ahí ya estamos reduciendo los posibles riesgos para nosotros”, puntualizó Cruz.
Según señala un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) la adopción de medidas en contra del cambio climático conlleva muchos gastos, pero también afirman que actuar de manera consciente es mucho menos costoso y más eficaz.
Esta lucha es un trabajo conjunto en el que los gobiernos, las empresas y la población deben actuar y buscar soluciones sistémicas reales que enfrenten el tema ambiental y que crezcan de manera exponencial.
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“Lo que buscamos los activistas ambientales y la comunidad científica no es que los individuos cambien sus conductas, aunque eso ayuda, pero las verdaderas acciones se hacen ejerciendo presión política y cultural para generar el cambio que necesitamos y que se tomen decisiones más ambiciosas, pero sobre todo diferentes”, añadió Lever.
Los especialistas hacen un llamado a la población a involucrarse en temas del medio ambiente y cambio climático para que entiendan su importancia y tengan las armas para poder construir y exigir un mundo mejor para todos.
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