/ domingo 16 de julio de 2023

Magali Andaluz Arévalo, premio al Mérito del Éxito

Una celebre historia de amor que hoy por hoy mantiene a una mujer con una vida feliz, realizada y aún llena de ilusiones

“Soy Magali Andaluz Arévalo, nací en la ciudad de Tapachula Chiapas el 22 de diciembre de 1963, soy auténticamente huacalera”. Así comenzamos lo de hoy, la maestra Magali Andaluz Arévalo y este servidor.

Se trata de la hija del prestigiado médico Manuel Andaluz Sosa; es la mayor de tres hermanas y tiene aún el privilegio de disfrutar a Isaura Arévalo Simuta, su madre.

Su vida está marcada por el amor, pero su historia debe narrarse con justicia. Así que empecemos diciendo era una niña bien que cursó la primaria en el Colegio Guadalupano Constancia y Trabajo.

Al terminar la primaria, su padre decide, para que no perdiera el piso y se educara en un ambiente tradicional, enviarla a una escuela pública, siendo la Secundaria Federal #1 en donde cursa la secundaria y después en la Preparatoria Tapachula, estudia el bachillerato.

Estaba en segundo de secundaria cuando se encuentra con el primer y gran amor de su vida, conoce a Miguel Ángel Barrios Ovando y en tercero de secundaria se convierten en novios.

Nadie hubiera apostado un peso porque aquel amor de los jóvenes durara toda una vida y diera buenos frutos –“Estaba cursando tercero de bachillerato cuando me casé con Miguel”– narra emocionada la maestra Magali.

Y es que son dignos personajes de la historia romántica de William Shakespeare, solo que con un final que Romeo y Julieta, nunca pudieron realizar ni contar.

Sucedió que en 1980, con tan solo 17 años, Magali Andaluz, ingresó a la iglesia de Jesús de la Buena Esperanza para bendecir su amor al lado del hombre con quien ha compartido 43 años. Recuerda con precisión que el Presbítero Carlos Lomelí les dijo: “¡Están locos, son muy jóvenes!”.

Magali Andaluz Arévalo y Miguel Ángel Barrios Ovando, se atrevieron a desafiar y tomaron la decisión de formar un hogar, y no fue suerte, estaban hechos, habían nacido para para encontrarse, unirse y victoriosos, poder hacer juntos, la suma de los días, de lo que hoy les comparto.

Se casó con un hombre altamente responsable, a pesar de ser muy joven, Miguel Ángel Barrios, no solo mantuvo su hogar a punto de turrón. “-Estoy segura que la clave para que mi familia haya prosperado y estado en posición estable, es porque Miguel, mi esposo, siempre ha sido un hombre muy, muy responsable”, cuenta orgullosa.

La historia comenzó cuando ella tenía 13 y Miguel 16 años, y a esa edad Miguel estudiaba y trabajaba, ya se había formado a tan corta edad, bajo la cultura del trabajo y al casarse, supo que como hombre tenía que ser el proveedor y el jefe de una familia.

Termina el bachillerato con doble diploma, de bachiller y de mamá, nace Miguel Ángel, su primer hijo. A partir de ese momento su vida da un giro de 180 grados y se dedica de lleno a los hijos; al año y medio nace Luis Enrique y once meses después llegó Julio César.

Se gradúa con honores como mamá y sacrifica sus sueños de continuar estudiando, porque tres niños varones le exigían tiempo completo. Sus padres, aunque estaban molestos con ella por haberlos desafiado en nombre del amor, siempre la apoyaron.

Pero los sueños pendientes vuelven a surgir 17 años después y, cuando Miguel Ángel, su primogénito, ingresa a la universidad para estudiar medicina, decide volver a la escuela. Había dedicado 17 años de vida para educar a 3 hijos, era el momento de crecer y cumplir sus sueños.

Su madre siempre se mantuvo insistente -Estudia, no dediques tu vida a ser ama de casa, estudia-, le repetía siempre. ¡Vete a estudiar! Y ella respondía -No puedo, tengo tres hijos- ¡Tú ve, yo te los cuido!, arremetía su madre.

Decide ingresar a la Normal Superior que convocaba cada verano en Oaxaca, y cada verano se ausentaba para realizarse. Su madre le cuidaba a sus tres hijos mientras ella estudiaba la Normal Superior, ahí aprendió las técnicas de enseñanza y didáctica, y así se convierte en maestra normalista.

Ahí comienza su etapa como maestra de inglés, aunque esa lengua extranjera lo había cursado desde que tenía uso de la razón.

Pero antes, cuando sus hijos estaban en la secundaria, se estrena como maestra de inglés con las hermanas del Instituto Tapachula, dio clases en todos los grupos del Colegio Cumbres, en donde adquiere experiencia frente a grupo y descubre que necesita aprender más.

Su esposo la invita a colaborar con él en la oficina de seguros, requería de una persona de confianza y acepta. Colaborando con su esposo estaba cuando se abre en Tapachula, dos licenciaturas; pedagogía y la licenciatura en inglés.

