Octubre negro ¿A dónde vamos a ir? Testimonios del huracán Stan

“No tenemos a donde irnos, seguiremos acá”

Doña Adelaida Pérez Roblero, de 75 años de edad, es una de los cientos de personas que se encuentra en alto riesgo al vivir en las riberas del río Coatancito, por lo que en cada temporada de lluvias sufre contantes afectaciones.

Dijo que siempre viven con el temor que el afluente pueda desbordarse ante las fuertes lluvias que registran, y es que de manera recurrente sufren afectaciones y la pérdida de enseres domésticos, pero a pesar del riesgo siguen viviendo en esta zona, al no tener otra opción a dónde irse.

"Hay temor que el río vaya a salirse y nos pueda afectar, pero no tenemos a donde ir porque somos de escasos recursos y pues no tenemos dinero para comprar otro terreno en otro lugar", abundó.

Indicó que hace tiempo solicitaron la construcción de un muro de contención, para evitar que el río siga ganando terreno, pero desafortunadamente no han encontrado respuesta de las autoridades, por lo que el peligro sigue siendo latente para las familias que viven a las márgenes del afluente.

"Mire, hace algunos días que llovió fuerte, el río creció y se metió a la casa y se mojaron los muebles y la ropa, pero no podemos hacer nada porque no tenemos para donde irnos, así que aunque con miedo y zozobra seguimos acá hasta que Dios diga", abundó.

“Nos encomendamos a Dios cada que llueve”

A unos cuantos metros del río Texcuyuapan, unos de los afluentes más peligros en Tapachula, se encuentra la vivienda de doña Silvia Concepción Escobar, quién con preocupación narró cómo el río le ha robado parte de su terreno

Señaló que el riesgo de vivir tan cerca del río es latente, por lo que con las fuertes lluvias que se registran cada temporada solo se encomiendan a Dios y a la Virgen María que los proteja, hasta el momento las afectaciones que han tenido en los últimos años han sido menores.

"La verdad nosotros vivimos con miedo porque en esta época de lluvias en cualquier momento el río puede tener una crecida y nuevamente puede afectar nuestras viviendas, pedimos a las autoridades que nos ayuden", sostuvo.

Indicó que algunos vecinos con sus propios esfuerzos y recursos han tratado de construir algunas barricadas, con costales de escombros, sin embargo, están conscientes de que esto no podrá contener la fuerza de las corrientes del río.

"No es necedad de seguir viviendo en este lugar, sino que no tenemos a dónde ir, por ello, seguimos corriendo el riesgo se seguir habitando nuestras casas, aunque estén en peligro y a pesar de sufrir constantes afectaciones", acotó.

“Vivimos con el Jesús en la boca”

Don José Antonio Chacón Hernández, es habitante de la colonia Doroteo Arango y originalmente su terreno constaba de 21 metros de frente por 15 metros de longitud, pero debido a la corriente del Texcuyuapan se ha reducido a la mitad.

Él es uno de los muchos habitantes que resulta afectado de manera frecuente por las crecidas del río, por lo que puntualizó que cada temporada de lluvias viven con el Jesús en la boca, ya que el riesgo de que sus viviendas se inunden y pierdan sus pertenencias es latente.

"La verdad nosotros vivimos con miedo porque en cada época de lluvias en cualquier momento el río puede tener una crecida y nuevamente puede afectar nuestras viviendas, hemos pedido a las autoridades que nos ayuden a construir un muro de contención para evitar mayores afectaciones, pero no hemos sido escuchados", abundó.

Subrayó que desde hace años han solicitado a las autoridades la construcción de un muro de contención, ya que esto permitiría evitar afectaciones, sin embargo, no han sido atendidos, por lo tanto las afectaciones por el desbordamiento del río son constantes en cada registro de lluvia.

Mencionó que aún no se recuperan de las afectaciones que tuvieron hace casi 2 años, ya que prácticamente perdieron todas sus pertenencias, porque en ese momento decidieron salvar la vida y dejar todo en su vivienda, debido a que la corriente creció en cuestión de minutos.

Reconoció que ya no viven con tranquilidad, porque en cada lluvia que se presenta, sienten nuevamente el temor de ser afectados por las corrientes y que en el peor de los casos podría ocurrir una desgracia mayor.