/ miércoles 4 de octubre de 2023

Salud en la Red | Migrar debería ser siempre una decisión libre… ¡Libres de elegir si migrar o quedarse! 

Hace unos días llegué a plaza las Américas en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; a pesar de pasar constantemente por esa zona, no me había detenido, ni dimensionado la situación que viven cientos de familias de migrantes que se vieron obligados a crear un campamento en las afueras de la terminal de camiones de la OCC ante el retardado proceso migratorio o por la notable ausencia de recursos para poder continuar con su viaje.

México se ha convertido, en el actual contexto de globalización, por ubicación y fronteras, en un referente del tránsito de personas migrantes a nivel mundial, que ha alcanzado cifras récord desde el 2022, siendo un tema muy complejo, al desarrollarse en él diversos tipos o flujos migratorios como son: la migración de origen, tránsito, destino y retorno, de acuerdo con los datos manejados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas.

Ese día me quedé con esa vocecita en mi cabeza que me caracteriza, y empecé a idear algo que hacer para ayudarlos; llevar medicamentos, comida o agua; pero el domingo pasado necesitaba ayuda para cargar unas cajas de medicamentos, y me decidí a ir a buscar a alguien que me ayudara, me dirigí a la terminal y ahí en una esquina estaba Eliazar, un migrante de Israel, se encontraba con su esposa y sus 3 hijos; 2 niñas y un pequeño, le pregunté si quería ayudarme y le pagaría, y con desconfianza me dijo que no buscaba trabajo, dos segundos después me respondió que si, lo invité que se subiera a mi auto para que fuéramos al lugar, así, en el siguiente semáforo que me tocó se acercaron 3 jóvenes, uno de ellos venezolano de 22 años, su nombre es era John y le hice la misma propuesta, un chico muy dinámico que inmediatamente me dijo que si, dejó sus cosas con sus amigos y no había tardado en decirle súbete al auto cuando ya le estaba hablando a su novia para que fuera a ayudar también, aunque solo requería a dos personas para eso, ella no fue. Así los tres emprendimos camino hacia el lugar a donde me dirigía para entregar las cajas en donación que me ayudarían a cargar, en ese tiempo fuimos platicando del porque salían de sus países, lejos de sus familias, a qué se dedicaban y cómo estaban viviendo, al comentarme que no habían desayunado, hicimos parada en unos tacos, –con dolor vi cómo a Eliazar le costaba comer, y cuando le pregunté, me dijo que su familia no había comido, pero hoy podrían comer más tarde con el pago– lo cual nos dio tiempo de seguir platicando, de ahí nos fuimos a trabajar.

Extraordinarios, movidos, entusiasmados, los dos hicieron el trabajo, después de que se retirara la camioneta con las cajas, nos sentamos en la banqueta a tomar un refresco y seguimos platicando, después los llevé a donde los recogí y prometí regresar para ayudarlos.

John y Eliazar no tuvieron una elección libre de salir de sus países, las circunstancias los obligaron, inclusive John dejó a su hija de 3 años con su cuñada porque no les alcanzó el dinero para que saliera de Venezuela con ellos –una decisión muy difícil para él y su novia, pero ya está esperando encontrarse con ella porque en esta siguiente caravana viene la otra parte de su familia incluyendo a su pequeña–.

Ante una frase que mencionaron los dos, “teníamos que decidir salir o morir”, recordé el mensaje titulado “Libres de elegir si migrar o quedarse”, que mencionó el papa Francisco y he decidido, retomando muchas de sus palabras -citaré párrafos, anexando unas palabras- escribo hoy está columna a las 4:30 a.m., donde sigo pensando en Eliazar y John, y en más 400 familias que están dispersas en los alrededores de la terminal esperando el poder continuar con su trayecto, con la esperanza de una vida mejor y digna.

Migrar debería ser siempre una decisión libre pero en la mayoría de los casos no lo es. Los desastres naturales, escapar de conflictos o persecuciones, las guerra, el terrorismo, la delincuencia, el miedo, la violación de derechos humanos, la falta de recursos económicos, la imposibilidad de vivir una vida digna en la tierra de origen obliga a las personas a salir de su tierra, dejando atrás sus vidas, sus cosas, inclusive sus familias. Los flujos migratorios de nuestros días son expresión de un fenómeno complejo y articulado, cuya comprensión exige el análisis atento de todos los aspectos que caracterizan las diversas etapas de la experiencia migratoria, desde la partida hasta la llegada, pero para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades y capacidades.

