/ martes 25 de junio de 2019

Una década sin Michael Jackson, el rey del pop

La historia de Michael Jackson es fundamental en la música; después de muerto sigue siendo noticia tras el estreno del documental Leaving Neverland

La noticia se esparció por el mundo en cuestión de segundos: ¡Murió Michael Jackson!

El cantante sufrió un paro cardiorrespiratorio en su mansión de Holmby Hills, en Los Ángeles, California. Era la mañana del 25 de junio de 2009 cuando una llamada al 911 alertó a los servicios de emergencia. “¡Rápido, al hospital!”, urgieron los paramédicos al encontrar al cantante sin respiración, sin pulso.

Un enjambre de reporteros y camarógrafos se apostó en las afueras del Centro Médico Ronald Reagan a donde arribó la ambulancia a las 13:14 horas. La televisión transmitía en vivo y el azoro llegaba hasta la redacción de este diario, donde todo era un intenso movimiento al pendiente de lo que ocurría.

El Rey del pop fue declarado muerto a las 14:26 horas, sumiendo en la pesadumbre a propios y extraños. El dolor se apoderó de los millones de fans del cantante y bailarín que, con el alma crispada, se mostraban necios a aceptarlo.

Sucedió hace 10 años. ¡Una década sin el Rey del pop!, escribirán los diarios hoy al recordar al controvertido astro que cautivó a las masas con su manera de actuar, su arte, su estilo, su baile y su canto, su música; todo en un conjunto de cualidades que revolucionó a la industria del entretenimiento a partir de la década ochentera del siglo XX, cuando el artista obtuvo status de gran estrella.

Sí, aquel día había muerto el excéntrico cantante negro que padecía vitíligo, aunque sus detractores, que eran muchos, lo acusaban de renegar de su color y aseguraban que se blanqueaba la piel con dinero; aquel día falleció el hombre que fue acusado de abuso de menores, el millonario que adquirió el catálogo musical de Los Beatles, el amante que se casó con la hija de Elvis Presley, el filántropo que organizó la reunión de estrellas en USA for África y coescribió el tema We are the world; esa tarde dejó de existir Michael Joseph Jackson, el récord Guinness que, hasta la fecha, es considerado el artista pop más exitoso de todos los tiempos.

Tan sólo su álbum Thriller, de 1982, figura como el más vendido de la historia, con 65 millones de copias alrededor del mundo y su otro álbum, Bad, de 1987, es el primero en tener cinco sencillos en el número uno en las listas de Billboard.

Michael inició su carrera a los cinco años de edad, formando parte del grupo con sus hermanos, The Jackson Five.

Tenía 50 años y se aprestaba a ofrecer una serie de conciertos en Londres, cuando sobrevino el deceso. De hecho, había comenzado los ensayos del show This is it, que ya no pudo subir a escena. La radio, los diarios y la televisión coparon sus espacios informando sobre el fatal acontecimiento al conmocionado planeta: “Tras su muerte, surge ahora la leyenda. El rey ha muerto, ¡viva el rey!”.

MURRAY, CULPABLE DE HOMICIDIO

Los ojos apuntaron hacia su médico de cabecera, el doctor Conrad Murray, quien le habría inyectado un anestésico llamado propofol que requería de un equipo de monitoreo y reanimación adecuado, del cual carecía el facultativo.

El acta de defunción asentó una fuerte intoxicación con fármacos como causa del fallecimiento, pues Jackson también había ingerido benzodiasepina contra la ansiedad; el 28 de agosto de 2009, un juez de Los Ángeles determinó que la muerte de Jackson había sido un homicidio involuntario y, tras un largo juicio, Murray fue condenado en 2011 a cuatro años de prisión y fue liberado en el año 2013.

La noticia se esparció por el mundo en cuestión de segundos: ¡Murió Michael Jackson!

El cantante sufrió un paro cardiorrespiratorio en su mansión de Holmby Hills, en Los Ángeles, California. Era la mañana del 25 de junio de 2009 cuando una llamada al 911 alertó a los servicios de emergencia. “¡Rápido, al hospital!”, urgieron los paramédicos al encontrar al cantante sin respiración, sin pulso.

Un enjambre de reporteros y camarógrafos se apostó en las afueras del Centro Médico Ronald Reagan a donde arribó la ambulancia a las 13:14 horas. La televisión transmitía en vivo y el azoro llegaba hasta la redacción de este diario, donde todo era un intenso movimiento al pendiente de lo que ocurría.

El Rey del pop fue declarado muerto a las 14:26 horas, sumiendo en la pesadumbre a propios y extraños. El dolor se apoderó de los millones de fans del cantante y bailarín que, con el alma crispada, se mostraban necios a aceptarlo.

Sucedió hace 10 años. ¡Una década sin el Rey del pop!, escribirán los diarios hoy al recordar al controvertido astro que cautivó a las masas con su manera de actuar, su arte, su estilo, su baile y su canto, su música; todo en un conjunto de cualidades que revolucionó a la industria del entretenimiento a partir de la década ochentera del siglo XX, cuando el artista obtuvo status de gran estrella.

Sí, aquel día había muerto el excéntrico cantante negro que padecía vitíligo, aunque sus detractores, que eran muchos, lo acusaban de renegar de su color y aseguraban que se blanqueaba la piel con dinero; aquel día falleció el hombre que fue acusado de abuso de menores, el millonario que adquirió el catálogo musical de Los Beatles, el amante que se casó con la hija de Elvis Presley, el filántropo que organizó la reunión de estrellas en USA for África y coescribió el tema We are the world; esa tarde dejó de existir Michael Joseph Jackson, el récord Guinness que, hasta la fecha, es considerado el artista pop más exitoso de todos los tiempos.

Tan sólo su álbum Thriller, de 1982, figura como el más vendido de la historia, con 65 millones de copias alrededor del mundo y su otro álbum, Bad, de 1987, es el primero en tener cinco sencillos en el número uno en las listas de Billboard.

Michael inició su carrera a los cinco años de edad, formando parte del grupo con sus hermanos, The Jackson Five.

Tenía 50 años y se aprestaba a ofrecer una serie de conciertos en Londres, cuando sobrevino el deceso. De hecho, había comenzado los ensayos del show This is it, que ya no pudo subir a escena. La radio, los diarios y la televisión coparon sus espacios informando sobre el fatal acontecimiento al conmocionado planeta: “Tras su muerte, surge ahora la leyenda. El rey ha muerto, ¡viva el rey!”.

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Los ojos apuntaron hacia su médico de cabecera, el doctor Conrad Murray, quien le habría inyectado un anestésico llamado propofol que requería de un equipo de monitoreo y reanimación adecuado, del cual carecía el facultativo.

El acta de defunción asentó una fuerte intoxicación con fármacos como causa del fallecimiento, pues Jackson también había ingerido benzodiasepina contra la ansiedad; el 28 de agosto de 2009, un juez de Los Ángeles determinó que la muerte de Jackson había sido un homicidio involuntario y, tras un largo juicio, Murray fue condenado en 2011 a cuatro años de prisión y fue liberado en el año 2013.

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