Desde que entró en operaciones hace 37 años, el mercado Los Laureles nunca ha logrado su funcionalidad para la cual fue construido, que fue descentralizar el abasto de alimentos e insumos, actualmente sólo opera el 10 por ciento de los 420 locales con que cuenta, por ello, los comerciantes tienen una situación complicada.
Aunque no hay registros del recurso que se invirtió para construir el mercado, las dimensiones que tiene, sustenta que fue un proyecto ambicioso del alcalde Joaquín del Pino Trujillo y el Gobernador Absalón Castellanos Domínguez, en ese 1985, lamentablemente no logró su objetivo, pues la población estaba habituada a ir al mercado Sebastián Escobar o San Juan, además que la ubicación del Mercado Los Laureles era distante para la mayoría de las amas de casa.
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Para muchos tapachultecos, el Mercado Los Laureles es considerado un “elefante blanco”, porque al no cumplir con su misión de ser un centro de abasto, las autoridades lo mantienen abandonado, sin mantenimiento ni proyección, tan solo continúan alrededor de 40 locatarios fieles a este inmueble, a pesar de todos los aspectos negativos que ya se mencionaron.
La representante de locatarios, Olga Estela Pérez, dio a conocer que actualmente viven un panorama muy complejo en su economía, porque las ventas son mínimas durante el día.
Dijo que debido a la poca visita de usuarios en los últimos años solo estaban funcionando 50 comercios, pero tras la pandemia del Covid-19 vino a recrudecer la problemática, por lo que ahora solo laboran alrededor de 40 comerciantes, quienes cierran más temprano de lo habitual ante las bajas ventas.
Detalló que la situación económica que se vive en la región y a nivel nacional les ha pegado severamente, ya que las familias no cuentan con los recursos suficientes para acudir a estos lugares a realizar sus compras.
“Solo con recorrer el mercado pueden ver la situación que se vive, casi todos los locales comerciales están cerrados, el panorama actualmente es abrumador, los pocos ingresos que tenemos en el día apenas y nos alcanzan para pagar los servicios básicos y para llevar alimento a casa, seguimos porque no tenemos otra opción", sostuvo.
Indicó que con la intención de reactivar el mercado, las administraciones municipales, han tomado algunos sectores de este mercado, para instalar oficinas municipales y hacer que la gente que va a algún trámite aproveche para hacer sus compras en ese lugar, pero no ha logrado quitarse el estigma de ser el mercado al que nadie va.
Otros aspectos externos a la administración pública, como es la construcción de una institución universitaria, ha incentivado un poco el comercio en el mercado, no obstante, todo queda en beneficio de los locales externos, y los que están al interior siguen sin ser visitados.
Asegura que, con la instalación de una oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, ha provocado que su situación sea aún más difícil, ya que, por la poca cultura de los migrantes de origen haitiano, el lugar siempre se mantiene sucio y con olores nauseabundos, producto de la defecación y basura que dejan.
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Además, se han adueñado del camellón de la avenida y de los pasillos de este mercado para instalar su vendimia ambulante, que les hace una competencia desleal a los comerciantes establecidos, por lo que la situación lejos de mejorar, se empeora para los vendedores mexicanos.
Finalmente, reiteró la petición que siempre les han hecho a las autoridades, como el de establecer alguna base del transporte público en las inmediaciones del mercado y apoyarlos con publicidad o proyección en los medios de comunicación.