Alrededor de siete mujeres migrantes de diferentes nacionalidades exigieron al Instituto Nacional de Migración que libere a sus esposos quienes tienen días al interior de este inmueble federal y no han podido saber nada de ellos.
Evelin Sanabria, originaria de Venezuela, señaló que lleva cinco días esperando que liberen a su esposo de esa prisión; en donde duermen en el piso, la comida que les dan no es buena, reciben maltratos psicológico, verbales y en ocasiones hasta físicos.
“Ahí adentro está mi esposo, el hijo de mi esposo y mi cuñado, pero nosotros no sabemos nada de ellos porque las autoridades les quitan el teléfono para que no puedan grabar las malas condiciones en las que se encuentra ese lugar”, expresó.
Comentó que las autoridades están reprimiendo a todos los que están de paso por México con la intención de llegar a los Estados Unidos por una mejor calidad de vida para sus hijos.
Acusó que desde las cinco de la mañana que llegan en busca de información, pueden pasar todo el día, tarde o noche y nadie les informa de sus parientes o si siguen ahí adentro o ya los deportaron.
María Elena Juárez, hondureña, también está solicitando la liberación de su esposo que lleva ocho días al interior de la estación migratoria y no sabe nada de él.
“El miedo que tengo es que lo regresen y me quede yo acá con mis dos hijos, pido que alguien me ayude y no permitan una separación familiar más, por la falta de conciencia del instituto de migración de México”, abundó.
Aseguró que son siete mujeres que están afuera de la estación migratoria Siglo XXI esperando que sus esposo sean liberados, para poder continuar su camino que son los Estados Unidos.
María Trinidad, colombiana, de 65 años, también tiene ocho días 'haciendo guardia' afuera del Siglo XXI esperando una respuesta de las autoridades de migración y saber si su esposo se encuentra bien.
“El trato que recibimos de las autoridades es inhumano, ya que nos encierran, nos persiguen y nos separan de nuestros seres queridos, pero lo peor es que nos tienen desinformadas” externó.
Puntualizó que ellas tienen que esperar bajo el agua y sol con sus hijos a que sus maridos salgan, para continuar su camino a la frontera norte de México y posteriormente tratar de cruzar el río Bravo.