/ lunes 14 de febrero de 2022

El amor en las redes ¿es la nueva realidad?

De acuerdo a especialistas es más fácil conseguirlo, se siente más libre pero tiende a un mayor control pues se desarrolla esta constante necesidad de saber dónde está o qué está haciendo la pareja

Si usted ya tiene nietos, probablemente le tocó una época en que el amor de pareja era algo muy distinto de lo que podemos ver ahora. Si le tocaba jugar el rol de mujer básicamente estaba destinada a ser esposa, luego madre, en ese específico orden si es que quería ser “respetada”. Si era el caballero había que trabajar arduamente para dotar a la familia de todo lo necesario, pero antes de eso a usted le tocaba el cortejo, perseguir a la muchacha, quien por cierto tenía que ponerse “difícil” (para después aguantar lo que tuviera que aguantar con tal de preservar su matrimonio) y ser el que resolviera todas las cuestiones “importantes”. Muy probablemente se casó con alguien muy cercano a donde usted nació o creció, vecinos, compadres, parientes no muy lejanos y llegó a cumplir 50 años de matrimonio rodeado de muchos hijos y varios nietos.

O tal vez cuenta con algunos años menos y vivió actividades y obligaciones compartidas hablando de una vida en pareja, ya no necesariamente con un acta de matrimonio de por medio. Independientemente del género probablemente estudió una carrera que ejerció lo mejor que pudo sin descuidar su hogar, es decir, trabajaba el doble, pero con la ventaja de que su pareja también. Si hubo hijos no fueron más de dos y probablemente su historia de amor se dio en el trabajo, en una fiesta, en el transporte, en un viaje, es decir, en un lugar muy lejos de donde usted vivía.


Te puede interesar: ¿Qué pasa cuando nos enamoramos?


Pero ¿cómo se vive el amor ahora?, en estos tiempos donde la pandemia por Covid nos encerró (aún más de lo que ya estábamos) y hemos estado en contacto principalmente con nuestros dispositivos electrónicos, ha surgido con una mayor fuerza, el amor por las redes, con las ventajas y desventajas que esto supone. Estamos ya inmersos de alguna forma en las relaciones virtuales, mínimamente con algún amigo que vive del otro lado del mundo, y en donde no importa el espacio físico, o bien con una relación de pareja, muchas de las cuales probablemente deriven en una relación convencional (cara a cara), aunque seguramente otras preferirán quedarse en ese lugar virtual sin nunca encontrarse físicamente.

¿Pero eso también es amor? Para muchos expertos no, pues se queda apenas en el grado de enamoramiento, que no es lo mismo, pues la etapa que se define con tal nombre dura algunos meses, máximo 18, y es un proceso básicamente químico en nuestro cerebro, es decir, es prácticamente involuntario, una respuesta fisiológica; es la atracción física seguida por una atracción personal. Pasada esta etapa entran en juego cada vez más factores, tanto físicos como psicológicos, hasta llegar a lo que tradicionalmente se le llama amor.


El amor es una condición que se desarrolla porque es parte del proceso de humanización, es la que permite a un nuevo ser humano ser acogido y recibido en una familia / Foto: Cuartoscuro


Comencemos por el hecho de que, como lo explica la psicoanalista Salma Guerra Nava (entrevistada a este respecto), el amor es una condición que se desarrolla porque es parte del proceso de humanización, es la que permite a un nuevo ser humano ser acogido y recibido en una familia, que es el primer grupo social en donde se da esa “energía”, aunque después vienen otras clasificaciones al vincularse hacia otras personas y de donde nace el amor fraternal, el de pareja, o incluso hacia objetos o proyectos y que se traducen en ilusiones o sueños, pero en todo esto no estamos hablando sólo de sentimientos, también está involucrados el cuerpo y las emociones.