La frase que hoy no me dejó dormir fue: «Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera»; y la pregunta fue: ¿qué tengo que hacer para ayudarlos?, se que no les resolveré su vida, pero esa ínfima semilla que yo ponga puede ser una pequeña gran diferencia, ya lo decía en una columna anterior, nuestras acciones, sin importar cuán grandes o pequeñas sean, pueden brindar esperanza a quienes están luchando por seguir adelante; por ello, nuestro compromiso debe ser convertir la desesperanza en certidumbre y el abandono en amparo, mediante la colaboración, centrándonos en sumar, porque al apoyarlos desatará el efecto dominó tocando a nuestros hijos, hermanos o amigos devolviéndoles la ilusión de una vida plena y “Para que la migración sea una decisión realmente libre –señala el papa Francisco en el mensaje–; es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Sólo así se podrá ofrecer a cada uno la posibilidad de vivir dignamente y realizarse personalmente y como familia”.

Finalmente, resuenan en mi las palabras del Evangelio: “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver” (Mt 25,35-36), invitando a todos a practicar las obras de misericordia con los migrantes mientras se trabaja “para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre”.

Hoy ocupo este espacio para invitarlos el siguiente sábado 7 de octubre a la campaña “Migrar debería ser siempre una decisión libre”, a partir de las 8 am, en la cual diferentes organizaciones de la sociedad civil, asociaciones religiosas, empresas, instituciones y migrantes nos unimos –sin distinción y sin dejar a nadie fuera– a una campaña de humanismo, de respeto a los derechos humanos, donde llevaremos, médicos, odontólogos, desinfección de espacios, donación de víveres y ropa, buscando que puedan contar con esa mano amiga que en estos momentos de necesidad les hace tanta falta; y tú puedes marcar la diferencia contribuyendo con algo.

Cuantos hermanos mexicanos se encuentran en una situación similar en otros países, enfrentando el miedo, la desconfianza y el odio de otros seres humanos empeñados en ver las diferencias y no lo que nos hace iguales a todos los seres humanos; cada migrante viaja por necesidad, deja su cultura, su tierra, sus costumbres y a su familia buscando libertad, trabajo, salud, una vivienda, educación y cada uno de los derechos fundamentales de los que todos los individuos debemos gozar sin distinción. Que nuestra comprensión y humanismo se convierta en puentes que sobrepasen los muros del odio y la indiferencia, no dejes que tu indolencia sea un ladrillo más de esa muralla, ven con nosotros este sábado y al menos déjales notar que en Chiapas encontrarán siempre un abrazo y una mano amiga.

Comentarios: direccion@rsalud.com.mx

Hace unos días llegué a plaza las Américas en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; a pesar de pasar constantemente por esa zona, no me había detenido, ni dimensionado la situación que viven cientos de familias de migrantes que se vieron obligados a crear un campamento en las afueras de la terminal de camiones de la OCC ante el retardado proceso migratorio o por la notable ausencia de recursos para poder continuar con su viaje.

México se ha convertido, en el actual contexto de globalización, por ubicación y fronteras, en un referente del tránsito de personas migrantes a nivel mundial, que ha alcanzado cifras récord desde el 2022, siendo un tema muy complejo, al desarrollarse en él diversos tipos o flujos migratorios como son: la migración de origen, tránsito, destino y retorno, de acuerdo con los datos manejados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas.

Ese día me quedé con esa vocecita en mi cabeza que me caracteriza, y empecé a idear algo que hacer para ayudarlos; llevar medicamentos, comida o agua; pero el domingo pasado necesitaba ayuda para cargar unas cajas de medicamentos, y me decidí a ir a buscar a alguien que me ayudara, me dirigí a la terminal y ahí en una esquina estaba Eliazar, un migrante de Israel, se encontraba con su esposa y sus 3 hijos; 2 niñas y un pequeño, le pregunté si quería ayudarme y le pagaría, y con desconfianza me dijo que no buscaba trabajo, dos segundos después me respondió que si, lo invité que se subiera a mi auto para que fuéramos al lugar, así, en el siguiente semáforo que me tocó se acercaron 3 jóvenes, uno de ellos venezolano de 22 años, su nombre es era John y le hice la misma propuesta, un chico muy dinámico que inmediatamente me dijo que si, dejó sus cosas con sus amigos y no había tardado en decirle súbete al auto cuando ya le estaba hablando a su novia para que fuera a ayudar también, aunque solo requería a dos personas para eso, ella no fue. Así los tres emprendimos camino hacia el lugar a donde me dirigía para entregar las cajas en donación que me ayudarían a cargar, en ese tiempo fuimos platicando del porque salían de sus países, lejos de sus familias, a qué se dedicaban y cómo estaban viviendo, al comentarme que no habían desayunado, hicimos parada en unos tacos, –con dolor vi cómo a Eliazar le costaba comer, y cuando le pregunté, me dijo que su familia no había comido, pero hoy podrían comer más tarde con el pago– lo cual nos dio tiempo de seguir platicando, de ahí nos fuimos a trabajar.

