San Andrés Larráinzar, Chis.- El Caracol Oventic es un búnker en vísperas de las celebraciones del 28 aniversario del surgimiento del movimiento zapatista en los Altos de Chiapas. El asentamiento indígena y rebelde más importante de la última década es hermético ante la presencia de turistas extranjeros y periodistas.
El acceso es restringido y solo entran y salen sus habitantes para realizar compras o trasladarse a otros puntos de la región.
De Oventic han salido en las últimas horas al menos 350 hombres y mujeres encapuchados con destino a La Realidad, que será la sede de la celebración de Año Nuevo y el aniversario del EZLN.
El hermetismo y la restricción al caracol tiene una explicación: los pronunciamientos se darán este 1 de enero en el punto de reunión al cual se han trasladado.
Los que se quedan, la mayoría mujeres y niños, aprovecharán para realizar tareas de aseo en cada una de las chozas, cuidar sus cosechas y preparar cursos de educación que iniciarán en enero.
“Rosa”, la encapuchada encargada de atender a quienes se asoman a Oventic, relata con voz tenue que no se dice mucho para cuidar a “los compas”.
¿Por qué Oventic está tan restringido ahora? porque ha sido por mucho tiempo el corazón “político” y donde se han tomado decisiones importantes para nosotros, contesta la mujer.
La cena del 31
Para los que se quedaron a cuidar su Caracol, la comida del último día de 2018 será sencilla.: arroz, frijoles y pollo, todo extraído de las tierras que los mismos indígenas trabajan el Larráinzar, El Bosque y Bochil.
De cada una de sus comunidades, cagaran con alimentos y semillas para cenar, como habitualmente lo hacen para conservar el sitio que ha servido como escudo autónomo. “Todas las bases están concentradas en La Realidad, aquí nos quedamos a cuidar lo nuestro, pero también la montaña nos protege”, afirma la zapatista.
Oventic permanecerá cerrado, al menos para la mayoría hasta que el subcomandante Galeano emita su retórica en el “cónclave” de los encapuchados.