/ martes 17 de marzo de 2020

Carrereando la chuleta | Habrá que autoeducarnos 


Con este asunto de la pandemia, de la crisis económica que se puede venir, de la inseguridad que no nos deja, mis ociosos pensamientos se preguntaron qué tan protegidos vivimos la mayoría de los mexicanos y qué tan protegida está nuestra familia.

Sé que vivimos al día, que no es que sobre algo del poco dinero que se logra juntar al mes, pero también es cierto que nuestras manías financieras no son las más sanas. Se nos hace refácil comprar el refresco, las galletas, las papas, o tiliches curiosos que aparentemente no significan un gran gasto, el problema es que si sumamos todos esos piquitos podríamos hacer con ese dinero cosas más útiles.

No estamos acostumbrados a tener seguros de nada, a duras penas el del auto y eso porque ya es obligatorio en muchos estados, pero por ejemplo, cuando tenemos un hijo en lo que menos pensamos es en ahorrar para su futuro, bueno empezando porque ni siquiera es que hayamos pensado en tener al hijo, pero esa es otra historia, si ya lo tenemos hay que hacer cosas inteligentes.

La nueva pandemia tiene vuelto loco al mundo y ya nos empezamos a poner locos nosotros. Ya se están dando las compras de pánico, hay quien ya no quiere saludar, ni salir de su casa, y cada quien decide la mejor forma de protegerse, no está de más, pero más allá de eso ¿estamos preparados para enfrentar una emergencia familiar?

Se ha preguntado los líos en los que se metería su familia si usted llega a faltar, lo que por supuesto deseamos que no sucediera nunca, pero es el ciclo natural de la vida y para acabarla no sabemos cuándo. Los gastos funerarios son caros, pero además, ¿se quedarían con alguna pensión? Si en su empresa lo dieron de alta con el sueldo mínimo ¿podrían vivir con eso?

Por alguna razón que desconozco las matemáticas y las finanzas no nos gustan, pero sería muy sano que comenzáramos con algunos mecanismos de ahorro, que en lugar de estar juntando y endeudándonos para los tres años del chamaco, los 15 de la chamaca, la fiesta de los 50, nos asesoráramos y buscáramos productos financieros que permitieran que justo tuviéramos con qué afrontar una emergencia.

No es broma, pero comience con el nunca bien ponderado cochinito y cada que vaya a comprarse un refresco o le vaya a dar al chamaco para unas papas (que ningún bien le van a hacer), póngalo ahí, si puede caminar (y de paso hace ejercicio) eche allí lo de la combi, si ve un aromatizante en forma de nave espacial que cuesta tres veces más que el de aerosol, piense si necesita un OVNI en su casa y mejor ponga la diferencia en el marranito.

Suena hasta infantil, pero nos tenemos que empezar a autoeducar de alguna forma y no sólo nosotros, nuestras familias, los chiquillos. Se imagina qué maravilla que si usted está embarazada o su pareja y comienzan desde ahorita a ahorrar para el chiquillo a través de algún instrumento financiera, cuando tenga 25 o 30 años le puedan decir aquí tienes 2 millones de pesos para que estudies, inviertas y planees mejor tu futuro, qué sería de usted si eso le hubieran dicho sus padres, algo diferente seguramente o mejor aún, que le digan no tienes que preocuparte por nosotros porque tenemos de aquí a lo que nos dé la vejez, todo bajo control.

No lo echemos en saco roto, a mí estas cosas de las emergencias no me asustan por el contagio en sí, me he librado durante más de 40 años del Dengue (del Chikungunya no, pero aquí sigo); he sobrevivido a tacos de contenido extraño cuando en algunos lugares no encuentras otra cosa qué comer, no me han tocado balas perdidas ni he estado en el lugar incorrecto a la hora incorrecta, pero el punto no soy yo, lo crítico es qué pasaría con los que dependen de mí si yo no estoy y todo por negarme a hacer una planeación y ser más estricto con las finanzas. Si me apellidara Slim, pues a lo mejor no me preocuparían esos temas, pero el 80 por ciento de la población en México se apellida González, Hernández o Pérez y hay que ser más listos para no caer en desgracia.


