Humberto no tenía nada particular qué hacer ese día pero se había despertado con el ansia de ir a algún lado, tomó su camisa favorita, unos pantalones cómodos y el único par de zapatos de vestir que tenía, se subió a su camioneta y condujo por Tapachula sin un rumbo fijo.
Del otro lado de la ciudad, Margarita esperaba por una llamada un mensaje, pero su teléfono parecía haber enmudecido, la noche se antojaba para salir pero José Luis su mejor amigo se había ido a Playa Linda con su novio, tampoco estaba Karina para ir a bailar.
Humberto circuló por dos horas, se detuvo en tres lugares a tomarse una cerveza y una botana, pero nada parecía satisfacerle, hasta que pasó por el paseo de las Hortensias y recordó que hace dos meses había estado en un acogedor lugar, de esos que tienen el tono exacto de luz, en donde la compañía se siente grata y sirven unas aromáticas bebidas dignas del paladar más exigente, no podía ser otro que Corazón de Agave.
Ese día había mesas disponibles y recordó que la vez anterior con los amigos compartió una exquisita tabla de quesos y por supuesto mezcal.
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Margarita un tanto harta de las negativas de sus amigos, decidió a consentirse, así que se fue a su restaurante favorito, cuando Humberto llegó no pudo evitar ver aquel vestido, el cabello, y por supuesto la sonrisa de una hermosa dama que le estaba ordenando al mesero el guacamole que tanto le gustaba, por instinto con toda la caballerosidad que lo distinguía, la saludó y se sentó en la mesa del otro lado del cristal, ella estaba tan a gusto que sin problema le respondió el saludo, ya lo había visto antes en varias ocasiones.
Cuando llegaron las bebidas en un coordinado impulso se dijeron salud con un ademán, él fue a su mesa y le preguntó si no le importaba que la acompañara en lo que estaban los platillos, a ella se le hizo tan familiar que aceptó, la plática se desarrolló con tal soltura que cuando se dieron cuenta eran como un par de viejos amigos.
Como siempre los dueños del lugar, atentos a cada detalle y sobre todo si se trata de consentir a sus clientes, además de contar con la presencia de Sergio Herrán y su guitarra ya aderezaban el ambiente con muy buena música.
Aquella noche no se atrevieron a más, regresaron a la siguiente semana ya como novios y en la misma mesa este día van a festejar su primer aniversario y por supuesto será allí, en Corazón de Agave y siendo fieles a la tradición, pedirán un queso fundido para los dos, una orden de tacos y sin poder faltar un delicioso mezcal.
Humberto es muy penoso y no quiso posar para nuestras cámaras, se lo dejó a ella que luce radiante, feliz.
Gracias por compartirnos su historia y su felicidad.