/ lunes 26 de agosto de 2024

Tatiana Huezo regresa al documental con El Eco

El trabajo nominado al Ariel muestra la vida en una pequeña comunidad del estado de Puebla en la que los niños toman responsabilidades antes de tiempo

Para Tatiana Huezo crecer es darse cuenta de que existen situaciones y experiencias que duelen, cuando reconoces ese dolor, lo asumes, pero en el proceso, una persona experimenta una sensación de perturbación, ansiedad, incluso confusión por ver un abismo desconocido enfrente.

Esa fue la reflexión que se planteó la cineasta hace algunos años, misma que dio origen al documental “El Eco”, que estrenará este 29 de agosto, en cines.

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“Es tal vez la película más compleja con la que me he encontrado a lo largo de mi camino. Fue un proceso muy largo, no sé si volvería a hacer una película así, fue un reto muy grande, un rodaje de 18 meses, en donde de alguna forma siento que la vida me puso a prueba de todos los pasos andados atrás”, afirmó Tatiana Huezo en entrevista con El Sol de México.

“El instinto de trabajar con la realidad que, de alguna forma, se ha convertido en mi brújula, llegó a un punto de madurez importante y ese oficio adquirido a lo largo de estos años me ayudó a enfrentar y resolver muchas dificultades que tuve durante este proyecto”, agregó.

El documental plasma la realidad de la comunidad El Eco, ubicada al norte de Puebla, cerca de los límites con el estado de Hidalgo. Es una locación pequeña, en donde la gente vive al día y se dedica al trabajo en el campo. Los niños asumen responsabilidades a muy temprana edad, la educación se transmite de los alumnos más grandes a los más pequeños; mientras los padres trabajan, los niños dividen su tiempo entre el cuidado de sus mayores, del ganado y los juegos que puedan improvisar, en medio de un clima cambiante.

“Una cosa que fue una guía muy importante para este documental es que habían ciclos, de la vida, de los animales, de la tierra, de la siembras, el ciclo escolar y sobre todo el del tiempo, el cambio de las estaciones, pero eso como tal no hace una película, a todo eso había que llenarlo de situaciones y de momentos de la vida de los personajes y mi parámetro siempre fue que quería sentir que mis personajes crecían, transmitir cómo en este año de vida, ellos crecen, se transforman, aprenden, se dan cuenta de cosas, esa es la película en realidad.

Cortesía, Pimienta Films

“A mí me ha dado ese instinto de mirar la realidad, de reconocer la pureza y la verdad que hay en la vida para poder ponerlo en las películas, amo meterme en la vida de los otros, descubrir las historias, la emoción, el cine que hay en una realidad ajena que no me pertenece, me parece una materia prima extraordinaria y cinematográfica”, sostuvo.

La investigación se llevó a cabo durante cuatro años. Fueron once viajes los que Tatiana y su equipo realizaron a la locación, en algunos de ellos vivieron en la comunidad, en otras ocasiones se hospedaron en hoteles cercanos. Pero Tatiana valoró mucho los momentos que pasó con los habitantes de El Eco, ya que entendió las dificultades que viven al enfrentarse al robo de sus recursos naturales y a las pocas ganancias que reciben tras arduas jornadas laborales.

“Cada rodaje me sentía perdida y tenía que reencontrar el hilo y ver lo que habíamos obtenido y con base en eso, reescribir permanentemente la película (ya que no contó con un guion). En la cinta hubo momentos maravillosos e increíbles de juego, conversaciones muy especiales (principalmente provocadas por ella misma), la niña jugando con sus muñecas, la abuela, cuando ella murió, por ejemplo, se me quedó vacía esa línea narrativa de ella y su nieta, que componían una línea de la película, fue uno de los momentos más críticos.

“Ella murió al principio, tal vez al segundo o tercer rodaje y entonces también eso es la reescritura permanente, más allá del golpe emocional que sí fue muy importante para mí, una vez que me repuse, me obligó a indagar más cosas en la vida de los personajes”, indicó.

Este es el cuarto largometraje de Huezo, tres de ellos en formato de documental y uno de ficción. Con “La Tempestad” se posicionó como la ganadora en la categoría de Mejor Dirección, de los Premios Ariel.

La originaria de El Salvador, pero afincada en México, cuenta con cinco estatuillas ganadas y para la edición 66 del Ariel, que se llevará a cabo el 7 de septiembre en el Teatro Degollado, en Guadalajara, Jalisco, “El Eco” sumó siete nominaciones, incluyendo Mejor Película y Dirección.


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Huezo ya trabaja en una nueva cinta de ficción, que será una road movie, lo único que pudo adelantar y próximamente otro documental, género que más le llama la atención.

