/ lunes 28 de agosto de 2023

Salud en la Red | Promover la salud en la escuela contribuye a garantizar tanto el derecho a la salud com el derecho a la educación.

Como ya sabemos, el concepto de la salud es una construcción social multideterminada por factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, medioambientales, políticos y culturales; que se vincula con la calidad de vida y el desarrollo integral de las personas en sus comunidades, por lo que se le considera un recurso para la vida y un derecho humano fundamental que debe ser protegido y garantizado por el estado –por medio de las instituciones y por la sociedad en su conjunto, ya sea como organismos de la sociedad civil, empresas o como individuos–. Por ello, decimos que la salud y la educación guardan una estrecha relación cómo ya lo hemos hablado en otras columnas, y un ejemplo que podríamos retomar de ellas para reflexionar sería: tener buena salud de manera integral –no solo física, si no también mental– permite a el estudiantado asistir a la escuela y lograr un buen rendimiento escolar, a la vez, el acceso a la educación de calidad les posibilita desarrollar competencias y adquirir conocimientos que les permiten tomar mejores decisiones sobre su propia salud y su vida; por tal motivo, promover la salud en la escuela contribuye a que las instituciones educativas puedan colaborar para garantizar tanto el derecho a la salud como el derecho a la educación de sus estudiantes.

Se suele pensar en la salud como lo opuesto a enfermedad, –un concepto erróneo– por eso, es algo que se considera que no compete a la escuela y que debe ser abordado por los servicios de salud exclusivamente; pero esta perspectiva está muy alejada de la realidad, el concepto es más amplio cuando se analiza desde una óptica social y multidimensional determinada por distintos factores -como los que mencionamos al inicio-, ya que por la definición de la OMS «la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades»–, por lo tanto, es importante considerar que la salud y la calidad de vida dependen en gran medida de las oportunidades que brinda el contexto en el que cada persona nace, crece, aprende y se desarrolla, por ello, la mayoría de los factores de riesgo para la salud están interrelacionados e influenciados por los lugares en los que las personas trabajan, viven e interactúan a lo largo de su vida; ante lo anterior, se crea el precedente, que concebir ambientes escolares saludables que permitan abordar varios de estos factores de riesgo y, sobre todo, contribuir a generar estas oportunidades para mejorar la salud y aprendizaje de todos los miembros de la comunidad educativa, tiene un impacto sustancial en la calidad de vida de cada uno de ellos y su comunidad. Desde esta perspectiva, podemos notar que la salud no es ajena a la escuela, sino que es parte de ella, las instituciones educativas son espacios en sí en los que se puede promover y construir ambientes saludables de manera integral, abordando la salud física y mental no solo de los estudiantes, si no de manera global de la comunidad educativa en general (directivos, docentes, padres, alumnos y todo el personal que la integre y pulule en ella), con el fin de generar relaciones armónicas y saludables en cadena, porque como sabemos las escuelas son también entornos laborales, y el entorno laboral inestable es una amenaza para la salud integral de los trabajadores –un importante tema a considerar por los empleadores y gobierno– y como también lo marca las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 15% de los adultos en edad de trabajar experimentaron un trastorno mental y no debemos olvidar que los trastornos mentales, caracterizados por la presencia de alteraciones emocionales, cognitivas y del comportamiento, representan un costo muy importante para la salud, el bienestar y la economía del país, reducen la calidad de vida y constituyen también una de las principales causas de baja productividad de una persona; según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos mentales, particularmente la ansiedad, el estrés y la depresión representan las principales causas de incapacidad, así como de presentismo y ausentismo laboral pudiendo representar hasta un 60% de ausencias no programadas al trabajo, es por ello, que de manera indirecta, la salud mental puede incidir o agravar otras condiciones de las enfermedades crónicas no transmisibles cómo la hipertensión arterial, enfermedades cardíacas, úlceras, y repercutir en la disminución de la capacidad de responder a infecciones, como también lo marca el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en sus estadísticas.

El término de escuela saludable y promotora de salud se ha incluido numerosas veces en los discursos y en menor medida en la práctica –ya que una escuela saludable y promotora de salud es aquella que trabaja día a día para ser una fuente de bienestar físico y emocional de la comunidad educativa–, por este motivo, en varias oportunidades no suele utilizarse en el sentido integral y multidimensional que se propone desde OPS/OMS. La salud se produce en los distintos entornos donde la gente transita a diario y, por este motivo, el entorno educativo es fundamental y clave para fomentar la salud integral de las personas; desde este enfoque se fomenta el rol protagónico de las escuelas para abordar la salud proponiendo sumar esfuerzos con distintos sectores y actores de la comunidad a trabajar en forma conjunta para lograr este objetivo, una salud integral (física y mental) en la comunidad educativa intra muros y extramuros.

