“Para que la historia no diga que soy hijo de nadie, debo contarle que doña Placida Romero Arévalo me arrulló de niño, me enseñó a ganar el pan diario trabajando, me regaló amor, me educó para ser un hombre fuerte y me enseñó a agradecer a Dios. Doña Plácida es mi madre”
Él quería ser médico, a pesar de haber nacido en una cuna humilde, su madre se las ingenió para que estudiara y sobreviviera, pero estudiar medicina en ciudad de México, sin el apoyo paterno, era imposible, así que regresó a casa dispuesto a conquistar el mundo, a sobresalir y ser un hombre respetable.
En medio de esa lucha y coraje pulió su espíritu de servicio y aprendió a no quejarse, se cultivó fuerte y frío, quería ser un hombre de bien.
José Andrés Ruiz Romero tuvo una infancia pobre pero feliz, tal vez por eso se convirtió en el hombre de la casa. Su madre, una mujer sola, cocinaba tamales, torteaba tortillas y Pepe, el famoso Pepe Ruiz, apoyaba vendiéndolas.
Siendo niño comprendió que esta vida no es fácil, que se tenía que trabajar, así que a los 15 años un hermano de su padre, don Ruperto Ruiz Gálvez, lo lleva a una carnicería en el mercado Sebastián Escobar. Su trabajo consistía en lavar los huesos de la res, la jornada iniciaba de madrugada y a las 12 del día se preparaba para ir a la secundaría.
A su regreso de la ciudad de México, con el sueño frustrado de convertirse en médico, se faja bien los pantalones y comienza a trabajar, tenía que llevar el sustento a su casa, mantener a su madre y a su hermana Tere que tenía problemas de salud.
Es el tío Roberto Ruiz quien le da la primera carnicería cuando tenía 20 años. Aprendió este noble oficio sumergido lavando huesos y sin proponérselo fue adquiriendo una profesión, porque ser carnicero es un oficio que tiene su encanto, saber vender, conquistar a la clientela hasta realizar el mejor corte y… todo iba bien, pero se casó.
La mala conducta de un amigo lo priva de su libertad por 5 años injustamente (ingresa cuando tenía 23 años y sale de 29). La ley asumió que como el amigo aparentemente pertenecía a una banda malvada, él también era socio del amigo compadre.
La prisión era una celda en la 36 zona militar, después es enviado a la penitenciaría, en donde el buen amigo Loncho Palacios, que estaba a cargo del internado, le otorga la libertad condicional, con la única condición que debía volver todas las noches a dormir a prisión.
La situación política en Tapachula ese año había despertado con un ayuntamiento dirigido por tres hombres: el Dr. Chapa, Alfredo Cerdio y Norberto De Gyves. Sucede que, viviendo en libertad condicional, el Dr. Chapa le ofrece que sea el administrador del Mercadito de la Estación. La oferta vino por la confianza y amistad del médico con el entrevistado de Diario del Sur.
Don Juan Sabines Gutiérrez, aquel gobernador que se daba a querer fácilmente, se entera de la propuesta y acepta gustoso. Todos sabían que el único hombre que podía equilibrar la vida comercial y social de ese mercado era Pepe Ruiz, amén a retirarle el poder a un vival que deseaba quedarse con todo este centro comercial.
Pero no existe sombra sin luz y tampoco dolor sin dicha, seguro, ese año comienza una nueva vida, a partir de ese momento se convierte en funcionario del ayuntamiento. Con la amistad sincera de Hernando de la Torre, quien se desempeñaba como tesorero municipal, le pide que lo apoye como inspector, pero 4 meses después, al descubrir el potencial de Pepe Ruiz, De la Torre le pide que sea el subtesorero.
Termina la administración con una auditoría bien aprobada sin olvidar que Juan Sabines compartía la mesa con él y muchos más. Pepe Ruiz vivió la buena época de los gobiernos del PRI… dejó la carnicería temporalmente para dedicarse al trabajo de servidor público.