Partiendo de este hecho y al ser un acto inherente al ser humano, siempre vamos a estar en su búsqueda y en todo caso, lo que irán cambiando son las expectativas. Si hablamos de plataformas para obtener citas, o encuentros, o con esta idea de la pareja “ideal y para siempre”, se trata de procesos dinámicos e inmediatos, los filtros se hacen en segundos. Ya no tienes que conocer a 20 personas y dedicarles tiempo para saber si te es atractivo o si son compatibles, simplemente estableces las variables que requieres y obtienes el resultado que buscas sin siquiera pararte de tu cama o escritorio, en el supuesto, claro, de que las personas sean quienes dicen que son.

Investigadores de la Universidad de Indiana demostraron aquel dicho de que “en la Red, engañar es la regla, no la excepción”, pues según una publicación en la revista Computers in Human Behavior, sólo un 16% de las personas son completamente honestas en internet, lo cual suena lógico si partimos del entendido que el 98% de los internautas cree que todos los demás usuarios tergiversan la realidad, “ya sea para garantizar su privacidad, para sentirse más protegidos o para parecer más atractivos en las webs de encuentros sexuales”.


Nos encontramos con la paradoja de una mayor libertad en una relación virtual, que a la vez se vuelve más controladora pues hay una constante necesidad de saber dónde está o qué está haciendo la pareja / Foto: Cuartoscuro



Se ha establecido además que el comportamiento no ético puede producir emociones positivas (siempre y cuando no implique daño para terceras personas), se libera dopamina que es la hormona del placer y de la motivación. Claro que hay de engaños a engaños en la red, y mientras algunos no pasan de la desilusión porque el sujeto o sujeta parecía más alto, menos flaco o más agradable, hay quienes pierden la vida tras conocer a su “amor” que resultó ser un asesino, o en el menor de los daños pierden dinero como en el caso de los estafadores.

Pero, ¿qué hace tan atractivas las relaciones en la red? según el panel “Encuentros y desencuentros: la psique del amor” organizado por Telefónica en España, a pesar de que se está consciente de que la realidad de quienes se presentan con la intención de encontrar el amor, principalmente de pareja, es muy relativa, hay para comenzar una inmediatez, es decir, a través de internet, de las redes sociales, puedes hacer una búsqueda rápida de los gustos de la persona que te llamó la atención, y sin que ella lo sepa, en minutos conoces a qué lugares va, qué música escucha, quiénes son sus amigos, y sin siquiera conocerla, puedes “conocerla” y posiblemente enamorarte de ella, sin pasar por una, dos o diez citas.


Hubo una época en que el amor de pareja era algo muy distinto de lo que podemos ver ahora / Foto: Cuartoscuro


La sensación de mayor libertad es otro factor, pues se disminuyen las presiones, sociales sobre todo, porque se trata de personas que no tienen nada que ver con el círculo social cercano, de trabajo o familiar, entonces no hay una “necesidad” de triunfar si no funciona, basta un movimiento tan fácil, mecánicamente hablando, como presionar la tecla de borrar, para que esa persona desaparezca de nuestro entorno, o a lo mejor son varios “borrar” más, pero las posibilidades de interactuar se reducen al mínimo, cosa que no sucede con una relación que se da físicamente.

Además el argumento de venta (no olvidemos que estas plataformas obtienen un beneficio económico, en mayor o menor grado) es como el de cualquier producto, en este caso ofrece encontrar a la persona ideal para ti, sea cual sea tu objetivo, que sea para siempre, que garantice un buen encuentro sexual, o que sea el acompañante ideal, pues “hay para todos”, incluso cuando ya no hay una empresa, aplicación o espacio en concreto de por medio.

La mala noticia es que la mayoría de estas cosas no existen, ni lo ideal, ni lo eterno. De acuerdo con la psicoanalista Guerra Nava, románticamente queremos que trascienda una relación, que nunca se termine, porque nos cuesta trabajo entender que somos muy endebles y finitos, entonces queremos eternizar al menos la idea de que el amor sí trasciende. Se habla incluso de una energía que permanece, que no se destruye, que es lo que une el universo entero, “pero que nadie sabe si es verdad o no”, además, tampoco podemos olvidar el hecho de que una de las condiciones inherentes del ser humano es la de la falta, que es justo lo que nos lleva a movernos, el siempre querer algo más, y el deseo es imposible de satisfacer.

