Todos los padres tienen una forma muy peculiar de buscar la manera de sacar adelante a sus hijos, tal es el caso de don José Ángel, que se debe sumergir entre los 7 u 8 metros de profundidad en el mar, para despegar los ostiones o langostas que utilizan en su negocio.
Explicó que como buzo tiene más de 40 años que sale al mar en la mañana por sus productos, principalmente en dos horarios: 7:00 a 11:00 am a despegar los ostiones y de 7:00 a las 11:00 pm sale en busca de las langostas, productos con los que ha podido sacar adelante a sus cinco hijos.
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“Es bonito irse a meter al mar, yo amo mucho mi trabajo y con él he podido sacar a mis hijos a delante, pues horita, dos ya están estudiando la Universidad. Ambas están a puntos de salir de la Licenciatura en Derecho y la otra de Contaduría”, expresó.
Lo poco o mucho que ha obtenido a lo largo de sus 55 años, es gracias a la actividad de bucear en busca de los mejores mariscos que les ofrece el Océano Pacífico, tanto para sus familias como para los comensales.
Detalló que el trabajo fuerte que realiza es cuando bucea para rescatar barcos o darle mantenimiento al casco de los barcos, ya que necesita ser limpiado habitualmente para poder seguir surcando los mares sin ningún contratiempo.
Hay buceadores recreativos, industriales, de investigación, los buscadores de tesoros, fotógrafos submarinos, guías, instructores y el que busca para sacar adelante a sus hijas e hijos con este trabajo peligroso, máxime, por el fenómeno de mar de fondo o las fuertes olas del océano.
Destacó que en un día bueno logra sacar de 13 a 14 docenas de ostión y los vende ya preparados en 120 pesos, recursos que le ha servido para que a su familia no le haga falta nada y cuente con lo necesario para vivir.
Refirió que la langosta es la generadora de más ingresos para los buzos de Puerto Madero, pues una puede llegar a valer de los 680 a los mil 300 pesos. Las personas lo pagan porque saben que es un producto fresco y de muy alta calidad.
“Con esto he sacado adelante a mi familia, poco a poco hemos ido avanzando. Comenzamos con una chocita, por eso que se llama el negocio 'La Choza del Buzo' pues comenzamos con una chocita y paso a paso se fue ampliando, y gracias a Dios acá seguimos chambeando”, abundó.
Dijo que en la cooperativa de buzos de Puerto Madero son un poco más de 20 personas que se dedican a esta actividad con la que llevan a sus familias el pan de cada día para salir adelante. "Es un trabajo peligroso, pero es un honrado oficio", resaltó. Aparte de ellos, en Puerto Madero hay 150 familias que viven del buceo para que sus hijas o hijos tenga lo necesario y sean personas de bien.
José Ángel felicitó a sus compañeros buzos, así como a todos los que viven de la mar y que todos los días arriesgan su vida sin saber si volverán a casa, como le ha ocurrido a muchos pescadores que salen por el sustento de los hijos y la familia.
Hacer el trabajo que nadie quiere hacer
Existen trabajos que son extremos y que muchos le huyen, como es lavar baños portátiles o fosas sépticas, pero para Héctor es la oportunidad que tiene para sacar adelante a sus dos hijos y su recompensa son los abrazos, así como sonrisas que recibe cuando llega a casa.
Explicó que su jornada laboral empieza cuando sale el sol y termina cuando se oculta, pues es un trabajo en el que se necesita mucho estómago para aguantar los olores nauseabundos que salen de los baños o fosas sépticas.
“Lo que hago no me importa, pues lo hago para llevar el sustento a mis dos hijos; uno de tres y el otro de seis años de edad, así como para mi esposa que me esperan en casa al fin de mi jornada laboral”, expresó.
Añadió que es una actividad que muy pocos hacen o muy pocas personas aguantan, ya que por lo regular renuncian o lo dejan a la semana o 15 días, esto, a pesar de que el salario es bueno de parte de la empresa en la que trabaja.
Precisó que el aroma es lo que afecta a los que realizan este trabajo y por lo que renuncia la mayoría, a pesar de que el protocolo de la empresa es darle botas, guantes, cubre boca y todo lo necesario para hacer esta labor.
A l preguntar sobre cómo le hace para aguantar, respondió que la necesidad y responsabilidad de ser padre le dan las fuerzas para seguir en este trabajo, en donde ha encontrado cada cosa.
Externó que ellos están con el mal olor todo el día, pues hasta a los carros que andan se les impregna, ya que por medio de estas unidades se realiza la succión y se trasladan de un lado para otro en ellos.
Los trabajos los realizan desde Puerto Madero hasta el municipio de Suchiate, y hasta este momento no se ha enfermado por los fétidos olores que respira a diario desde hace cinco años.
Pidió a todos los padres en su día, que le echen ganas, pues la satisfacción del término de una jornada laboral en cualquier actividad es llegar a casa con la familia y verlos felices.
Puntualizó que por el sueldo que gana vale la pena, pues es el sustento de sus hijos que apenas están creciendo y les hace falta mucho camino por andar al lado de su esposa.
Calzando caballos ha sacado adelante a su familia
Gracias al calzado milimétrico y al cuidado perfecto de los caballos que realiza desde sus 16 años, es como Salvador Fuentes Casares, más conocido como “El Güero”, ha podido sacar adelante a su esposa y a sus dos hijas, ahora profesionistas.
Indicó que este oficio no a todos les gusta, y mucho menos tienen la paciencia de cuidar a los animales o de aprender a poner herradura, pues solo para alinearla lleva seis meses y para poder poner un clavo alrededor de un año.
Precisó que a través de este oficio pudo darle la carrera de enfermera a una de sus hijas y la otra terminó la licenciatura en Criminología, todo gracias a los caballos que se convirtieron en su pasión y una forma de vida para él, para poder mantener a su familia.
Destacó que, si a un caballo se le pone mal la herradura, puede quedar renqueando hasta un mes y se tiene que gastar en medicamentos para evitar que se infecte, pues son como las uñas de un ser humano.
Explicó que tiene más de 45 años cuidando caballos y poniendo herrajes en el Lienzo Charro de Tapachula y se siente orgulloso de su trabajo, pues le ha dado todo lo necesario para que su familia pueda salir adelante.
El Güero, es prácticamente el que “calza” y baña a los caballos, pues realiza entre 1 a 16 cambios de herraje para que los animales puedan estar bien alineados, ya que de lo contrario se crea un desbalance, por ende, se tienen que cambiar cada 30 o 45 días.
“Realizar este trabajo es esclavizarse, pues se trabaja los 365 días del año porque los caballos tienen que comer, tomar agua, bañarlos o estar pendientes de que no se espanten por los rayos que se presentan por la temporada de lluvias, o que se desaten y se escapen”, expresó.
Reconoció la labor que hace cada padre que es responsable, y que no le importa de qué trabajar con tal de sacar adelante a la familia, para que no les haga falta nada a sus hijas e hijos.
“Como papás tenemos que darles a nuestros hijos la oportunidad que no nos dieron nuestros padres por ser muy pobres, pues de lo que se trata en la vida es de avanzar y darles una mejor oportunidad de vida, para que no haga falta el pan de cada día”, finalizó.