El comercio clandestino de coladeras metálicas está generando graves repercusiones en Tapachula, con pérdidas estimadas en miles de pesos. Estas coladeras, que tienen un valor aproximado de 10 mil pesos, según fuentes municipales están siendo vendidas por tan solo 250 pesos (o un poco más) en establecimientos de fierro viejo de la zona.
A pesar de ser un delito, varias empresas en Tapachula están adquiriendo estas coladeras robadas, las pintan y posteriormente las revenden como nuevas, según reportes oficiales.
Te puede interesar: Fuga aguas negras, foco de contaminación en el centro de Tapachula
José Ángel, recolector de basura, ha observado cómo las coladeras son expulsadas por el drenaje, y muchas veces él mismo las recoge para llevarlas a estos negocios.
En un recorrido hecho por el corazón de la ciudad y en diversos sectores, la ausencia de coladeras es evidente, resultado directo de los constantes robos.
Aunque no todos los negocios de fierro viejo aceptan comprar este tipo de mobiliario público, aquellos que sí lo hacen mantienen activo un mercado negro de compraventa de estos accesorios, esenciales en la red de agua potable y drenaje.
Cada tapa de alcantarilla con un peso promedio de 50 kilos o más, se paga alrededor de 5 pesos por kilo, lo que genera ganancias mínimas para los delincuentes, pero causando un gran daño al erario del municipio.
Conductores, motociclistas, ciclistas y peatones han denunciado el peligro que representa la ausencia de las tapas de alcantarilla, cuya reposición es un gasto millonario. Solo en los últimos dos años y 10 meses, se han instalado más de 50 coladeras de plástico como medida de contingencia, aunque algunas ya presentan daños.
Según conocedores del medio, el robo de coladeras para su posterior venta como fierro viejo es una actividad ilegal arraigada en Tapachula, ya que estos accesorios son de fierro fundido, un material codiciado en los negocios de chatarra de la zona.
Algunos dueños o encargados de establecimientos, se niegan rotundamente a adquirir estas coladeras robadas, sin embargo, otros las aceptan, contribuyendo así a perpetuar este ciclo delictivo que causa afectaciones al gobierno municipal y a sus habitantes.