El último día de la convocatoria va segura para matricularse en la Licenciatura en Pedagogía, pero un personaje le cambia el destino, se encuentra con el maestro Carlos Cook, que había sido su maestro de inglés y la convence para que estudie la Licenciatura en Inglés. Al final de todo, ella lo único que deseaba era estudiar.

Después de 17 años, se inscribe en la Escuela de Lenguas de la UNACH, aprueba el examen y hoy es una de las integrantes de la primera generación de esa escuela.

“Éramos un grupo de 20 personas, muy heterogéneo, porque había alumnos de 18 hasta 50 años, y es que fue la oportunidad para muchos que daban clases de inglés pero que no tenían el respaldo académico que los avalara como tales”.

Nuestra estelar de Diario del Sur, estudia, se titula con honores y es llamada para dar clases en la escuela que la había formado. Comienza dando cursos sabatinos, luego cubre a algunos catedráticos hasta ser lo que hoy es: una mujer que, por mérito propia, ha trascendido, ha escrito su historia con esfuerzo y con mucho amor.

Magali Andaluz Arévalo, es catedrática en la Escuela de Lenguas de la UNACH, es la madre de tres hijos Miguel Ángel, reconocido como el mejor traumatólogo; Luis Enrique y Julio César, son ingenieros civiles; tres hombres de bien para la sociedad.

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Es a partir del año 2008 que se convierte en catedrática de la Escuela de Lenguas de la UNACH. “Dolores Núñez Bodegas, le dio clases de inglés en la primaria, también en la licenciatura y al final, compartieron, se volvieron colegas, se hicieron buenas compañeras de trabajo”.

Trabajando como catedrática de inglés, cursa la maestría en educación en la UVG y dos años después inicia un doctorado en educación y hoy, está a punto de graduarse, está trabajando en su tesis para lograr un peldaño más en su vida profesional, convertirse en doctora.

Magali Andaluz Arévalo, se casó siendo muy joven, puso en pausa sus sueños mientras educaba a tres hijos, ha vivido absolutamente libre y al final, cuando había cumplido con su rol de madre y esposa, decidió realizarse como profesionista.

Concursó para ser directora de la Escuela de Lenguas de la UNACH, pero la suerte no le benefició. Ella está convencida que no se puede tener todo en la vida, a cambio, tiene tres hijos maravillosos, un esposo leal, tres hijas, amigas y esposas de sus hijos, y aunque está a punto de cumplir 60 años, mira la vida con mucho optimismo, tiene mucho futuro, porque mantiene un corazón joven y libre.


Comentarios: morancarlos.escobar1958@gmail.com

“Soy Magali Andaluz Arévalo, nací en la ciudad de Tapachula Chiapas el 22 de diciembre de 1963, soy auténticamente huacalera”. Así comenzamos lo de hoy, la maestra Magali Andaluz Arévalo y este servidor.

Se trata de la hija del prestigiado médico Manuel Andaluz Sosa; es la mayor de tres hermanas y tiene aún el privilegio de disfrutar a Isaura Arévalo Simuta, su madre.

Su vida está marcada por el amor, pero su historia debe narrarse con justicia. Así que empecemos diciendo era una niña bien que cursó la primaria en el Colegio Guadalupano Constancia y Trabajo.

Al terminar la primaria, su padre decide, para que no perdiera el piso y se educara en un ambiente tradicional, enviarla a una escuela pública, siendo la Secundaria Federal #1 en donde cursa la secundaria y después en la Preparatoria Tapachula, estudia el bachillerato.

Estaba en segundo de secundaria cuando se encuentra con el primer y gran amor de su vida, conoce a Miguel Ángel Barrios Ovando y en tercero de secundaria se convierten en novios.

Nadie hubiera apostado un peso porque aquel amor de los jóvenes durara toda una vida y diera buenos frutos –“Estaba cursando tercero de bachillerato cuando me casé con Miguel”– narra emocionada la maestra Magali.

Y es que son dignos personajes de la historia romántica de William Shakespeare, solo que con un final que Romeo y Julieta, nunca pudieron realizar ni contar.

Sucedió que en 1980, con tan solo 17 años, Magali Andaluz, ingresó a la iglesia de Jesús de la Buena Esperanza para bendecir su amor al lado del hombre con quien ha compartido 43 años. Recuerda con precisión que el Presbítero Carlos Lomelí les dijo: “¡Están locos, son muy jóvenes!”.

Magali Andaluz Arévalo y Miguel Ángel Barrios Ovando, se atrevieron a desafiar y tomaron la decisión de formar un hogar, y no fue suerte, estaban hechos, habían nacido para para encontrarse, unirse y victoriosos, poder hacer juntos, la suma de los días, de lo que hoy les comparto.

Se casó con un hombre altamente responsable, a pesar de ser muy joven, Miguel Ángel Barrios, no solo mantuvo su hogar a punto de turrón. “-Estoy segura que la clave para que mi familia haya prosperado y estado en posición estable, es porque Miguel, mi esposo, siempre ha sido un hombre muy, muy responsable”, cuenta orgullosa.

