/ lunes 7 de enero de 2019

SABER HACER Y SABER SER

CARREREANDO LA CHULETA


Se nos fue el 2018 y como suele suceder en el primer mes del año, pensamos o en el mejor de los casos trabajamos, por algunos cambios, unos urgentes, otros que andamos arrastrando desde hace como tres años y otros que se nos van ocurriendo en el camino.

Probablemente el asunto laboral sea uno de ellos: encontrar trabajo, cambiarlo por uno mejor, buscar un aumento, ser emprendedor. Hace no muchos años cualquiera que supiera leer y escribir podía aspirar a un puesto que le permitiera costear sus gastos o mantener una familia, después había que tener una carrera técnica a fin de aspirar a mejores ingresos, luego una licenciatura, ahora para cualquier cosa (con cualquier sueldo) piden un posgrado, pero todo sigue cambiando.

No son sólo conocimientos, que si bien el título no los garantiza, es la señal más a la mano que se tiene, las cualidades más buscadas están comenzando a ser las “humanas”, las llamadas habilidades blandas, por ejemplo la capacidad de reacción, de resolución de problemas, de aprendizaje y es que en este mundo tecnológico vale más saber dónde buscar que conocer de memoria la respuesta, los conocimientos se siguen generando a velocidades nunca antes vistas y probablemente lo que aprendiste hace 3 años ya no sirve de nada, entonces deberás ser capaz de encontrar la nueva respuesta.

Con lo anterior viene la capacidad para adaptarse a los cambios, la curiosidad, el poder aprender nuevas funciones, procesos, prácticamente de forma autodidacta; las actitudes proactivas y creativas a la hora de resolver problemas y generar ideas innovadoras que ayuden a impulsar el crecimiento de la organización.

La habilidad para comunicarse y relacionarse son otras de las más buscadas, que se tenga además madera de líder para inspirar y empoderen a otros, capacidad de trabajar en equipo, responsabilidad, honestidad, compromiso.

Y por términos no paramos, pues también están las intrapersonales, las que dicen los expertos “nos permiten gestionarnos a nosotros mismos”, como el autocontrol, la estabilidad emocional, la autoconfianza o la resistencia a la adversidad.

Así que vistas las tendencias, más vale que vayamos revisando cómo anda nuestro “currículum humano”, viendo qué ajustes y cambios sería bueno hiciéramos a fin de no quedarnos fuera de la jugada.

Claro que también las empresas tendrán que adaptarse a lo que las nuevas generaciones de empleados están demandando, por ejemplo, el trabajo desde casa o los horarios adaptables, que todavía nos pueden parecer cosas un poco extrañas, pero hacia allá van las organizaciones en todos los rincones.

Y es que ya no se trata sólo de ofrecer buenos sueldos o prestaciones, que por supuesto siguen siendo determinantes, pero también los empleados quieren sentir que se toman en cuenta sus necesidades y conforme se vayan poniendo sobre la mesa estas opciones, será más fácil retener talentos.

Tal vez si usted nació de los ochentas hacia atrás, como yo, hay cosas que no le hagan mucho sentido, pero las nuevas generaciones ya no ven la necesidad de hacer desde una oficina exactamente lo mismo que pudieran estar realizando en la comodidad de su casa, en pijama, sin peinarse, con la comida que más les plazca a un lado, o bien una madre de familia que no tendría por qué estar entre cuatro paredes, con un horario fijo, cuando perfectamente pudiera atender su trabajo desde el celular con la facilidad de estar con sus hijos, con sus padres enfermos o simplemente combinar esas actividades con otras de índole personal sin que eso afecte su desempeño, muchos jóvenes combinan un trabajo fijo con el espíritu emprendedor, lo cual, lejos de ser una traba, puede convertirse en una gran ventaja.

Los tiempos y las exigencias ya no son las mismas y hay que adaptarse, sacarle el mayor provecho, tanto empresas como empleados, tener a la vista a un empleado no lo hace más productivo, como tampoco el limitarse a “explotar” lo que sabe, es por ello se está comenzando a valorar y aprovechar lo que se “es”.


