/ viernes 14 de junio de 2019

Hay que tener cuidado con lo que se pide


Carrereando la chuleta


Como dice la canción “el tiempo pasa”, las alcaldías en Chiapas llevan ya un tiempo considerable operando como para que las personas se den cuenta de lo que está hecho cada presidente municipal y me temo que en la mayoría de los casos los resultados no son nada halagadores.

A muchos les da enteramente lo mismo, lo que querían era llegar, aunque no sabían ni para qué, pero como siguen sin saberlo, están y como si no estuvieran, los destinos del municipio los lleva el síndico, un regidor, un secretario o quien se avive más.

Otros nomás se angustian, se quejan, lloran y dicen que las administraciones pasadas dejaron un desastre irremediable, aunque en campaña aseguraron que con un tronar de dedos eran capaces de resolver cualquier problema; ya tuvieron que aceptar que eso no era cierto, que las soluciones fáciles no existen, que todo implica trabajo, negociación, habilidad; hemos tenido tan malos políticos que pareciera que cualquiera puede serlo.

Hablando de campañas, algunos más siguen -y seguirán- en la eterna campaña, comportándose como si el poder lo ostentara alguien más, ni siquiera se han percatado de que ellos son el gobierno, la autoridad. Se toman fotos, se lucen, dan discursos, pero no hay trabajo concreto y mucho menos resultados.

Desafortunadamente son los menos los que en realidad han asumido el papel que les toca para lo que fueron electos, que han ido trabajando, aunque sea poco a poco, en aras de mejorar las condiciones de vida de los habitantes.

Siempre las expectativas son muy amplias en una elección, pero sobre todo las pasadas, tenían una carga adicional de esperanza, de cambio y no en todos los casos el saldo ha sido positivo.

El problema con esto es que los habitantes ahora están doblemente decepcionados, desanimados y por tanto sin ganas de participar en las soluciones de los problemas, lo cual, habrá que decirlo, tampoco es la mejor posición.

Ojalá esto nos enseñe que el camino no necesariamente es esperar a que los políticos electos actúen por sí mismos y como consideren habría que exigir, que todas y cada una de las promesas de campaña se cumplan, que las soluciones se den, porque si lo dejamos a la voluntad ya vemos cuáles son los resultados.

La mala memoria no abona y si no cambiamos el rumbo de las cosas ahora, se nos va a ir otro trienio y nada va a pasar, lo peor es que estaríamos condenados a fracasar también en el que sigue, no importa quien gane, simplemente porque los políticos ya se dieron cuenta de que no importa que seas un perfecto inútil, puedes llegar al poder y servirte de él, total, nadie te exige, ni te cuestiona.

Los que están en la silla como alcaldes pidieron serlo, se les concedió y se sacaron la rifa del tigre, no sabían que sería así de difícil; los que votaron por “el elegido”, “el bueno”, en muchos casos ya se dieron cuenta de que no sabían lo que estaban pidiendo y ahora quisieran que desapareciera el individuo en cuestión del poder. Los que votaron por otro siguen creyendo que las cosas serían diferentes, aunque la única verdad es que, si como ciudadanos no exigimos, no vamos a obtener los resultados que necesitamos, y que en muchos casos urgen. Hay que tener cuidado con lo que se pide, pero sobre todo, saber afrontar las consecuencias.




Carrereando la chuleta


Como dice la canción “el tiempo pasa”, las alcaldías en Chiapas llevan ya un tiempo considerable operando como para que las personas se den cuenta de lo que está hecho cada presidente municipal y me temo que en la mayoría de los casos los resultados no son nada halagadores.

A muchos les da enteramente lo mismo, lo que querían era llegar, aunque no sabían ni para qué, pero como siguen sin saberlo, están y como si no estuvieran, los destinos del municipio los lleva el síndico, un regidor, un secretario o quien se avive más.

Otros nomás se angustian, se quejan, lloran y dicen que las administraciones pasadas dejaron un desastre irremediable, aunque en campaña aseguraron que con un tronar de dedos eran capaces de resolver cualquier problema; ya tuvieron que aceptar que eso no era cierto, que las soluciones fáciles no existen, que todo implica trabajo, negociación, habilidad; hemos tenido tan malos políticos que pareciera que cualquiera puede serlo.

Hablando de campañas, algunos más siguen -y seguirán- en la eterna campaña, comportándose como si el poder lo ostentara alguien más, ni siquiera se han percatado de que ellos son el gobierno, la autoridad. Se toman fotos, se lucen, dan discursos, pero no hay trabajo concreto y mucho menos resultados.

Desafortunadamente son los menos los que en realidad han asumido el papel que les toca para lo que fueron electos, que han ido trabajando, aunque sea poco a poco, en aras de mejorar las condiciones de vida de los habitantes.

Siempre las expectativas son muy amplias en una elección, pero sobre todo las pasadas, tenían una carga adicional de esperanza, de cambio y no en todos los casos el saldo ha sido positivo.

El problema con esto es que los habitantes ahora están doblemente decepcionados, desanimados y por tanto sin ganas de participar en las soluciones de los problemas, lo cual, habrá que decirlo, tampoco es la mejor posición.

Ojalá esto nos enseñe que el camino no necesariamente es esperar a que los políticos electos actúen por sí mismos y como consideren habría que exigir, que todas y cada una de las promesas de campaña se cumplan, que las soluciones se den, porque si lo dejamos a la voluntad ya vemos cuáles son los resultados.

La mala memoria no abona y si no cambiamos el rumbo de las cosas ahora, se nos va a ir otro trienio y nada va a pasar, lo peor es que estaríamos condenados a fracasar también en el que sigue, no importa quien gane, simplemente porque los políticos ya se dieron cuenta de que no importa que seas un perfecto inútil, puedes llegar al poder y servirte de él, total, nadie te exige, ni te cuestiona.

Los que están en la silla como alcaldes pidieron serlo, se les concedió y se sacaron la rifa del tigre, no sabían que sería así de difícil; los que votaron por “el elegido”, “el bueno”, en muchos casos ya se dieron cuenta de que no sabían lo que estaban pidiendo y ahora quisieran que desapareciera el individuo en cuestión del poder. Los que votaron por otro siguen creyendo que las cosas serían diferentes, aunque la única verdad es que, si como ciudadanos no exigimos, no vamos a obtener los resultados que necesitamos, y que en muchos casos urgen. Hay que tener cuidado con lo que se pide, pero sobre todo, saber afrontar las consecuencias.