/ domingo 19 de febrero de 2023

Osman, de soldador a carnicero seductor

Nació en San Pedro y fue el segundo heredero del hogar integrado por Adán Saénz Castillo, un ejemplar marroquí de cultura musulmana


Existe en Huixtla, Chiapas, un carnicero polifacético, un caballero de sangre liviana que decidió un día ponerse el delantal, un sombrero, encender el asador, colocar un trozo de carne, sonreír y conquistar sus sueños…

En la vida de Osman no sobra drama, al contrario, le sobra material de vida para escribir. Pero su historia debe contarse con prudencia porque viene de otro mundo. Así que digamos que nació en martes, antes de que el verano terminara, bajo el techo de unos abuelos que no conoció, llegó al mundo en una casa humilde en donde parecía que el amor suplía las carencias.



Te puede interesar: Un chef ¡Muy perro! Luis Rubén Guizar Olivares



Nació en San Pedro y fue el segundo heredero del hogar integrado por Adán Saénz Castillo, un ejemplar marroquí de cultura musulmana y María del Tránsito Dubón Vargas. Llegó a este mundo de madrugada, bajo el bullicio de los vendedores y la gente de trabajo que transitaba por la calle aún oscura.

Mucho tiempo después, se enteró de los detalles de su nacimiento, y de su infancia lo único que recuerda es que una noche, su madre, una mujer valiente y cansada del maltrato del malvado musulmán, tomó en sus brazos al pequeño Pablo, a Osman y Osman a César Antonio, su hermano mayor.

Su madre solo deseaba darles un mundo feliz, pobre, pero en paz, así que huyó con sus tres hijos a Honduras, deseaba escapar para siempre de las manos del padre de sus hijos que la mantenía en suspenso y maltrato… pero no tuvo éxito, días después su esposo la encontró y le arrebató a los tres pequeños.

Desesperada huye y llega a México, se instala en Huixtla, y en esta ciudad próspera, conoció a Enrique Espinoza, el hombre que la salvó y le entregó su amor.


Un carnicero polifacético, un caballero de sangre liviana/Foto: Cortesía


Como la historia es real, un año después el padre de los 3 pequeños muere y María del Tránsito regresa a San Pedro y recupera a sus tres hijos. Viaja con los tres pequeños a México, dispuesta a no mirar para atrás.

En Huixtla, los tres pequeños adquieren nueva nacionalidad y Enrique Espinoza, hombre cabal y responsable, se hace cargo de la madre y de sus tres hijos, dándoles una nueva vida, además de un apellido nuevo y reconociendo a los tres niños como suyos.

A César Antonio, Pablo y Osman, este buen hombre les da estudio y les enseña a trabajar, los educa con buen catecismo y los hace hombres de bien.

“-Sí este hombre no nos hubiera educado y no nos hubiera dado sobre todo protección y cariño, nuestra suerte hubiera sido otra, y no buena, pues nos trajo a esta nueva vida alejándonos de las pandillas del pueblo en donde nací”, me confía Osman en la entrevista exclusiva para Diario del Sur.

La historia es larga, así que haremos justicia a un hombre que estudió la primaria en la escuela Cuauhtémoc, la secundaria en la reconocida Benemérito de las Américas, la preparatoria en el IVEA.

Ya era un hombre de tremendas dimensiones, cualidades y virtudes, un hombre conquistador cuando se matriculó en la UVG y cursar la licenciatura en Derecho, pero la crisis comenzó apretar y tuvo que renunciar a sus sueños de convertirse en abogado. Deja la escuela y comienza a trabajar.

Viaja a Veracruz en busca de nuevas oportunidades, pero ya ve usted que el calor de Veracruz y la edad de nuestro protagonista estelar, hicieron buena combinación, así que el amor lo encontró en el mejor momento de su existencia, forma un hogar y complementa la unión con una hija, Kendell Ximena. Tenía solo 19 años.


Tuvo que renunciar a sus sueños de convertirse en abogado/Foto: Cortesía


La convivencia humana y la vida en pareja sigue siendo uno de los temas más difíciles de resolver en esta humanidad y, dos años después, aquel amor que comenzó con una fuerza telúrica, un terremoto pasional que los arrastró con la inocencia propia del amor, se separan, se acaba todo, pero siguen como amigos hasta el día de hoy.

