/ viernes 29 de septiembre de 2023

Carrereando la Chuleta | ¿Conviene ser pobre?

¿Qué tan pobres somos? Pregunto porque últimamente he visto un deterioro económico generalizado, personas que aunque tienen trabajo, la economía, la inflación y muchos otros factores las (nos) terminan golpeando y vuelve evidente nuestra precaria situación: por la vestimenta, el calzado o el número de comidas que hacemos al día, a veces sólo una, por lo difícil que es llevar un plato de comida a la mesa. Hay montones de personas que todos los días salen a trabajar, en lo que sea y como sea, para aminorar su precaria situación; creo que todos lo hacemos de alguna forma.

La filósofa de Xochiltepec decía que hay que ser coherente con lo que se tiene, es decir, no andar aparentando un estatus económico que no se tiene, aunque aplica a muchas cosas, al conocimiento, la inteligencia, o como dirían otros, no presumir lo que no se tiene, pues.

Todo esto porque el miércoles, mientras realizaba mi caminata matutina en Los Cerritos, cosa que debo hacer sin falta porque ya estoy muy lleno de amor, gordo pues, había una mesa de atención para entrega de recursos, de los muchos que se entregan para tapar un poco la pobreza en este país. Ahí, mayoritariamente mujeres, alegaban con los ciervos de la nación que las estaban atendiendo, acerca de los documentos que tenían que llevar y qué tipo de recurso es el que iban a entregar. No me enteré exactamente de qué se trataba, pero lo que sí pude observar, fue justo lo que les comentaba, las pruebas irrefutables de que la economía no les era favorable, como a casi todos.

Una de ellas, bastante molesta, se alejó del grupo. Era inevitable no escuchar los gritos de enojo que salían de la acalorada discusión que sostenía vía telefónica. Acusó a todo el cuerpo gubernamental actual, a los anteriores, a la sociedad, a los partidos políticos existentes y a los que todavía no se han inventado, de que a ella no la habían tomado en cuenta porque le faltaban un par de documentos, que obviamente no tenía, y por lo que decía que eran unos injustos porque necesitaba mucho el apoyo. Yo seguía sin entender qué tipo de apoyo es el que estaban entregando, si era préstamo a fondo perdido, apoyo a madres solteras, o de damnificados por una invasión extraterrestre; no lo sé.

Lo que no pude evitar fue notar que su celular definitivamente no correspondía al nivel de vida de una mujer necesitada que está buscando apoyos para poder sobrevivir. La señora traía un iPhone plus, ultra, o sea de los grandotes con tres cámaras y lente gran angular, mismo que por supuesto traen varios colegas, a los que les costó 24 meses de sufrimiento (o más), 24 larguísimos pagos, 24 tronadas de dedos poder pagarlo, y que finalmente no era sólo para presumir, porque es en realidad una herramienta de trabajo.

¿Entonces? Qué tan pobre –o no– era la señora para andar buscando recursos económicos por medio de un apoyo gubernamental y andar cargando un teléfono que cuesta arriba de 35,000 pesos, y con los que podría comer, sin ningún problema, durante al menos medio año, tal vez hasta más. No sé de dónde lo sacó, si se lo prestaron, si lo debe, lo que sí sé es que algo no está funcionando correctamente.

No estoy en contra de lo que esa señora o cualquiera tenga, qué bueno, lo que me preocupa es esa idea de que “el gobierno me tiene que dar”, misma que el gobierno aprovecha para asegurar votos, cuando en realidad, lo que debería pasar es que esa misma señora debería tener las oportunidades y los medios para valerse por sí misma, para no enojarse porque no le tocó, para que pudiera ella tener un buen nivel de vida, que entendiera que el gobierno no le tiene que dar nada, que lo que debe hacer y exigir, a gritos, es que se den las condiciones necesarias para que ella y todos vivamos como queremos vivir, y no que vivamos de cuotas que lo único que hacen es fomentar una dependencia que no nos ha dejado nada bueno durante décadas y décadas.