O en palabras del sociólogo italiano Francesco Alberoni –quien desde hace varias décadas considera esencial darle un tratamiento científico al tema del amor– lo hemos idealizado a tal grado que la gente busca un amor “perfecto, continuo”, lo cual lleva a expectativas poco realistas y por tanto a desilusiones posteriores que pueden causar depresión o desencadenar conductas agresivas.


De cada uno depende de qué forma quiere vivir sus relaciones amorosas, en este caso específicamente las de pareja / Foto: Cuartoscuro



Y por supuesto de cada uno depende de qué forma quiere vivir sus relaciones amorosas, en este caso específicamente las de pareja, porque “no hay ninguna norma para lograr una completitud porque nunca vamos a estar completos”, pero sí podemos al menos aspirar a vivir lo más armoniosamente posible con nuestros valores y creencias, porque en ese buscar, modificar, cambiar, nos encontramos con paradojas como la de una mayor libertad en una relación virtual, que a la vez se vuelve más controladora pues se desarrolla esta constante necesidad de saber dónde está o qué está haciendo la pareja, a través de la información que se comparte en las redes, ubicaciones, actividades, amistades, o hasta lo que comen, además de que se esperan respuestas o reacciones inmediatas, lo que crea un estado de ansiedad aún mayor al que se pudiera dar en una relación convencional. Algo tan “simple” como un “te conectaste y no me contestaste” puede ocasionar problemas de altos niveles.

El amor virtual no se va a detener y mucho menos a desaparecer, tendrá que seguir o evolucionando o ajustándose a las necesidades y expectativas que vayan surgiendo. De momento aún no se conocen todas las implicaciones y ni siquiera se da esta categoría a las relaciones virtuales, pero es una realidad para muchos, sobre todo jóvenes, que han encontrado gracias a esta “distancia”, una oportunidad para sentirse “amados”, y esto es lo más rescatable, porque las decepciones de cualquier forma llegan solas.

Si usted ya tiene nietos, probablemente le tocó una época en que el amor de pareja era algo muy distinto de lo que podemos ver ahora. Si le tocaba jugar el rol de mujer básicamente estaba destinada a ser esposa, luego madre, en ese específico orden si es que quería ser “respetada”. Si era el caballero había que trabajar arduamente para dotar a la familia de todo lo necesario, pero antes de eso a usted le tocaba el cortejo, perseguir a la muchacha, quien por cierto tenía que ponerse “difícil” (para después aguantar lo que tuviera que aguantar con tal de preservar su matrimonio) y ser el que resolviera todas las cuestiones “importantes”. Muy probablemente se casó con alguien muy cercano a donde usted nació o creció, vecinos, compadres, parientes no muy lejanos y llegó a cumplir 50 años de matrimonio rodeado de muchos hijos y varios nietos.

O tal vez cuenta con algunos años menos y vivió actividades y obligaciones compartidas hablando de una vida en pareja, ya no necesariamente con un acta de matrimonio de por medio. Independientemente del género probablemente estudió una carrera que ejerció lo mejor que pudo sin descuidar su hogar, es decir, trabajaba el doble, pero con la ventaja de que su pareja también. Si hubo hijos no fueron más de dos y probablemente su historia de amor se dio en el trabajo, en una fiesta, en el transporte, en un viaje, es decir, en un lugar muy lejos de donde usted vivía.


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Pero ¿cómo se vive el amor ahora?, en estos tiempos donde la pandemia por Covid nos encerró (aún más de lo que ya estábamos) y hemos estado en contacto principalmente con nuestros dispositivos electrónicos, ha surgido con una mayor fuerza, el amor por las redes, con las ventajas y desventajas que esto supone. Estamos ya inmersos de alguna forma en las relaciones virtuales, mínimamente con algún amigo que vive del otro lado del mundo, y en donde no importa el espacio físico, o bien con una relación de pareja, muchas de las cuales probablemente deriven en una relación convencional (cara a cara), aunque seguramente otras preferirán quedarse en ese lugar virtual sin nunca encontrarse físicamente.