Regresa a Huixtla, porque quien haya bebido agua de Huixtla vuelve, aunque pasen 100 años. Vuelve porque como dicen los poetas “debes volver un día al lugar en donde fuiste feliz”, y en Huixtla está su vida y su felicidad.

Siendo niño trabajó en una balconería así que comenzó a trabajar con el oficio que había aprendido, es válido anotar que en Veracruz se profesionaliza convirtiéndose en soldador industrial, así que en él la delicadeza no tiene cabida.

Se estaciona en Huixtla de vuelta porque encuentra trabajo en la construcción de la aduana, es plomero, electricista, conoce bien el trabajo de la tablaroca... todo bajo el lema de que todo lo que hace, lo hace muy bien.

-El oficio de soldador es duro-, apunta mi entrevistado, quien cansado de ser empleado y en busca de nuevos horizontes que le mejoren su existencia, decide, tras medir bien el terreno, ingresar a la catafixia de la carne.




Invierte todos sus ahorros y apoyado por un amigo que es dueño del nombre, hace poco más de un mes, decidió darle un giro a su vida abriendo una carnicería en la Avenida Rayón Norte, entre Vicente Guerrero y Porfirio Díaz, exactamente en donde hacen base los taxis que van a Tuzantán.

Compró vitrinas, congeladores, hizo una cámara fría, la ablandadora de carne, en fin, intrépido amante de las motos y de las mujeres, sin miedo y valiente, este hombre de 37 años, a quien toda la vida le ha gustado la carne fresca, está aprendiendo este oficio con mucho éxito. ¿En dónde está el éxito?

Y mientras estamos en la entrevista le grita a su compañero que le acerque un plato de un kilo, no ha dejado de asar carne desde mí llegada, bajo la mirada sospechosa de una dama de cuerpo voluptuoso que lo observa con prudencia y supongo piensa que, así como asa la carne, con tanto cariño y pasión, así desearía ser tratada alguna vez.

La vida de Osman esta llena, después de aquella separación y con una hija que hoy tiene 17 años, nunca más volvió a comprometerse, no duda que ha tenido amores, y en especial se refiere a uno, tal vez el más grande, el que vivió intensamente por 3 años y en donde perdió la voluntad, se entregó de pechito, se enamoró hasta el tuétano, pero ese es un capítulo que no tengo licencia para narrar.

Todos los reflectores están sobre él, porque verlo con el delantal, las tenazas y moverse frente al asador, es un espectáculo.

Ya instalado en su carnicería, todos los días de 6 de la mañana a 7 de la noche, este hombre que incendió las redes con su imagen viril, sexy y seductora figura, es un hombre solo, un macho inteligente con una sabiduría natural y la filosofía de amar su soledad, la que disfruta al máximo.

Su vida azarosa, el trabajo pesado, las mujeres y la fruta prohibida tal vez en una época de su existencia, graduaron su carácter, lo convirtieron hoy en un hombre transformado con filosofía propia, que no descarta que un día el amor vuelva a chamuscarlo.

A pesar del cuerpazo de gladiador, las manos de obrero y las espaldas marcadas, es un hombre sencillo, humanitario, sensible, de buen corazón, que siempre ha triunfado, y hoy, frente a su primera carnicería, disfrutan conquistar con el asador, tiene planes de un restaurante, una casa especializada en carnes y cortes al carbón, a las brasas, a fuego liviano.

Esta es la breve historia de un hombre de brazos poderosos, piel brillante, con una historia autentica, de encantadora sonrisa y unas manos que la muchacha que llegó por un kilo de carne asada, no dejó de mirar, porque para hacer el amor y asar un trozo de carne, lo que importa es la intención que guía la mano.


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Como todo un escorpión que nació el 19 de noviembre de 1985, Osman Espinosa Dubón, es un hombre intenso, un ejemplar que expone sus emociones de la manera más natural, es un caballero para quien el mañana no existe, es quien se deja llevar por la corriente de la vida, pareciera ser que no toma la vida en serio, lo que pasa es que su capacidad intelectual supera todo; es un hombre que en un abrir y cerrar de ojos decide, toma decisiones y se atreve.

Ese es Osman, un hombre que se forjó una historia a pulso, que ha hecho del amor lo que siempre ha querido, y quien hoy, sigue escribiendo un capítulo más.

Lo del delantal, el sombrero, el porte de ranchero seductor, es solo por fuera, en su interior, mantiene a un hombre sensible y de buen corazón.