Desde hace más de dos décadas, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) impulsa en América Latina y el Caribe el desarrollo de la Estrategia de Escuelas Promotoras de Salud (EPS), durante todo este tiempo en este sentido, hay mucho camino transitado y numerosas lecciones aprendidas sobre esta estrategia lo cual le permite a los países recoger estas bases a fin de actualizar y revitalizar en cada país este valioso enfoque de trabajo para abordar la salud en el ámbito educativo desde una perspectiva integral, participativa e intersectorial.

La estrategia de escuelas saludables y promotoras de Salud intenta favorecer el cambio del paradigma de salud escolar tradicional –biomédico y centrado en la prevención de enfermedades y riesgos para la salud– a un enfoque integral de salud en el ámbito educativo con base en los principios de la promoción de la salud como parte de un concepto positivo de la misma, que intenta conocer y promover sus causas y no solo reducir los riesgos de morbilidad o mortalidad, apunta al empoderamiento de la comunidad educativa y a la interacción con sus comunidades, además de la construcción de capacidades y condiciones para que estos puedan elegir opciones saludables y disminuir factores que resulten riesgosos. En este sentido, considerando la importancia e influencia central que tienen las condiciones que ofrece el contexto y el ambiente social para la elección de comportamientos saludables, una de las estrategias centrales de la promoción de la salud consiste en favorecer la creación de entornos saludables; por ello la escuela se vuelve pieza clave y fundamental para cumplir y dar continuidad a la agenda internacional en la construcción de ciudades y municipios saludables, siendo claros, si no se crea un programa exitoso dentro de la comunidad educativa muy difícilmente podremos llegar a los objetivos globales. Por lo tanto, desde este enfoque se considera a la escuela como un entorno idóneo para su cumplimiento e implementación, pero al mismo tiempo el desafío está en lograr que se transforme, de manera progresiva, siendo la escuela parte de la premisa de que los establecimientos educativos saludables y promotores de salud participan en la construcción del bienestar de sus miembros influyendo en forma positiva sobre la salud y bienestar de toda la población en general, porque la salud es desarrollo y el desarrollo es salud.

Comentarios: direccion@rsalud.com.mx

Como ya sabemos, el concepto de la salud es una construcción social multideterminada por factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, medioambientales, políticos y culturales; que se vincula con la calidad de vida y el desarrollo integral de las personas en sus comunidades, por lo que se le considera un recurso para la vida y un derecho humano fundamental que debe ser protegido y garantizado por el estado –por medio de las instituciones y por la sociedad en su conjunto, ya sea como organismos de la sociedad civil, empresas o como individuos–. Por ello, decimos que la salud y la educación guardan una estrecha relación cómo ya lo hemos hablado en otras columnas, y un ejemplo que podríamos retomar de ellas para reflexionar sería: tener buena salud de manera integral –no solo física, si no también mental– permite a el estudiantado asistir a la escuela y lograr un buen rendimiento escolar, a la vez, el acceso a la educación de calidad les posibilita desarrollar competencias y adquirir conocimientos que les permiten tomar mejores decisiones sobre su propia salud y su vida; por tal motivo, promover la salud en la escuela contribuye a que las instituciones educativas puedan colaborar para garantizar tanto el derecho a la salud como el derecho a la educación de sus estudiantes.