¿Pero eso también es amor? Para muchos expertos no, pues se queda apenas en el grado de enamoramiento, que no es lo mismo, pues la etapa que se define con tal nombre dura algunos meses, máximo 18, y es un proceso básicamente químico en nuestro cerebro, es decir, es prácticamente involuntario, una respuesta fisiológica; es la atracción física seguida por una atracción personal. Pasada esta etapa entran en juego cada vez más factores, tanto físicos como psicológicos, hasta llegar a lo que tradicionalmente se le llama amor.


El amor es una condición que se desarrolla porque es parte del proceso de humanización, es la que permite a un nuevo ser humano ser acogido y recibido en una familia / Foto: Cuartoscuro


Comencemos por el hecho de que, como lo explica la psicoanalista Salma Guerra Nava (entrevistada a este respecto), el amor es una condición que se desarrolla porque es parte del proceso de humanización, es la que permite a un nuevo ser humano ser acogido y recibido en una familia, que es el primer grupo social en donde se da esa “energía”, aunque después vienen otras clasificaciones al vincularse hacia otras personas y de donde nace el amor fraternal, el de pareja, o incluso hacia objetos o proyectos y que se traducen en ilusiones o sueños, pero en todo esto no estamos hablando sólo de sentimientos, también está involucrados el cuerpo y las emociones.

Partiendo de este hecho y al ser un acto inherente al ser humano, siempre vamos a estar en su búsqueda y en todo caso, lo que irán cambiando son las expectativas. Si hablamos de plataformas para obtener citas, o encuentros, o con esta idea de la pareja “ideal y para siempre”, se trata de procesos dinámicos e inmediatos, los filtros se hacen en segundos. Ya no tienes que conocer a 20 personas y dedicarles tiempo para saber si te es atractivo o si son compatibles, simplemente estableces las variables que requieres y obtienes el resultado que buscas sin siquiera pararte de tu cama o escritorio, en el supuesto, claro, de que las personas sean quienes dicen que son.

Investigadores de la Universidad de Indiana demostraron aquel dicho de que “en la Red, engañar es la regla, no la excepción”, pues según una publicación en la revista Computers in Human Behavior, sólo un 16% de las personas son completamente honestas en internet, lo cual suena lógico si partimos del entendido que el 98% de los internautas cree que todos los demás usuarios tergiversan la realidad, “ya sea para garantizar su privacidad, para sentirse más protegidos o para parecer más atractivos en las webs de encuentros sexuales”.


Nos encontramos con la paradoja de una mayor libertad en una relación virtual, que a la vez se vuelve más controladora pues hay una constante necesidad de saber dónde está o qué está haciendo la pareja / Foto: Cuartoscuro



Se ha establecido además que el comportamiento no ético puede producir emociones positivas (siempre y cuando no implique daño para terceras personas), se libera dopamina que es la hormona del placer y de la motivación. Claro que hay de engaños a engaños en la red, y mientras algunos no pasan de la desilusión porque el sujeto o sujeta parecía más alto, menos flaco o más agradable, hay quienes pierden la vida tras conocer a su “amor” que resultó ser un asesino, o en el menor de los daños pierden dinero como en el caso de los estafadores.

Pero, ¿qué hace tan atractivas las relaciones en la red? según el panel “Encuentros y desencuentros: la psique del amor” organizado por Telefónica en España, a pesar de que se está consciente de que la realidad de quienes se presentan con la intención de encontrar el amor, principalmente de pareja, es muy relativa, hay para comenzar una inmediatez, es decir, a través de internet, de las redes sociales, puedes hacer una búsqueda rápida de los gustos de la persona que te llamó la atención, y sin que ella lo sepa, en minutos conoces a qué lugares va, qué música escucha, quiénes son sus amigos, y sin siquiera conocerla, puedes “conocerla” y posiblemente enamorarte de ella, sin pasar por una, dos o diez citas.