Con este asunto de la pandemia, de la crisis económica que se puede venir, de la inseguridad que no nos deja, mis ociosos pensamientos se preguntaron qué tan protegidos vivimos la mayoría de los mexicanos y qué tan protegida está nuestra familia.

Sé que vivimos al día, que no es que sobre algo del poco dinero que se logra juntar al mes, pero también es cierto que nuestras manías financieras no son las más sanas. Se nos hace refácil comprar el refresco, las galletas, las papas, o tiliches curiosos que aparentemente no significan un gran gasto, el problema es que si sumamos todos esos piquitos podríamos hacer con ese dinero cosas más útiles.

No estamos acostumbrados a tener seguros de nada, a duras penas el del auto y eso porque ya es obligatorio en muchos estados, pero por ejemplo, cuando tenemos un hijo en lo que menos pensamos es en ahorrar para su futuro, bueno empezando porque ni siquiera es que hayamos pensado en tener al hijo, pero esa es otra historia, si ya lo tenemos hay que hacer cosas inteligentes.

La nueva pandemia tiene vuelto loco al mundo y ya nos empezamos a poner locos nosotros. Ya se están dando las compras de pánico, hay quien ya no quiere saludar, ni salir de su casa, y cada quien decide la mejor forma de protegerse, no está de más, pero más allá de eso ¿estamos preparados para enfrentar una emergencia familiar?

Se ha preguntado los líos en los que se metería su familia si usted llega a faltar, lo que por supuesto deseamos que no sucediera nunca, pero es el ciclo natural de la vida y para acabarla no sabemos cuándo. Los gastos funerarios son caros, pero además, ¿se quedarían con alguna pensión? Si en su empresa lo dieron de alta con el sueldo mínimo ¿podrían vivir con eso?

Por alguna razón que desconozco las matemáticas y las finanzas no nos gustan, pero sería muy sano que comenzáramos con algunos mecanismos de ahorro, que en lugar de estar juntando y endeudándonos para los tres años del chamaco, los 15 de la chamaca, la fiesta de los 50, nos asesoráramos y buscáramos productos financieros que permitieran que justo tuviéramos con qué afrontar una emergencia.

No es broma, pero comience con el nunca bien ponderado cochinito y cada que vaya a comprarse un refresco o le vaya a dar al chamaco para unas papas (que ningún bien le van a hacer), póngalo ahí, si puede caminar (y de paso hace ejercicio) eche allí lo de la combi, si ve un aromatizante en forma de nave espacial que cuesta tres veces más que el de aerosol, piense si necesita un OVNI en su casa y mejor ponga la diferencia en el marranito.

Suena hasta infantil, pero nos tenemos que empezar a autoeducar de alguna forma y no sólo nosotros, nuestras familias, los chiquillos. Se imagina qué maravilla que si usted está embarazada o su pareja y comienzan desde ahorita a ahorrar para el chiquillo a través de algún instrumento financiera, cuando tenga 25 o 30 años le puedan decir aquí tienes 2 millones de pesos para que estudies, inviertas y planees mejor tu futuro, qué sería de usted si eso le hubieran dicho sus padres, algo diferente seguramente o mejor aún, que le digan no tienes que preocuparte por nosotros porque tenemos de aquí a lo que nos dé la vejez, todo bajo control.

No lo echemos en saco roto, a mí estas cosas de las emergencias no me asustan por el contagio en sí, me he librado durante más de 40 años del Dengue (del Chikungunya no, pero aquí sigo); he sobrevivido a tacos de contenido extraño cuando en algunos lugares no encuentras otra cosa qué comer, no me han tocado balas perdidas ni he estado en el lugar incorrecto a la hora incorrecta, pero el punto no soy yo, lo crítico es qué pasaría con los que dependen de mí si yo no estoy y todo por negarme a hacer una planeación y ser más estricto con las finanzas. Si me apellidara Slim, pues a lo mejor no me preocuparían esos temas, pero el 80 por ciento de la población en México se apellida González, Hernández o Pérez y hay que ser más listos para no caer en desgracia.