No es cuestión de suerte, su vida estuvo siempre marcada por las relaciones humanas, para ser llamado y por supuesto, tener éxito. Protesta como presidente de Tapachula José Antonio Aguilar Bodegas, quien le propone que funde la Dirección de Servicio Púbicos. Sí, Pepe Ruiz es el hombre y creador de este espacio.
En política nada es seguro, José Antonio Aguilar deja la presidencia y se va al cargo de diputado federal, siendo Ruperto de la Cruz quien lo sustituye temporalmente, el mismo que lo convierte en Oficial Mayor.
Antes ya se le había ofrecido el departamento de “Alcoholes”, pero no pudo realizar el trabajo de “pedir para el jefe” a todos los que se dedicaban al giro rojo o negro, así que, no estamos hablando de un hombre común, sino de un hombre honesto que siempre ha cuidado su buen nombre.
En los 4 años como presidente de Tapachula Norberto DeGyves se separa totalmente de la presidencia, pero al llegar Adolfo Zamora como alcalde interino le ofrece, queriendo minimizarlo, la secretaría de Protección Civil. Acepta, toma un curso en la ciudad de México, pero el potencial de Pepe Ruiz es mayor, es un especialista en casos difíciles. Y en este episodio lo mueven al departamento de “Limpia”.
En el departamento de “Limpia”, la basura y la gente, convocaba y entablaba huelgas constantemente que exhibía un gobierno ausente de capacidad. Pepe Ruiz es enviado a este departamento porque estaban seguros que renunciaría, pero nació con un talento que lo ha sostenido hasta el día de hoy: buena sangre para cultivar y ganarse amigos.
José Antonio Aguilar Bodegas, su amigo, le decía -tú aguanta Pepe, demuéstrales de qué material estás hecho-.
Acostumbrado a madrugar, y no por aquello de que Dios le ayudará, sino porque así se disciplinó, llegaba mucho antes de que los gallos cantaran y supo delegar, accionó su natural carácter bonachón y reinó la paz entre los hombres y mujeres de ese departamento. Una época en que la limpieza de las calles y de todo Tapachula, reinó. -Qué hiciste-, le preguntó Adolfo Zamora, asombrado por el logro.
-Trabajar, a eso me mandaste, fui a trabajar y si me quieres despedir ahora puedes hacerlo-, dijo Pepe con natural valentía.
Su respuesta y capacidad para mantener la paz lo hace acreedor a su siguiente proyecto: crear un taller mecánico para que todos los autos del ayuntamiento estén en óptimas condiciones y arreglados de inmediato cuando se requiera.
Diaz Athie y Albores Guillén, en una reunión teniendo a los vecinos de Puerto Madero quejarse, cansados del olvido de las autoridades, sin justicia, convertido en un pueblo sin ley, ahí mismo es nombrado delegado de Puerto Madero, por el gobernador.
Su generosidad fue conocida por todo Puerto Madero logrando pavimentar 52 calles, instalando el alumbrado público y con Díaz Athie termina siendo director de Servicios Públicos.
Son 32 años como funcionario en el ayuntamiento de Tapachula, como servidor público. Gracias a su filantropía, le ha dado la satisfacción para retirarse con gloria, disfrutando el resto de la vida en su carnicería.
Su grandioso corazón le falló un día por tanto amor y porta un marcapasos que le auxilia. El sueño de ser médico, dos hijos se lo cumplieron, José Andrés Ruiz Romero ha recorrido mucho camino, sin derecho a tropezarse, a caerse, pero levantarse como si no pasara nada.
A Pepe Ruiz, le gusta el buen whisky. El 29 de diciembre cumple 75 años. Todos los días va al rancho por la leche y para ver el progreso de su ganado vacuno.
Asegura que no tiene ningún pendiente, no le debe nada a la vida, y tampoco la vida a él. Se ha reconciliado con la vida mil veces, porque no olvida su infancia, la lucha para sobrevivir y el amor de su madre que lo inspiró a ser lo que es hoy.
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