Hubo una época en que el amor de pareja era algo muy distinto de lo que podemos ver ahora / Foto: Cuartoscuro


La sensación de mayor libertad es otro factor, pues se disminuyen las presiones, sociales sobre todo, porque se trata de personas que no tienen nada que ver con el círculo social cercano, de trabajo o familiar, entonces no hay una “necesidad” de triunfar si no funciona, basta un movimiento tan fácil, mecánicamente hablando, como presionar la tecla de borrar, para que esa persona desaparezca de nuestro entorno, o a lo mejor son varios “borrar” más, pero las posibilidades de interactuar se reducen al mínimo, cosa que no sucede con una relación que se da físicamente.

Además el argumento de venta (no olvidemos que estas plataformas obtienen un beneficio económico, en mayor o menor grado) es como el de cualquier producto, en este caso ofrece encontrar a la persona ideal para ti, sea cual sea tu objetivo, que sea para siempre, que garantice un buen encuentro sexual, o que sea el acompañante ideal, pues “hay para todos”, incluso cuando ya no hay una empresa, aplicación o espacio en concreto de por medio.

La mala noticia es que la mayoría de estas cosas no existen, ni lo ideal, ni lo eterno. De acuerdo con la psicoanalista Guerra Nava, románticamente queremos que trascienda una relación, que nunca se termine, porque nos cuesta trabajo entender que somos muy endebles y finitos, entonces queremos eternizar al menos la idea de que el amor sí trasciende. Se habla incluso de una energía que permanece, que no se destruye, que es lo que une el universo entero, “pero que nadie sabe si es verdad o no”, además, tampoco podemos olvidar el hecho de que una de las condiciones inherentes del ser humano es la de la falta, que es justo lo que nos lleva a movernos, el siempre querer algo más, y el deseo es imposible de satisfacer.

O en palabras del sociólogo italiano Francesco Alberoni –quien desde hace varias décadas considera esencial darle un tratamiento científico al tema del amor– lo hemos idealizado a tal grado que la gente busca un amor “perfecto, continuo”, lo cual lleva a expectativas poco realistas y por tanto a desilusiones posteriores que pueden causar depresión o desencadenar conductas agresivas.


De cada uno depende de qué forma quiere vivir sus relaciones amorosas, en este caso específicamente las de pareja / Foto: Cuartoscuro



Y por supuesto de cada uno depende de qué forma quiere vivir sus relaciones amorosas, en este caso específicamente las de pareja, porque “no hay ninguna norma para lograr una completitud porque nunca vamos a estar completos”, pero sí podemos al menos aspirar a vivir lo más armoniosamente posible con nuestros valores y creencias, porque en ese buscar, modificar, cambiar, nos encontramos con paradojas como la de una mayor libertad en una relación virtual, que a la vez se vuelve más controladora pues se desarrolla esta constante necesidad de saber dónde está o qué está haciendo la pareja, a través de la información que se comparte en las redes, ubicaciones, actividades, amistades, o hasta lo que comen, además de que se esperan respuestas o reacciones inmediatas, lo que crea un estado de ansiedad aún mayor al que se pudiera dar en una relación convencional. Algo tan “simple” como un “te conectaste y no me contestaste” puede ocasionar problemas de altos niveles.

El amor virtual no se va a detener y mucho menos a desaparecer, tendrá que seguir o evolucionando o ajustándose a las necesidades y expectativas que vayan surgiendo. De momento aún no se conocen todas las implicaciones y ni siquiera se da esta categoría a las relaciones virtuales, pero es una realidad para muchos, sobre todo jóvenes, que han encontrado gracias a esta “distancia”, una oportunidad para sentirse “amados”, y esto es lo más rescatable, porque las decepciones de cualquier forma llegan solas.

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