La historia comenzó cuando ella tenía 13 y Miguel 16 años, y a esa edad Miguel estudiaba y trabajaba, ya se había formado a tan corta edad, bajo la cultura del trabajo y al casarse, supo que como hombre tenía que ser el proveedor y el jefe de una familia.

Termina el bachillerato con doble diploma, de bachiller y de mamá, nace Miguel Ángel, su primer hijo. A partir de ese momento su vida da un giro de 180 grados y se dedica de lleno a los hijos; al año y medio nace Luis Enrique y once meses después llegó Julio César.

Se gradúa con honores como mamá y sacrifica sus sueños de continuar estudiando, porque tres niños varones le exigían tiempo completo. Sus padres, aunque estaban molestos con ella por haberlos desafiado en nombre del amor, siempre la apoyaron.

Pero los sueños pendientes vuelven a surgir 17 años después y, cuando Miguel Ángel, su primogénito, ingresa a la universidad para estudiar medicina, decide volver a la escuela. Había dedicado 17 años de vida para educar a 3 hijos, era el momento de crecer y cumplir sus sueños.

Su madre siempre se mantuvo insistente -Estudia, no dediques tu vida a ser ama de casa, estudia-, le repetía siempre. ¡Vete a estudiar! Y ella respondía -No puedo, tengo tres hijos- ¡Tú ve, yo te los cuido!, arremetía su madre.

Decide ingresar a la Normal Superior que convocaba cada verano en Oaxaca, y cada verano se ausentaba para realizarse. Su madre le cuidaba a sus tres hijos mientras ella estudiaba la Normal Superior, ahí aprendió las técnicas de enseñanza y didáctica, y así se convierte en maestra normalista.

Ahí comienza su etapa como maestra de inglés, aunque esa lengua extranjera lo había cursado desde que tenía uso de la razón.

Pero antes, cuando sus hijos estaban en la secundaria, se estrena como maestra de inglés con las hermanas del Instituto Tapachula, dio clases en todos los grupos del Colegio Cumbres, en donde adquiere experiencia frente a grupo y descubre que necesita aprender más.

Su esposo la invita a colaborar con él en la oficina de seguros, requería de una persona de confianza y acepta. Colaborando con su esposo estaba cuando se abre en Tapachula, dos licenciaturas; pedagogía y la licenciatura en inglés.

El último día de la convocatoria va segura para matricularse en la Licenciatura en Pedagogía, pero un personaje le cambia el destino, se encuentra con el maestro Carlos Cook, que había sido su maestro de inglés y la convence para que estudie la Licenciatura en Inglés. Al final de todo, ella lo único que deseaba era estudiar.

Después de 17 años, se inscribe en la Escuela de Lenguas de la UNACH, aprueba el examen y hoy es una de las integrantes de la primera generación de esa escuela.

“Éramos un grupo de 20 personas, muy heterogéneo, porque había alumnos de 18 hasta 50 años, y es que fue la oportunidad para muchos que daban clases de inglés pero que no tenían el respaldo académico que los avalara como tales”.

Nuestra estelar de Diario del Sur, estudia, se titula con honores y es llamada para dar clases en la escuela que la había formado. Comienza dando cursos sabatinos, luego cubre a algunos catedráticos hasta ser lo que hoy es: una mujer que, por mérito propia, ha trascendido, ha escrito su historia con esfuerzo y con mucho amor.

Magali Andaluz Arévalo, es catedrática en la Escuela de Lenguas de la UNACH, es la madre de tres hijos Miguel Ángel, reconocido como el mejor traumatólogo; Luis Enrique y Julio César, son ingenieros civiles; tres hombres de bien para la sociedad.

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Es a partir del año 2008 que se convierte en catedrática de la Escuela de Lenguas de la UNACH. “Dolores Núñez Bodegas, le dio clases de inglés en la primaria, también en la licenciatura y al final, compartieron, se volvieron colegas, se hicieron buenas compañeras de trabajo”.

Trabajando como catedrática de inglés, cursa la maestría en educación en la UVG y dos años después inicia un doctorado en educación y hoy, está a punto de graduarse, está trabajando en su tesis para lograr un peldaño más en su vida profesional, convertirse en doctora.

Magali Andaluz Arévalo, se casó siendo muy joven, puso en pausa sus sueños mientras educaba a tres hijos, ha vivido absolutamente libre y al final, cuando había cumplido con su rol de madre y esposa, decidió realizarse como profesionista.

Concursó para ser directora de la Escuela de Lenguas de la UNACH, pero la suerte no le benefició. Ella está convencida que no se puede tener todo en la vida, a cambio, tiene tres hijos maravillosos, un esposo leal, tres hijas, amigas y esposas de sus hijos, y aunque está a punto de cumplir 60 años, mira la vida con mucho optimismo, tiene mucho futuro, porque mantiene un corazón joven y libre.


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