CARREREANDO LA CHULETA


Se nos fue el 2018 y como suele suceder en el primer mes del año, pensamos o en el mejor de los casos trabajamos, por algunos cambios, unos urgentes, otros que andamos arrastrando desde hace como tres años y otros que se nos van ocurriendo en el camino.

Probablemente el asunto laboral sea uno de ellos: encontrar trabajo, cambiarlo por uno mejor, buscar un aumento, ser emprendedor. Hace no muchos años cualquiera que supiera leer y escribir podía aspirar a un puesto que le permitiera costear sus gastos o mantener una familia, después había que tener una carrera técnica a fin de aspirar a mejores ingresos, luego una licenciatura, ahora para cualquier cosa (con cualquier sueldo) piden un posgrado, pero todo sigue cambiando.

No son sólo conocimientos, que si bien el título no los garantiza, es la señal más a la mano que se tiene, las cualidades más buscadas están comenzando a ser las “humanas”, las llamadas habilidades blandas, por ejemplo la capacidad de reacción, de resolución de problemas, de aprendizaje y es que en este mundo tecnológico vale más saber dónde buscar que conocer de memoria la respuesta, los conocimientos se siguen generando a velocidades nunca antes vistas y probablemente lo que aprendiste hace 3 años ya no sirve de nada, entonces deberás ser capaz de encontrar la nueva respuesta.

Con lo anterior viene la capacidad para adaptarse a los cambios, la curiosidad, el poder aprender nuevas funciones, procesos, prácticamente de forma autodidacta; las actitudes proactivas y creativas a la hora de resolver problemas y generar ideas innovadoras que ayuden a impulsar el crecimiento de la organización.

La habilidad para comunicarse y relacionarse son otras de las más buscadas, que se tenga además madera de líder para inspirar y empoderen a otros, capacidad de trabajar en equipo, responsabilidad, honestidad, compromiso.

Y por términos no paramos, pues también están las intrapersonales, las que dicen los expertos “nos permiten gestionarnos a nosotros mismos”, como el autocontrol, la estabilidad emocional, la autoconfianza o la resistencia a la adversidad.

Así que vistas las tendencias, más vale que vayamos revisando cómo anda nuestro “currículum humano”, viendo qué ajustes y cambios sería bueno hiciéramos a fin de no quedarnos fuera de la jugada.

Claro que también las empresas tendrán que adaptarse a lo que las nuevas generaciones de empleados están demandando, por ejemplo, el trabajo desde casa o los horarios adaptables, que todavía nos pueden parecer cosas un poco extrañas, pero hacia allá van las organizaciones en todos los rincones.

Y es que ya no se trata sólo de ofrecer buenos sueldos o prestaciones, que por supuesto siguen siendo determinantes, pero también los empleados quieren sentir que se toman en cuenta sus necesidades y conforme se vayan poniendo sobre la mesa estas opciones, será más fácil retener talentos.

Tal vez si usted nació de los ochentas hacia atrás, como yo, hay cosas que no le hagan mucho sentido, pero las nuevas generaciones ya no ven la necesidad de hacer desde una oficina exactamente lo mismo que pudieran estar realizando en la comodidad de su casa, en pijama, sin peinarse, con la comida que más les plazca a un lado, o bien una madre de familia que no tendría por qué estar entre cuatro paredes, con un horario fijo, cuando perfectamente pudiera atender su trabajo desde el celular con la facilidad de estar con sus hijos, con sus padres enfermos o simplemente combinar esas actividades con otras de índole personal sin que eso afecte su desempeño, muchos jóvenes combinan un trabajo fijo con el espíritu emprendedor, lo cual, lejos de ser una traba, puede convertirse en una gran ventaja.

Los tiempos y las exigencias ya no son las mismas y hay que adaptarse, sacarle el mayor provecho, tanto empresas como empleados, tener a la vista a un empleado no lo hace más productivo, como tampoco el limitarse a “explotar” lo que sabe, es por ello se está comenzando a valorar y aprovechar lo que se “es”.