Se suele pensar en la salud como lo opuesto a enfermedad, –un concepto erróneo– por eso, es algo que se considera que no compete a la escuela y que debe ser abordado por los servicios de salud exclusivamente; pero esta perspectiva está muy alejada de la realidad, el concepto es más amplio cuando se analiza desde una óptica social y multidimensional determinada por distintos factores -como los que mencionamos al inicio-, ya que por la definición de la OMS «la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades»–, por lo tanto, es importante considerar que la salud y la calidad de vida dependen en gran medida de las oportunidades que brinda el contexto en el que cada persona nace, crece, aprende y se desarrolla, por ello, la mayoría de los factores de riesgo para la salud están interrelacionados e influenciados por los lugares en los que las personas trabajan, viven e interactúan a lo largo de su vida; ante lo anterior, se crea el precedente, que concebir ambientes escolares saludables que permitan abordar varios de estos factores de riesgo y, sobre todo, contribuir a generar estas oportunidades para mejorar la salud y aprendizaje de todos los miembros de la comunidad educativa, tiene un impacto sustancial en la calidad de vida de cada uno de ellos y su comunidad. Desde esta perspectiva, podemos notar que la salud no es ajena a la escuela, sino que es parte de ella, las instituciones educativas son espacios en sí en los que se puede promover y construir ambientes saludables de manera integral, abordando la salud física y mental no solo de los estudiantes, si no de manera global de la comunidad educativa en general (directivos, docentes, padres, alumnos y todo el personal que la integre y pulule en ella), con el fin de generar relaciones armónicas y saludables en cadena, porque como sabemos las escuelas son también entornos laborales, y el entorno laboral inestable es una amenaza para la salud integral de los trabajadores –un importante tema a considerar por los empleadores y gobierno– y como también lo marca las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 15% de los adultos en edad de trabajar experimentaron un trastorno mental y no debemos olvidar que los trastornos mentales, caracterizados por la presencia de alteraciones emocionales, cognitivas y del comportamiento, representan un costo muy importante para la salud, el bienestar y la economía del país, reducen la calidad de vida y constituyen también una de las principales causas de baja productividad de una persona; según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos mentales, particularmente la ansiedad, el estrés y la depresión representan las principales causas de incapacidad, así como de presentismo y ausentismo laboral pudiendo representar hasta un 60% de ausencias no programadas al trabajo, es por ello, que de manera indirecta, la salud mental puede incidir o agravar otras condiciones de las enfermedades crónicas no transmisibles cómo la hipertensión arterial, enfermedades cardíacas, úlceras, y repercutir en la disminución de la capacidad de responder a infecciones, como también lo marca el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en sus estadísticas.

El término de escuela saludable y promotora de salud se ha incluido numerosas veces en los discursos y en menor medida en la práctica –ya que una escuela saludable y promotora de salud es aquella que trabaja día a día para ser una fuente de bienestar físico y emocional de la comunidad educativa–, por este motivo, en varias oportunidades no suele utilizarse en el sentido integral y multidimensional que se propone desde OPS/OMS. La salud se produce en los distintos entornos donde la gente transita a diario y, por este motivo, el entorno educativo es fundamental y clave para fomentar la salud integral de las personas; desde este enfoque se fomenta el rol protagónico de las escuelas para abordar la salud proponiendo sumar esfuerzos con distintos sectores y actores de la comunidad a trabajar en forma conjunta para lograr este objetivo, una salud integral (física y mental) en la comunidad educativa intra muros y extramuros.

Desde hace más de dos décadas, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) impulsa en América Latina y el Caribe el desarrollo de la Estrategia de Escuelas Promotoras de Salud (EPS), durante todo este tiempo en este sentido, hay mucho camino transitado y numerosas lecciones aprendidas sobre esta estrategia lo cual le permite a los países recoger estas bases a fin de actualizar y revitalizar en cada país este valioso enfoque de trabajo para abordar la salud en el ámbito educativo desde una perspectiva integral, participativa e intersectorial.

La estrategia de escuelas saludables y promotoras de Salud intenta favorecer el cambio del paradigma de salud escolar tradicional –biomédico y centrado en la prevención de enfermedades y riesgos para la salud– a un enfoque integral de salud en el ámbito educativo con base en los principios de la promoción de la salud como parte de un concepto positivo de la misma, que intenta conocer y promover sus causas y no solo reducir los riesgos de morbilidad o mortalidad, apunta al empoderamiento de la comunidad educativa y a la interacción con sus comunidades, además de la construcción de capacidades y condiciones para que estos puedan elegir opciones saludables y disminuir factores que resulten riesgosos. En este sentido, considerando la importancia e influencia central que tienen las condiciones que ofrece el contexto y el ambiente social para la elección de comportamientos saludables, una de las estrategias centrales de la promoción de la salud consiste en favorecer la creación de entornos saludables; por ello la escuela se vuelve pieza clave y fundamental para cumplir y dar continuidad a la agenda internacional en la construcción de ciudades y municipios saludables, siendo claros, si no se crea un programa exitoso dentro de la comunidad educativa muy difícilmente podremos llegar a los objetivos globales. Por lo tanto, desde este enfoque se considera a la escuela como un entorno idóneo para su cumplimiento e implementación, pero al mismo tiempo el desafío está en lograr que se transforme, de manera progresiva, siendo la escuela parte de la premisa de que los establecimientos educativos saludables y promotores de salud participan en la construcción del bienestar de sus miembros influyendo en forma positiva sobre la salud y bienestar de toda la población en general, porque la salud es desarrollo y el desarrollo es salud.

Comentarios: direccion@rsalud.com.mx

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