A veces pareciera que hasta conviene ser pobre. Comentarios a rgonzalez@diariodelsur.com.mx

¿Qué tan pobres somos? Pregunto porque últimamente he visto un deterioro económico generalizado, personas que aunque tienen trabajo, la economía, la inflación y muchos otros factores las (nos) terminan golpeando y vuelve evidente nuestra precaria situación: por la vestimenta, el calzado o el número de comidas que hacemos al día, a veces sólo una, por lo difícil que es llevar un plato de comida a la mesa. Hay montones de personas que todos los días salen a trabajar, en lo que sea y como sea, para aminorar su precaria situación; creo que todos lo hacemos de alguna forma.

La filósofa de Xochiltepec decía que hay que ser coherente con lo que se tiene, es decir, no andar aparentando un estatus económico que no se tiene, aunque aplica a muchas cosas, al conocimiento, la inteligencia, o como dirían otros, no presumir lo que no se tiene, pues.

Todo esto porque el miércoles, mientras realizaba mi caminata matutina en Los Cerritos, cosa que debo hacer sin falta porque ya estoy muy lleno de amor, gordo pues, había una mesa de atención para entrega de recursos, de los muchos que se entregan para tapar un poco la pobreza en este país. Ahí, mayoritariamente mujeres, alegaban con los ciervos de la nación que las estaban atendiendo, acerca de los documentos que tenían que llevar y qué tipo de recurso es el que iban a entregar. No me enteré exactamente de qué se trataba, pero lo que sí pude observar, fue justo lo que les comentaba, las pruebas irrefutables de que la economía no les era favorable, como a casi todos.

Una de ellas, bastante molesta, se alejó del grupo. Era inevitable no escuchar los gritos de enojo que salían de la acalorada discusión que sostenía vía telefónica. Acusó a todo el cuerpo gubernamental actual, a los anteriores, a la sociedad, a los partidos políticos existentes y a los que todavía no se han inventado, de que a ella no la habían tomado en cuenta porque le faltaban un par de documentos, que obviamente no tenía, y por lo que decía que eran unos injustos porque necesitaba mucho el apoyo. Yo seguía sin entender qué tipo de apoyo es el que estaban entregando, si era préstamo a fondo perdido, apoyo a madres solteras, o de damnificados por una invasión extraterrestre; no lo sé.

Lo que no pude evitar fue notar que su celular definitivamente no correspondía al nivel de vida de una mujer necesitada que está buscando apoyos para poder sobrevivir. La señora traía un iPhone plus, ultra, o sea de los grandotes con tres cámaras y lente gran angular, mismo que por supuesto traen varios colegas, a los que les costó 24 meses de sufrimiento (o más), 24 larguísimos pagos, 24 tronadas de dedos poder pagarlo, y que finalmente no era sólo para presumir, porque es en realidad una herramienta de trabajo.

¿Entonces? Qué tan pobre –o no– era la señora para andar buscando recursos económicos por medio de un apoyo gubernamental y andar cargando un teléfono que cuesta arriba de 35,000 pesos, y con los que podría comer, sin ningún problema, durante al menos medio año, tal vez hasta más. No sé de dónde lo sacó, si se lo prestaron, si lo debe, lo que sí sé es que algo no está funcionando correctamente.

No estoy en contra de lo que esa señora o cualquiera tenga, qué bueno, lo que me preocupa es esa idea de que “el gobierno me tiene que dar”, misma que el gobierno aprovecha para asegurar votos, cuando en realidad, lo que debería pasar es que esa misma señora debería tener las oportunidades y los medios para valerse por sí misma, para no enojarse porque no le tocó, para que pudiera ella tener un buen nivel de vida, que entendiera que el gobierno no le tiene que dar nada, que lo que debe hacer y exigir, a gritos, es que se den las condiciones necesarias para que ella y todos vivamos como queremos vivir, y no que vivamos de cuotas que lo único que hacen es fomentar una dependencia que no nos ha dejado nada bueno durante décadas y décadas.

A veces pareciera que hasta conviene ser pobre. Comentarios a rgonzalez@diariodelsur.com.mx