Las torrenciales lluvias acabaron con la práctica de antaño de decenas de balseros, que ahora languidecen debido a la furia con que el río Suchiate acabó caminos y pasos de extravío.
La frontera sur luce desierta en el paso aduanal, migratorio y de extravío en Talismán - El Carmen, donde el flujo de mercancías y personas ha disminuido drásticamente.
Más de veinte tricicleros están a la espera de pasajeros que crucen por la vía formal, ya que en la ilegalidad las centenas de extranjeros que lo hacían a diario lo piensan mucho; hay que deslizarse por una tirolesa que pone en peligro a todos los que se aventuran a hacerlo por encima del Río, con el riesgo latente de caer en cualquier momento a la corriente peligrosa.
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Para muchos, el redituable trabajo se acabó y ahora esperan que el afluente baje su intensidad para poder reconstruir lo que tanto años les llevó.
“Afortunadamente nadie murió por la creciente del Río, ahora vamos a esperar un poco de tiempo, pensamos que para noviembre esto se pueda reparar porque ahorita el agua no va a dejar”, señaló Rodolfo, uno de los tricicleros que espera poder trabajar pronto.
Puente arriba, la situación no es tan distante a lo qué pasa por debajo. El flujo de centroamericanos ha disminuido notoriamente en horas de la mañana, que es cuando más actividad hay en este puerto fronterizo.
Por la tarde, el flujo de personas es nulo y la inactividad provocan un aire de desolación en esta frontera, que apenas en agosto fue escenario de cientos de deportaciones de centroamericanos provenientes de Estados Unidos, bajo el Título 42.
La fuerza del agua del Río Suchiate acabó con un camino que los mismos balseros habían adoquinado y asfaltado para poder trasladar a sus pasajeros hacia los colectivos.
También acabó con la actividad de las balsas, ya que ahora las dunas y cúmulos de tierra impiden a estas embarcaciones hechizas navegar por el caudaloso río Suchiate, lo que ha dejado sin actividad a esta frontera que por años ha sido de las activas y porosas en el mundo.