Al celebrar el nacimiento del Señor Jesús, príncipe de la paz, el obispo de Tapachula Jaime Calderón Calderón, llamó a los fieles a un mayor compromiso en la construcción de la paz en las familias, ante el flagelo de las violencias que se vive en la región y en el país.
Dijo que esta realidad representa un reto para cambiar de estrategias, ofrecer respuestas nuevas y más creativas para colocar la buena nueva en los corazones de las personas, en las estructuras y en todos los ámbitos, por lo que consideró que solo una vida que recibe en su corazón a Cristo, tendrá una vida digna y tendrá también una vida digna el lugar donde vive.
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Señaló qué la respuesta de Dios a la humanidad que ha se ha dejado seducir por la fuerza del mal es la promesa del Mesías, el ungido del espíritu que abre la historia la posibilidad de restaurar en el mundo la armonía original.
Indicó que en Jesucristo, cumple esta promesa mesiánica de la paz, que trae para todos los bienes de la salvación y es que en él se descubre plenamente el misterio de Dios y el misterio del hombre, en el que se puede lograr la paz que tanto anhelan las familias ante la ola de violencia.
Detalló que Jesús propuso una instancia crítica respecto a un sistema político que se sacrilizaba y divinizaba la persona del emperador y su actuación, que implicaba la imposición violenta de la paz, y con su compasión, el señor inauguró el reino de vida ofrecido a todas las personas, especialmente a las más pobres y a las que sufren, haciéndoles saber que Dios no tiene nada que ver con las violencias o con la muerte que imperan en el mundo.
Puntualizó que Jesús rechazó la violencia como forma de sociabilidad y lo mismo pide a sus discípulos al invitarlos a aprender de su humildad y mansedumbre, pero se debe entender que solo para romper la espiral de la violencia es preciso poner la otra mejilla, perdonar siempre y amar hasta los enemigos, paradoja incomprensible para quienes no conocen a Dios o no lo aceptan en sus vidas.
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Finalmente, el obispo deseó una Feliz Navidad a todas las familias y a la comunidad parroquial, rogando a Dios de todo corazón que su paz reine siempre en los corazones de todas las personas de esta región, del Estado y del país.