Extraordinarios, movidos, entusiasmados, los dos hicieron el trabajo, después de que se retirara la camioneta con las cajas, nos sentamos en la banqueta a tomar un refresco y seguimos platicando, después los llevé a donde los recogí y prometí regresar para ayudarlos.

John y Eliazar no tuvieron una elección libre de salir de sus países, las circunstancias los obligaron, inclusive John dejó a su hija de 3 años con su cuñada porque no les alcanzó el dinero para que saliera de Venezuela con ellos –una decisión muy difícil para él y su novia, pero ya está esperando encontrarse con ella porque en esta siguiente caravana viene la otra parte de su familia incluyendo a su pequeña–.

Ante una frase que mencionaron los dos, “teníamos que decidir salir o morir”, recordé el mensaje titulado “Libres de elegir si migrar o quedarse”, que mencionó el papa Francisco y he decidido, retomando muchas de sus palabras -citaré párrafos, anexando unas palabras- escribo hoy está columna a las 4:30 a.m., donde sigo pensando en Eliazar y John, y en más 400 familias que están dispersas en los alrededores de la terminal esperando el poder continuar con su trayecto, con la esperanza de una vida mejor y digna.

Migrar debería ser siempre una decisión libre pero en la mayoría de los casos no lo es. Los desastres naturales, escapar de conflictos o persecuciones, las guerra, el terrorismo, la delincuencia, el miedo, la violación de derechos humanos, la falta de recursos económicos, la imposibilidad de vivir una vida digna en la tierra de origen obliga a las personas a salir de su tierra, dejando atrás sus vidas, sus cosas, inclusive sus familias. Los flujos migratorios de nuestros días son expresión de un fenómeno complejo y articulado, cuya comprensión exige el análisis atento de todos los aspectos que caracterizan las diversas etapas de la experiencia migratoria, desde la partida hasta la llegada, pero para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades y capacidades.

La frase que hoy no me dejó dormir fue: «Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera»; y la pregunta fue: ¿qué tengo que hacer para ayudarlos?, se que no les resolveré su vida, pero esa ínfima semilla que yo ponga puede ser una pequeña gran diferencia, ya lo decía en una columna anterior, nuestras acciones, sin importar cuán grandes o pequeñas sean, pueden brindar esperanza a quienes están luchando por seguir adelante; por ello, nuestro compromiso debe ser convertir la desesperanza en certidumbre y el abandono en amparo, mediante la colaboración, centrándonos en sumar, porque al apoyarlos desatará el efecto dominó tocando a nuestros hijos, hermanos o amigos devolviéndoles la ilusión de una vida plena y “Para que la migración sea una decisión realmente libre –señala el papa Francisco en el mensaje–; es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Sólo así se podrá ofrecer a cada uno la posibilidad de vivir dignamente y realizarse personalmente y como familia”.

Finalmente, resuenan en mi las palabras del Evangelio: “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver” (Mt 25,35-36), invitando a todos a practicar las obras de misericordia con los migrantes mientras se trabaja “para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre”.

Hoy ocupo este espacio para invitarlos el siguiente sábado 7 de octubre a la campaña “Migrar debería ser siempre una decisión libre”, a partir de las 8 am, en la cual diferentes organizaciones de la sociedad civil, asociaciones religiosas, empresas, instituciones y migrantes nos unimos –sin distinción y sin dejar a nadie fuera– a una campaña de humanismo, de respeto a los derechos humanos, donde llevaremos, médicos, odontólogos, desinfección de espacios, donación de víveres y ropa, buscando que puedan contar con esa mano amiga que en estos momentos de necesidad les hace tanta falta; y tú puedes marcar la diferencia contribuyendo con algo.

Cuantos hermanos mexicanos se encuentran en una situación similar en otros países, enfrentando el miedo, la desconfianza y el odio de otros seres humanos empeñados en ver las diferencias y no lo que nos hace iguales a todos los seres humanos; cada migrante viaja por necesidad, deja su cultura, su tierra, sus costumbres y a su familia buscando libertad, trabajo, salud, una vivienda, educación y cada uno de los derechos fundamentales de los que todos los individuos debemos gozar sin distinción. Que nuestra comprensión y humanismo se convierta en puentes que sobrepasen los muros del odio y la indiferencia, no dejes que tu indolencia sea un ladrillo más de esa muralla, ven con nosotros este sábado y al menos déjales notar que en Chiapas encontrarán siempre un abrazo y una mano amiga.

Comentarios: direccion@rsalud.com.mx

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