La situación por la que atraviesan los niños y jóvenes de México y Chiapas, a los cuales durante este sexenio los gobiernos federal y estatal les fallan de manera estrepitosa, sólo puede ofrecerles un oscuro panorama y expectativas nada halagadoras.
Las políticas públicas y los resultados del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, han sido erráticos o francamente contrarios a la felicidad que ofreció a la niñez y la juventud mexicanas.
Entre ellos y sólo como ejemplos de esas malas prácticas gubernamentales de Morena, sin ser exhaustivos, podemos señalar las siguientes:
El cierre de las estancias infantiles que beneficiaban a 3 millones de niños y de las escuelas a tiempo completo, otros 3 millones;
La probabilidad del 30% de que mujercitas entre los 14 los 22 años sean víctimas de desaparición y las cada vez más comunes desapariciones -forzadas o no- de jóvenes varones, que se relacionan con el reclutamiento del crimen organizado;
La eliminación de los apoyos gubernamentales para los tratamientos de niños con cáncer, que suman anualmente alrededor de 6,000 nuevos casos, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud.
Tan sólo en un año, la Gaceta de la facultad de medicina de la UNAM reportó en México el fallecimiento cada cuatro horas de un niño, a causa de esta enfermedad. 2 mil muertes.
Aún con todo eso, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador eliminó sin misericordia los apoyos a los tratamientos de niños con cáncer del presupuesto federal.
No tuvo la mínima empatía con las familias afectadas, condenó a sus niños enfermos a morir, o a lo imposible: pagar de su propio peculio un promedio de 9 mil pesos semanales de tratamiento, más gastos de traslado, hospedaje, alimentación y medicinas.
El caso de Chiapas es patético, porque el estado ostenta el triste primer lugar en pobreza y falta de empleo, salud, educación y seguridad; bastaría referir los indicadores del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, donde ocupa el lugar 32 en el Índice de Desarrollo Humano, es decir, el último lugar.
Expertos en la materia señalan que cada vez más aumentan los casos de cáncer infantil y que la tasa de mortalidad más alta se da por leucemia en niños chiapanecos de 5 a 14 años, a los que afectan también otros tipos de cáncer y enfermedades raras.
Otros datos que evidencian la poca importancia que se dio a los niños y jóvenes de Chiapas, durante el presente sexenio de Morena, son los siguientes:
Según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en México, 8 de cada 10 niños y adolescentes se encuentran en situación de pobreza en Chiapas;
La Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias en Chiapas, establece la tasa del infame trabajo infantil en 20%, superior a la media nacional; la trata de blancas, en 8º lugar nacional; y los partos por madres niñas y adolescentes, en 23.6 por ciento de la tasa nacional.
El Pacto por la Primera Infancia calcula que 651 mil niños y niñas menores a 6 años de Chiapas se encuentran en situación en pobreza, 79.3%; 239 mil menores de cinco años padecen anemia; y 142 mil menores de cinco años padecen desnutrición crónica.
Además, hay 620 mil niñas y niños menores de seis años sin afiliación a servicios de salud, 35 mil con limitaciones o discapacidad; 408 mil menores de 3 años sin servicios de educación inicial; y más de 90 mil entre 3 y 5 años sin educación preescolar.
Toda esta apatía oficial -diciéndolo en términos amables- afecta para toda la vida a los niños y adolescentes de México y Chiapas, quienes en vez de obtener la solidaridad del gobierno vieron disminuidas sus posibilidades de desarrollo integral.
Se entiende que las niñas y niños no votan y los jóvenes en estas condiciones, lo harán supeditados a la dádiva pública y a la voluntad de quienes arteramente los tienen completamente zocados...
¿Pero eran necesarios tanto escarnio y sevicia? ¿Tanta indolencia? ¿Tanto abandono? ¿Tanta atrocidad? Hay un ataque generalizado contra nuestros niños y adolescentes. Hay un gobierno culpable de un crimen de lesa humanidad.
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