Comentarios; morancarlos.escobar1958@gmail.com



Existe en Huixtla, Chiapas, un carnicero polifacético, un caballero de sangre liviana que decidió un día ponerse el delantal, un sombrero, encender el asador, colocar un trozo de carne, sonreír y conquistar sus sueños…

En la vida de Osman no sobra drama, al contrario, le sobra material de vida para escribir. Pero su historia debe contarse con prudencia porque viene de otro mundo. Así que digamos que nació en martes, antes de que el verano terminara, bajo el techo de unos abuelos que no conoció, llegó al mundo en una casa humilde en donde parecía que el amor suplía las carencias.



Te puede interesar: Un chef ¡Muy perro! Luis Rubén Guizar Olivares



Nació en San Pedro y fue el segundo heredero del hogar integrado por Adán Saénz Castillo, un ejemplar marroquí de cultura musulmana y María del Tránsito Dubón Vargas. Llegó a este mundo de madrugada, bajo el bullicio de los vendedores y la gente de trabajo que transitaba por la calle aún oscura.

Mucho tiempo después, se enteró de los detalles de su nacimiento, y de su infancia lo único que recuerda es que una noche, su madre, una mujer valiente y cansada del maltrato del malvado musulmán, tomó en sus brazos al pequeño Pablo, a Osman y Osman a César Antonio, su hermano mayor.

Su madre solo deseaba darles un mundo feliz, pobre, pero en paz, así que huyó con sus tres hijos a Honduras, deseaba escapar para siempre de las manos del padre de sus hijos que la mantenía en suspenso y maltrato… pero no tuvo éxito, días después su esposo la encontró y le arrebató a los tres pequeños.

Desesperada huye y llega a México, se instala en Huixtla, y en esta ciudad próspera, conoció a Enrique Espinoza, el hombre que la salvó y le entregó su amor.


Un carnicero polifacético, un caballero de sangre liviana/Foto: Cortesía


Como la historia es real, un año después el padre de los 3 pequeños muere y María del Tránsito regresa a San Pedro y recupera a sus tres hijos. Viaja con los tres pequeños a México, dispuesta a no mirar para atrás.

En Huixtla, los tres pequeños adquieren nueva nacionalidad y Enrique Espinoza, hombre cabal y responsable, se hace cargo de la madre y de sus tres hijos, dándoles una nueva vida, además de un apellido nuevo y reconociendo a los tres niños como suyos.

A César Antonio, Pablo y Osman, este buen hombre les da estudio y les enseña a trabajar, los educa con buen catecismo y los hace hombres de bien.

“-Sí este hombre no nos hubiera educado y no nos hubiera dado sobre todo protección y cariño, nuestra suerte hubiera sido otra, y no buena, pues nos trajo a esta nueva vida alejándonos de las pandillas del pueblo en donde nací”, me confía Osman en la entrevista exclusiva para Diario del Sur.

La historia es larga, así que haremos justicia a un hombre que estudió la primaria en la escuela Cuauhtémoc, la secundaria en la reconocida Benemérito de las Américas, la preparatoria en el IVEA.

Ya era un hombre de tremendas dimensiones, cualidades y virtudes, un hombre conquistador cuando se matriculó en la UVG y cursar la licenciatura en Derecho, pero la crisis comenzó apretar y tuvo que renunciar a sus sueños de convertirse en abogado. Deja la escuela y comienza a trabajar.

Viaja a Veracruz en busca de nuevas oportunidades, pero ya ve usted que el calor de Veracruz y la edad de nuestro protagonista estelar, hicieron buena combinación, así que el amor lo encontró en el mejor momento de su existencia, forma un hogar y complementa la unión con una hija, Kendell Ximena. Tenía solo 19 años.


Tuvo que renunciar a sus sueños de convertirse en abogado/Foto: Cortesía


La convivencia humana y la vida en pareja sigue siendo uno de los temas más difíciles de resolver en esta humanidad y, dos años después, aquel amor que comenzó con una fuerza telúrica, un terremoto pasional que los arrastró con la inocencia propia del amor, se separan, se acaba todo, pero siguen como amigos hasta el día de hoy.

Regresa a Huixtla, porque quien haya bebido agua de Huixtla vuelve, aunque pasen 100 años. Vuelve porque como dicen los poetas “debes volver un día al lugar en donde fuiste feliz”, y en Huixtla está su vida y su felicidad.

