Doña Lucila Toledo no quiere perder la tradición de altares de muertos en Tapachula, más en este año que los panteones de la localidad han sido cerrados por las autoridades, para evitar contagios del Covid-19.
En el altar a la vista del público están las fotografías de su padre, su madre, su esposo, yerno y su suegra, a quienes rinde tributo desde los últimos días de octubre y hasta pasado el 2 de noviembre.
Se trata de una tradición familiar de antaño y en este año, inédito para la celebración de los fieles difuntos, no hay más opción que reforzar esta conmemoración desde casa, alejados de la multitud.
Tapachula y varios municipios de la región, excepto Huixtla, han determinado el cierre de sus campos santos, a fin de evitar las aglomeraciones en estos sitios de inhumación.
“Este año se refuerza más nuestra tradición, yo desde chiquita había visto los altares que mis padres ponían, lo hacían también en la casa de mi esposo, lo hacían mis suegros y ahora es una tradición que seguimos”, afirmó la mujer que vive en la colonia Primavera.
Relató también que su mamá y papá están sepultados en el Panteón Municipal, mientras que su suegro y esposo fueron enterrados en el Panteón Jardín, ambos sitios cerrados desde este 31 de octubre, por lo que acudir en esta fechas es imposible porque no hay acceso.
“Todavía les vamos a colocar a nuestros familiares todo lo que les gustaba, los tamales, el arroz, la calabaza, pero eso se lo pondremos este 1 de noviembre”, afirmó.
Para Lucila y su familia, la medida de los gobiernos ha sido concreta y hay que respetarla, por lo que desde antes que se impidiera el acceso fueron a ambos panteones en Tapachula a lavar las bóvedas, colocar flores y acompañar un momento a aquellos seres amados que ya partieron.
En la casa de doña Lucila se respira paz, mientras que en la calle la gente observa gustosa esta ofrenda repleta de dulces, frutas, pan y flores que desean descanso en paz a los viajeros.
