/ martes 11 de diciembre de 2018

DE SU PROPIO CHOCOLATE

CARREREANDO LA CHULETA



No es de ahorita que el Poder Judicial tenga una pésima reputación, sabemos que en este país la justicia suele ser todo menos como lo marca el Artículo 17 de nuestra Constitución: pronta y expedita (libre de todo estorbo por si tenía la duda), para nadie es un secreto lo lento que puede llegar a ser un proceso y aunque a veces parezca más un “favor”, en realidad es un servicio público que el Estado está obligado a prestarnos y que como todos los demás, debería ser de calidad, eficaz y eficiente, aunque sea exactamente igual que la mayoría de los servicios públicos: ineficiente, ineficaz y de nula calidad.

Hasta aquí es como un cuento ya viejo, una realidad que se ve muy lejos que cambie al menos en el corto plazo, pero como las cosas siempre pueden empeorar, he de decirle que ahora los jueces están inmersos en un nuevo escándalo.

A raíz de una promesa de campaña que busca hacer realidad a través de la aplicación de la Ley de Remuneraciones de Servidores Públicos, hace unos días justo aquí en Chiapas, Andrés Manuel López Obrador dijo que no era posible (pero en este país todo es posible) que hubiera funcionarios públicos en el país que ganen 600 mil pesos mensuales habiendo tanta pobreza, “es una ofensa al pueblo de México y un acto de deshonestidad”.

Y no es que el hombre desconozca la división de poderes, la autonomía, pero el punto que toca es fundamental, es cuestión de respeto hacia la situación económica de una Nación sumida en la pobreza y con un muy cuestionable ejercicio de la justicia o sea, que ni cómo defenderlos.

La verdad es que le dio un palo al avispero, porque además dijo, dará un voto de confianza para que ellos también acaten aquello de que nadie gane más que el presidente, porque hasta ahora lo que han dado es un mal ejemplo al no subirse al tren de la austeridad. Y como dejando claras las cosas nomás les recordó que es el Legislativo quien aprueba el presupuesto.

Obviamente, los implicados no se quedaron callados y salieron a defender lo indefendible. Se manifestaron con un listón blanco en el brazo derecho y en la solapa y así, jueces y magistrados del Poder Judicial de la Federación (PJF) encabezaron una inédita protesta en demanda de respeto a la división de poderes y negaron de manera categórica que ganen más de 600 mil pesos al mes.

¿Le soy sincero? Me da igual si ganan 600 mil o 590 mil (y así ciertamente sería falso que ganan 600 mil, los pobres no le llegan), el punto es que no los desquitan, no se justifica, las cárceles están llenas de personas sin juicio, la mayor parte inocentes, hacen aberraciones como otorgarle más beneficios a un exgobernador señalado por desvíos de millones y millones de pesos, que a una muchacha que al defenderse de una violación mató a su agresor.

Eso por mencionar casos mediáticos, pero ejemplos hay cientos, sabemos que en este país sólo puede aspirar a la justicia “a modo” quien puede pagar.

Yo no creo que se trate de salir a defenderse de un ataque, no es una guerra, es justamente simple y llana justicia laboral. A usted mi querido lector no le pagarían ya no digamos bien, no le pagarían en lo absoluto si desempeña su trabajo a medias, con nulos resultados o con dudosos procedimientos ¿cierto? Entonces ¿por qué ellos gozan de ese privilegio?

Ahora resulta que son los mártires a sacrificar, que al señalarlos además se les está poniendo en riesgo. No es por ahí mis queridos jueces y magistrados, les pisaron los callos y obviamente les dolió, la sociedad se los ha dicho hasta el hartazgo, pero eso les va y les viene, nomás que como ahora fue el presidente entonces si ya caló, como dirían en el pueblo.

Ojalá la bulla siga, ojalá logremos que también ahí desaparezcan los grandes sueldos, prestaciones y prebendas, no es fácil, ya lo vimos, los legisladores se han agarrado hasta con los dientes para conservar lo más que se pueda, han cedido un poco o un mucho, según desde donde lo vea, pero falta y era obvio que no iba a ser de la noche a la mañana, es un proceso, de concienciación, de una mejor política, de ejemplo, de inercia, pero vamos en camino.

Dudo mucho que alguien vaya a decir ¡ay pobrecitos! Que se vaya a unir a su causa o que salga a defenderlos, nunca falta, pero en esta ocasión lo veo difícil, así que ojalá en lugar de protestar, hagan un ejercicio de autoconciencia, se den cuenta que trabajan para un pueblo tercermundista (aunque me duela), que necesita más que de sus inconformidades, de su trabajo arduo para que el aparato de justicia camine como debe ser, porque no es cosa menor, nomás nos están deteniendo la economía y el progreso.

No se trata de ponerse sus moños (o listones), se trata de ponerse la camiseta, como todos, por un país que no es en el que viven, ese es el problema, es el que por lo que se ve no conocen, el que está afuera, el de la cruda realidad, el de la justicia “a modo”. ¿Verdad que se siente refeo ser juzgado incorrectamente, a la ligera y sin más? Es nomás una probadita.