Siendo niño trabajó en una balconería así que comenzó a trabajar con el oficio que había aprendido, es válido anotar que en Veracruz se profesionaliza convirtiéndose en soldador industrial, así que en él la delicadeza no tiene cabida.

Se estaciona en Huixtla de vuelta porque encuentra trabajo en la construcción de la aduana, es plomero, electricista, conoce bien el trabajo de la tablaroca... todo bajo el lema de que todo lo que hace, lo hace muy bien.

-El oficio de soldador es duro-, apunta mi entrevistado, quien cansado de ser empleado y en busca de nuevos horizontes que le mejoren su existencia, decide, tras medir bien el terreno, ingresar a la catafixia de la carne.




Invierte todos sus ahorros y apoyado por un amigo que es dueño del nombre, hace poco más de un mes, decidió darle un giro a su vida abriendo una carnicería en la Avenida Rayón Norte, entre Vicente Guerrero y Porfirio Díaz, exactamente en donde hacen base los taxis que van a Tuzantán.

Compró vitrinas, congeladores, hizo una cámara fría, la ablandadora de carne, en fin, intrépido amante de las motos y de las mujeres, sin miedo y valiente, este hombre de 37 años, a quien toda la vida le ha gustado la carne fresca, está aprendiendo este oficio con mucho éxito. ¿En dónde está el éxito?

Y mientras estamos en la entrevista le grita a su compañero que le acerque un plato de un kilo, no ha dejado de asar carne desde mí llegada, bajo la mirada sospechosa de una dama de cuerpo voluptuoso que lo observa con prudencia y supongo piensa que, así como asa la carne, con tanto cariño y pasión, así desearía ser tratada alguna vez.

La vida de Osman esta llena, después de aquella separación y con una hija que hoy tiene 17 años, nunca más volvió a comprometerse, no duda que ha tenido amores, y en especial se refiere a uno, tal vez el más grande, el que vivió intensamente por 3 años y en donde perdió la voluntad, se entregó de pechito, se enamoró hasta el tuétano, pero ese es un capítulo que no tengo licencia para narrar.

Todos los reflectores están sobre él, porque verlo con el delantal, las tenazas y moverse frente al asador, es un espectáculo.

Ya instalado en su carnicería, todos los días de 6 de la mañana a 7 de la noche, este hombre que incendió las redes con su imagen viril, sexy y seductora figura, es un hombre solo, un macho inteligente con una sabiduría natural y la filosofía de amar su soledad, la que disfruta al máximo.

Su vida azarosa, el trabajo pesado, las mujeres y la fruta prohibida tal vez en una época de su existencia, graduaron su carácter, lo convirtieron hoy en un hombre transformado con filosofía propia, que no descarta que un día el amor vuelva a chamuscarlo.

A pesar del cuerpazo de gladiador, las manos de obrero y las espaldas marcadas, es un hombre sencillo, humanitario, sensible, de buen corazón, que siempre ha triunfado, y hoy, frente a su primera carnicería, disfrutan conquistar con el asador, tiene planes de un restaurante, una casa especializada en carnes y cortes al carbón, a las brasas, a fuego liviano.

Esta es la breve historia de un hombre de brazos poderosos, piel brillante, con una historia autentica, de encantadora sonrisa y unas manos que la muchacha que llegó por un kilo de carne asada, no dejó de mirar, porque para hacer el amor y asar un trozo de carne, lo que importa es la intención que guía la mano.


Recibe las noticias en tu WhatsApp, sigue estos pasos ⬇



Como todo un escorpión que nació el 19 de noviembre de 1985, Osman Espinosa Dubón, es un hombre intenso, un ejemplar que expone sus emociones de la manera más natural, es un caballero para quien el mañana no existe, es quien se deja llevar por la corriente de la vida, pareciera ser que no toma la vida en serio, lo que pasa es que su capacidad intelectual supera todo; es un hombre que en un abrir y cerrar de ojos decide, toma decisiones y se atreve.

Ese es Osman, un hombre que se forjó una historia a pulso, que ha hecho del amor lo que siempre ha querido, y quien hoy, sigue escribiendo un capítulo más.

Lo del delantal, el sombrero, el porte de ranchero seductor, es solo por fuera, en su interior, mantiene a un hombre sensible y de buen corazón.

Comentarios; morancarlos.escobar1958@gmail.com


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