/ jueves 25 de febrero de 2021

Tu guía para el bien vivir | El invisible autodesprecio


No falla, estás en una reunión y alguien por evidente error, tropieza contigo, se disculpa y entonces la reacción habitual suele ser: --No te preocupes, está bien. Y todos felices, el encuentro sigue tranquilo.

Pero ¿Qué pasa cuando quien mientras ibas caminando te golpeas accidentalmente? La reacción cambia, en lugar de un no te preocupes, tranquila, siéntate espera a sobarte o a que pase el dolor lo que automáticamente haces es una serie de reproches: Soy una tonta, qué estúpido, ¿Cómo no me di cuenta?, Siempre es lo mismo, soy un o una inútil, etc.

Al cometer un error, la persona promedio se dedica a “rumiar” ese error, lamentarlo, regodearse en cómo fue que se equivocó y lo terrible que se siente por haberlo hecho, no hay disculpa, no hay un ya pasará, sólo hay juicio, señalamientos, autodesprecio.

Y nada pasaría si fuera algo ocasional pero, en realidad, durante un día las personas pasan mucho de su tiempo enojándose consigo mismas, diciéndose cosas hirientes, señalándose sin cesar por lo que salió mal fuera o no directamente su responsabilidad.

Todas esas cosas que parecen pequeñas, insignificantes, un tonta por aquí, un inútil por allá, un no sirvo para nada más al rato y así llegamos a la noche sintiéndonos miserables, deprimidos, con ansiedad y sin ganas de comenzar mañana de nuevo.

¿Quién querría si sabe que a diario se enfrenta a un implacable juez del que no puede escapar?

Estas palabras que nos decimos socavan nuestra autoestima y van generando en su lugar un rancio, molesto e hiriente autodesprecio del que rara vez nos damos cuenta. Cuando las personas vienen a consulta y les hago esta observación suelen sorprenderse sobre lo duras que pueden ser consigo mismas mientras que son muy amables con los demás.

Lo peor es que se inicia un círculo vicioso pues mientras más te dices a ti lo pésima persona que eres, lo poco capaz que te consideras, lo infeliz que estás, más constantemente te equivocas, menos logros obtienes y entonces encuentras más motivos para seguir ahogándote con reproches.

¡Rompe el círculo!

La próxima vez que sientas deseos de insultarte, de recordarte lo mala persona que crees ser o lo terrible que siempre haces que vayan las cosas, haz un intento por exactamente lo contrario: si tu deseo era decir --¡Soy una tonta!, cámbialo de forma consciente por algo como –Cometí un error, lo haré mejor o si te lastimas, date la oportunidad de sobarte, espera que pase el dolor no te atormentes todos en este mundo nos hemos caído, golpeado con una “mesa que se travesó” y sí: Todos los que hemos usado colectivo, nos hemos golpeado la cabeza alguna vez al bajar o subir.

Ten compasión de ti, trátate como lo harías con una persona desconocida, sé amable como lo serías con alguien que te cae bien, apapáchate, como lo harías con alguien a quien quieres. Al final del día, sólo te tienes a ti y te tendrás por el resto de tu vida, más vale que comiences a hacer de esta una vida en la que te sientas a gusto habitándote.

Fb. @ivonnesanadora

Escríbeme: ideleon@diariodelsur.com.mx


No falla, estás en una reunión y alguien por evidente error, tropieza contigo, se disculpa y entonces la reacción habitual suele ser: --No te preocupes, está bien. Y todos felices, el encuentro sigue tranquilo.

Pero ¿Qué pasa cuando quien mientras ibas caminando te golpeas accidentalmente? La reacción cambia, en lugar de un no te preocupes, tranquila, siéntate espera a sobarte o a que pase el dolor lo que automáticamente haces es una serie de reproches: Soy una tonta, qué estúpido, ¿Cómo no me di cuenta?, Siempre es lo mismo, soy un o una inútil, etc.

Al cometer un error, la persona promedio se dedica a “rumiar” ese error, lamentarlo, regodearse en cómo fue que se equivocó y lo terrible que se siente por haberlo hecho, no hay disculpa, no hay un ya pasará, sólo hay juicio, señalamientos, autodesprecio.

Y nada pasaría si fuera algo ocasional pero, en realidad, durante un día las personas pasan mucho de su tiempo enojándose consigo mismas, diciéndose cosas hirientes, señalándose sin cesar por lo que salió mal fuera o no directamente su responsabilidad.

Todas esas cosas que parecen pequeñas, insignificantes, un tonta por aquí, un inútil por allá, un no sirvo para nada más al rato y así llegamos a la noche sintiéndonos miserables, deprimidos, con ansiedad y sin ganas de comenzar mañana de nuevo.

¿Quién querría si sabe que a diario se enfrenta a un implacable juez del que no puede escapar?

Estas palabras que nos decimos socavan nuestra autoestima y van generando en su lugar un rancio, molesto e hiriente autodesprecio del que rara vez nos damos cuenta. Cuando las personas vienen a consulta y les hago esta observación suelen sorprenderse sobre lo duras que pueden ser consigo mismas mientras que son muy amables con los demás.

Lo peor es que se inicia un círculo vicioso pues mientras más te dices a ti lo pésima persona que eres, lo poco capaz que te consideras, lo infeliz que estás, más constantemente te equivocas, menos logros obtienes y entonces encuentras más motivos para seguir ahogándote con reproches.

¡Rompe el círculo!

La próxima vez que sientas deseos de insultarte, de recordarte lo mala persona que crees ser o lo terrible que siempre haces que vayan las cosas, haz un intento por exactamente lo contrario: si tu deseo era decir --¡Soy una tonta!, cámbialo de forma consciente por algo como –Cometí un error, lo haré mejor o si te lastimas, date la oportunidad de sobarte, espera que pase el dolor no te atormentes todos en este mundo nos hemos caído, golpeado con una “mesa que se travesó” y sí: Todos los que hemos usado colectivo, nos hemos golpeado la cabeza alguna vez al bajar o subir.

Ten compasión de ti, trátate como lo harías con una persona desconocida, sé amable como lo serías con alguien que te cae bien, apapáchate, como lo harías con alguien a quien quieres. Al final del día, sólo te tienes a ti y te tendrás por el resto de tu vida, más vale que comiences a hacer de esta una vida en la que te sientas a gusto habitándote.

Fb. @ivonnesanadora

Escríbeme: ideleon@diariodelsur.com.mx