/ jueves 25 de agosto de 2022

Bolso de mano | Mejor pantalones que pelos de colores


El próximo 29 de agosto dará inicio oficialmente el ciclo escolar 2022-2023 que marca un hito luego de la pandemia por el Covid-19 que paralizó las vidas de la humanidad y de la que poco a poco se ha ido retornado a lo que se dio en llamar "la nueva normalidad", como no hay plazo que no se cumpla ni mal que dure cien años, este nuevo ciclo marcará el retorno a clases presenciales de miles de niños, niñas y adolescentes que han debido afrontar un proceso educativo extraño, por decir lo menos.

Durante la pandemia, el sucidio entre jóvenes se incrementó a niveles alarmantes, mientras que la edad disminuyó también a niveles alarmantes, sabiéndose de casos de niños de 9 años que decidieron tomar su vida en sus manos por los motivos más disímbolos.

Desafortunadamente, la salud mental es un tema harto soslayado por las autoridades en el área y bastante criticado por parte de la sociedad, así que buscar ayuda sicológica queda de lado, sobretodo cuando una familia promedio debe enfrentar los gastos de alimentación, transporte, vestido, vivienda y básicos, con salarios mínimos, por supuesto pagar una consulta sicológica pasa a quinto plano, si es que alguna vez se consideró.

Quizá sea este panorama lo que llevó al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) a emitir el anuncio de que para este ciclo escolar, niños, niñas y adolescentes podrán acudir a las escuelas portando el cabello de colores, si es que ese es su deseo o llevándolo largo, en el caso de los varones, de nuevo, si así lo deciden.

La medida no ha pasado desapercibida, ya hay quienes se manifiestan en su contra diciendo que el cabello corto y bien peinado es parte de la disciplina que la escuela busca incculcar (más bien se diría imponer) en las jóvenes almas en formación, hay quienes se preocupan de que esto pueda derivar en libertinaje y que lo siguiente sea acudir con tatuajes, piercings, etc.

La discusión se va a lo superficial, en realidad lo necesario es que la CONAPRED y la Secretaría de Educación (SE) determinen el uso de pantalón para las niñas en el uniforme escolar, esto realmente provocaría una revolución y un apoyo real a las miles de niñas y adolescentes que acuden a la escuela y se limitan en sus actividades debido justamente al uniforme binario que implica pantalón para ellos y falda para ellas.

¿Porqué?

Mientras un niño o un jovencito puede tranquilamente correr por la escuela en el receso, jugar el deporte que quiera, trepar árboles, etc.

Mientras que la movilidad de las niñas y jovencitas está limitada a la falda, ¿Se imaginan si, por ejemplo, jugando fútbol se cayera? Seguro que el instante quedaría grabado en más de un celular y la joven y su ropa interior serían expuestas en internet dando la vuelta al mundo en segundos como actualmente pasa, del bullyng que resultaría de este hecho ni hablamos.

Niñas y adolescentes mujeres deben cuidarse de que su ropa interior no quede expuesta, de que no las graven al subir escaleras, de que no las graben al intentar sentarse cómodamente, están de continuo bajo la presión no sólo de sus compañeros y compañeras, sino de la que aprenden a hacerse por sí mismas ¿Estaré bien sentada? se preguntan, ¿Se me verá la ropa interior? ¿Si subo por esas escaleras no se verá nada? Mientras ellas atienden a esa presión y buscan respuesta a esas preguntas, los chicos pueden por completo dedicarse a jugar, desarrollarse, aprender.

Si queremos un medio que sea equitativo, es importante dar al género femenino en edad escolar, la oportunidad de acudir con pantalones, no sólo en los días que hay educación física, sino a diario, como una elección que permita un mejor desarrollo de quienes podrían desarrollar más a fondo su potencial.

Quizá así veríamos más equipos de niñas jugando en el receso, en lugar de verlas a todas sentadas porque, si se caen "se les va a ver todo".



El próximo 29 de agosto dará inicio oficialmente el ciclo escolar 2022-2023 que marca un hito luego de la pandemia por el Covid-19 que paralizó las vidas de la humanidad y de la que poco a poco se ha ido retornado a lo que se dio en llamar "la nueva normalidad", como no hay plazo que no se cumpla ni mal que dure cien años, este nuevo ciclo marcará el retorno a clases presenciales de miles de niños, niñas y adolescentes que han debido afrontar un proceso educativo extraño, por decir lo menos.

Durante la pandemia, el sucidio entre jóvenes se incrementó a niveles alarmantes, mientras que la edad disminuyó también a niveles alarmantes, sabiéndose de casos de niños de 9 años que decidieron tomar su vida en sus manos por los motivos más disímbolos.

Desafortunadamente, la salud mental es un tema harto soslayado por las autoridades en el área y bastante criticado por parte de la sociedad, así que buscar ayuda sicológica queda de lado, sobretodo cuando una familia promedio debe enfrentar los gastos de alimentación, transporte, vestido, vivienda y básicos, con salarios mínimos, por supuesto pagar una consulta sicológica pasa a quinto plano, si es que alguna vez se consideró.

Quizá sea este panorama lo que llevó al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) a emitir el anuncio de que para este ciclo escolar, niños, niñas y adolescentes podrán acudir a las escuelas portando el cabello de colores, si es que ese es su deseo o llevándolo largo, en el caso de los varones, de nuevo, si así lo deciden.

La medida no ha pasado desapercibida, ya hay quienes se manifiestan en su contra diciendo que el cabello corto y bien peinado es parte de la disciplina que la escuela busca incculcar (más bien se diría imponer) en las jóvenes almas en formación, hay quienes se preocupan de que esto pueda derivar en libertinaje y que lo siguiente sea acudir con tatuajes, piercings, etc.

La discusión se va a lo superficial, en realidad lo necesario es que la CONAPRED y la Secretaría de Educación (SE) determinen el uso de pantalón para las niñas en el uniforme escolar, esto realmente provocaría una revolución y un apoyo real a las miles de niñas y adolescentes que acuden a la escuela y se limitan en sus actividades debido justamente al uniforme binario que implica pantalón para ellos y falda para ellas.

¿Porqué?

Mientras un niño o un jovencito puede tranquilamente correr por la escuela en el receso, jugar el deporte que quiera, trepar árboles, etc.

Mientras que la movilidad de las niñas y jovencitas está limitada a la falda, ¿Se imaginan si, por ejemplo, jugando fútbol se cayera? Seguro que el instante quedaría grabado en más de un celular y la joven y su ropa interior serían expuestas en internet dando la vuelta al mundo en segundos como actualmente pasa, del bullyng que resultaría de este hecho ni hablamos.

Niñas y adolescentes mujeres deben cuidarse de que su ropa interior no quede expuesta, de que no las graven al subir escaleras, de que no las graben al intentar sentarse cómodamente, están de continuo bajo la presión no sólo de sus compañeros y compañeras, sino de la que aprenden a hacerse por sí mismas ¿Estaré bien sentada? se preguntan, ¿Se me verá la ropa interior? ¿Si subo por esas escaleras no se verá nada? Mientras ellas atienden a esa presión y buscan respuesta a esas preguntas, los chicos pueden por completo dedicarse a jugar, desarrollarse, aprender.

Si queremos un medio que sea equitativo, es importante dar al género femenino en edad escolar, la oportunidad de acudir con pantalones, no sólo en los días que hay educación física, sino a diario, como una elección que permita un mejor desarrollo de quienes podrían desarrollar más a fondo su potencial.

Quizá así veríamos más equipos de niñas jugando en el receso, en lugar de verlas a todas sentadas porque, si se caen "se les va a ver todo".