CARREREANDO LA CHULETA



No es de ahorita que el Poder Judicial tenga una pésima reputación, sabemos que en este país la justicia suele ser todo menos como lo marca el Artículo 17 de nuestra Constitución: pronta y expedita (libre de todo estorbo por si tenía la duda), para nadie es un secreto lo lento que puede llegar a ser un proceso y aunque a veces parezca más un “favor”, en realidad es un servicio público que el Estado está obligado a prestarnos y que como todos los demás, debería ser de calidad, eficaz y eficiente, aunque sea exactamente igual que la mayoría de los servicios públicos: ineficiente, ineficaz y de nula calidad.

Hasta aquí es como un cuento ya viejo, una realidad que se ve muy lejos que cambie al menos en el corto plazo, pero como las cosas siempre pueden empeorar, he de decirle que ahora los jueces están inmersos en un nuevo escándalo.

A raíz de una promesa de campaña que busca hacer realidad a través de la aplicación de la Ley de Remuneraciones de Servidores Públicos, hace unos días justo aquí en Chiapas, Andrés Manuel López Obrador dijo que no era posible (pero en este país todo es posible) que hubiera funcionarios públicos en el país que ganen 600 mil pesos mensuales habiendo tanta pobreza, “es una ofensa al pueblo de México y un acto de deshonestidad”.

Y no es que el hombre desconozca la división de poderes, la autonomía, pero el punto que toca es fundamental, es cuestión de respeto hacia la situación económica de una Nación sumida en la pobreza y con un muy cuestionable ejercicio de la justicia o sea, que ni cómo defenderlos.

La verdad es que le dio un palo al avispero, porque además dijo, dará un voto de confianza para que ellos también acaten aquello de que nadie gane más que el presidente, porque hasta ahora lo que han dado es un mal ejemplo al no subirse al tren de la austeridad. Y como dejando claras las cosas nomás les recordó que es el Legislativo quien aprueba el presupuesto.

Obviamente, los implicados no se quedaron callados y salieron a defender lo indefendible. Se manifestaron con un listón blanco en el brazo derecho y en la solapa y así, jueces y magistrados del Poder Judicial de la Federación (PJF) encabezaron una inédita protesta en demanda de respeto a la división de poderes y negaron de manera categórica que ganen más de 600 mil pesos al mes.

¿Le soy sincero? Me da igual si ganan 600 mil o 590 mil (y así ciertamente sería falso que ganan 600 mil, los pobres no le llegan), el punto es que no los desquitan, no se justifica, las cárceles están llenas de personas sin juicio, la mayor parte inocentes, hacen aberraciones como otorgarle más beneficios a un exgobernador señalado por desvíos de millones y millones de pesos, que a una muchacha que al defenderse de una violación mató a su agresor.

Eso por mencionar casos mediáticos, pero ejemplos hay cientos, sabemos que en este país sólo puede aspirar a la justicia “a modo” quien puede pagar.

Yo no creo que se trate de salir a defenderse de un ataque, no es una guerra, es justamente simple y llana justicia laboral. A usted mi querido lector no le pagarían ya no digamos bien, no le pagarían en lo absoluto si desempeña su trabajo a medias, con nulos resultados o con dudosos procedimientos ¿cierto? Entonces ¿por qué ellos gozan de ese privilegio?

Ahora resulta que son los mártires a sacrificar, que al señalarlos además se les está poniendo en riesgo. No es por ahí mis queridos jueces y magistrados, les pisaron los callos y obviamente les dolió, la sociedad se los ha dicho hasta el hartazgo, pero eso les va y les viene, nomás que como ahora fue el presidente entonces si ya caló, como dirían en el pueblo.

Ojalá la bulla siga, ojalá logremos que también ahí desaparezcan los grandes sueldos, prestaciones y prebendas, no es fácil, ya lo vimos, los legisladores se han agarrado hasta con los dientes para conservar lo más que se pueda, han cedido un poco o un mucho, según desde donde lo vea, pero falta y era obvio que no iba a ser de la noche a la mañana, es un proceso, de concienciación, de una mejor política, de ejemplo, de inercia, pero vamos en camino.

Dudo mucho que alguien vaya a decir ¡ay pobrecitos! Que se vaya a unir a su causa o que salga a defenderlos, nunca falta, pero en esta ocasión lo veo difícil, así que ojalá en lugar de protestar, hagan un ejercicio de autoconciencia, se den cuenta que trabajan para un pueblo tercermundista (aunque me duela), que necesita más que de sus inconformidades, de su trabajo arduo para que el aparato de justicia camine como debe ser, porque no es cosa menor, nomás nos están deteniendo la economía y el progreso.

No se trata de ponerse sus moños (o listones), se trata de ponerse la camiseta, como todos, por un país que no es en el que viven, ese es el problema, es el que por lo que se ve no conocen, el que está afuera, el de la cruda realidad, el de la justicia “a modo”. ¿Verdad que se siente refeo ser juzgado incorrectamente, a la ligera y sin más? Es nomás una probadita.