El documental te obliga de una manera brutal al salir de tu de tu zona de confort, a ir a tocar la puerta de alguien más”, concluyó.


Para Tatiana Huezo crecer es darse cuenta de que existen situaciones y experiencias que duelen, cuando reconoces ese dolor, lo asumes, pero en el proceso, una persona experimenta una sensación de perturbación, ansiedad, incluso confusión por ver un abismo desconocido enfrente.

Esa fue la reflexión que se planteó la cineasta hace algunos años, misma que dio origen al documental “El Eco”, que estrenará este 29 de agosto, en cines.

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“Es tal vez la película más compleja con la que me he encontrado a lo largo de mi camino. Fue un proceso muy largo, no sé si volvería a hacer una película así, fue un reto muy grande, un rodaje de 18 meses, en donde de alguna forma siento que la vida me puso a prueba de todos los pasos andados atrás”, afirmó Tatiana Huezo en entrevista con El Sol de México.

“El instinto de trabajar con la realidad que, de alguna forma, se ha convertido en mi brújula, llegó a un punto de madurez importante y ese oficio adquirido a lo largo de estos años me ayudó a enfrentar y resolver muchas dificultades que tuve durante este proyecto”, agregó.

El documental plasma la realidad de la comunidad El Eco, ubicada al norte de Puebla, cerca de los límites con el estado de Hidalgo. Es una locación pequeña, en donde la gente vive al día y se dedica al trabajo en el campo. Los niños asumen responsabilidades a muy temprana edad, la educación se transmite de los alumnos más grandes a los más pequeños; mientras los padres trabajan, los niños dividen su tiempo entre el cuidado de sus mayores, del ganado y los juegos que puedan improvisar, en medio de un clima cambiante.

“Una cosa que fue una guía muy importante para este documental es que habían ciclos, de la vida, de los animales, de la tierra, de la siembras, el ciclo escolar y sobre todo el del tiempo, el cambio de las estaciones, pero eso como tal no hace una película, a todo eso había que llenarlo de situaciones y de momentos de la vida de los personajes y mi parámetro siempre fue que quería sentir que mis personajes crecían, transmitir cómo en este año de vida, ellos crecen, se transforman, aprenden, se dan cuenta de cosas, esa es la película en realidad.

Cortesía, Pimienta Films

“A mí me ha dado ese instinto de mirar la realidad, de reconocer la pureza y la verdad que hay en la vida para poder ponerlo en las películas, amo meterme en la vida de los otros, descubrir las historias, la emoción, el cine que hay en una realidad ajena que no me pertenece, me parece una materia prima extraordinaria y cinematográfica”, sostuvo.

La investigación se llevó a cabo durante cuatro años. Fueron once viajes los que Tatiana y su equipo realizaron a la locación, en algunos de ellos vivieron en la comunidad, en otras ocasiones se hospedaron en hoteles cercanos. Pero Tatiana valoró mucho los momentos que pasó con los habitantes de El Eco, ya que entendió las dificultades que viven al enfrentarse al robo de sus recursos naturales y a las pocas ganancias que reciben tras arduas jornadas laborales.

“Cada rodaje me sentía perdida y tenía que reencontrar el hilo y ver lo que habíamos obtenido y con base en eso, reescribir permanentemente la película (ya que no contó con un guion). En la cinta hubo momentos maravillosos e increíbles de juego, conversaciones muy especiales (principalmente provocadas por ella misma), la niña jugando con sus muñecas, la abuela, cuando ella murió, por ejemplo, se me quedó vacía esa línea narrativa de ella y su nieta, que componían una línea de la película, fue uno de los momentos más críticos.

“Ella murió al principio, tal vez al segundo o tercer rodaje y entonces también eso es la reescritura permanente, más allá del golpe emocional que sí fue muy importante para mí, una vez que me repuse, me obligó a indagar más cosas en la vida de los personajes”, indicó.

Este es el cuarto largometraje de Huezo, tres de ellos en formato de documental y uno de ficción. Con “La Tempestad” se posicionó como la ganadora en la categoría de Mejor Dirección, de los Premios Ariel.

La originaria de El Salvador, pero afincada en México, cuenta con cinco estatuillas ganadas y para la edición 66 del Ariel, que se llevará a cabo el 7 de septiembre en el Teatro Degollado, en Guadalajara, Jalisco, “El Eco” sumó siete nominaciones, incluyendo Mejor Película y Dirección.


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Huezo ya trabaja en una nueva cinta de ficción, que será una road movie, lo único que pudo adelantar y próximamente otro documental, género que más le llama la atención.

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