/ martes 27 de noviembre de 2018

SOY FELIZ, LUEGO EXISTO

CARREREANDO LA CHULETA


¿Ha notado la desesperación que últimamente nos persigue por ser felices? En internet y por las redes sociales hay toda clase de congresos, cursos, gurús, coaches (todo mundo quiere ser coach hoy en día), para ayudarnos a alcanzar ese estado de bienestar que pareciera haber desaparecido en la sociedad actual, pero ¿sabe cuál es la peor parte? Que algo hay de razón.

Me metí un rato en ese mundo de las buenas vibras, de las otras formas de ver el mundo y fue impactante descubrir cómo nos hemos complicado la existencia. Comenzando porque ya ni siquiera respiramos, así como lo oye, bueno no como deberíamos, profunda y pausadamente, dejando que el oxígeno entre y recorra todo nuestro cuerpo (a que me imagino con mi turbante blanco y en posición de loto sobre el pasto verde del parque). Pero no crea que es cosa menor, con el simple hecho de respirar resolveríamos o haríamos más pequeños muchos problemas de salud, por ejemplo.

¿Por qué en la escuela o en nuestra casa no nos enseñan a ser felices? Así, nomás porque sí, porque estamos, porque somos, en cambio nos meten en la cabeza que depende de algo o de alguien nuestro bienestar. Si tienes el celular de última generación entonces serás feliz, si tomas determinada bebida serás feliz, si logras un buen trabajo, un buen matrimonio y se vuelve un cuento de nunca acabar.

Coincido entonces con estas corrientes de la sonrisa perpetua, los círculos de amor y los cuadrados virtuosos (estos últimos los acabo de inventar) y efectivamente sería mucho mejor si somos felices y después nos compramos ese celular; si somos felices y después elegimos una bebida o buscamos un trabajo o nos casamos y tenemos hijos.

Suena medio absurdo pero póngase a pensar las cosas que quiere y la angustia que le genera no tenerlas, aquellos zapatos, aquella camisa, el coche, el trabajo o la pareja “ideal”, en fin, ni tiempo nos damos para voltear y apreciar lo que sí tenemos, para ser felices con ello, ojo queridos ninis, dije ser felices no conformistas.

El estrés se ha vuelto nuestro acompañante eterno y de todo le echamos la culpa, que si estamos gordos, es por estrés; si nos enfermamos, es por estrés; si no dormimos, pos seguro también es por estrés ¿y quién lo genera? Nosotros mismos nos lo fabricamos, lo buscamos y nos lo comemos. Absurdo, pero eso es lo que hacemos.

Tan absortos estamos en quién sabe qué cosas, que apenas puedo creer que haya aplicaciones móviles para que te des un tiempo para respirar, para que hagas un minuto de ejercicio, para que a determinada hora se apague la computadora ¿dónde quedó nuestra fuerza de voluntad? No existe, desapareció y más vale que la recuperemos.

Incluso en la prestigiada universidad de Yale, crearon un curso de la felicidad que resultó todo un éxito. En realidad su nombre es 'La psicología y la buena vida', cómo andaremos que días antes de que se abrieran las inscripciones ya había 300 personas interesadas y en poco tiempo ya eran más de 1,200 estudiantes, es decir, un cuarto del total de estudiantes del campus. Para darnos una idea más clara, la mayoría de clases de cátedra no supera nunca los 600 estudiantes. Se convirtió en la más popular en los 316 años de historia de la institución y consiste precisamente en enseñarle a los estudiantes cómo vivir una vida plena, satisfactoria y feliz.

¿Se da cuenta qué es lo que necesita el mundo ahora? No es oro ni tierras, simplemente queremos ser felices pero parece que ya olvidamos cómo.

Técnicas hay por todos lados, que si agradecer todo el tiempo lo que se tiene, que decretar las cosas buenas, que darse espacio para meditar, platicar con uno mismo y conocerse, incluso algunos recomiendan no escuchar noticieros, no comer carne y cosas de todo tipo que cada quien decide si le sirven o no, el punto es estamos desesperados por ser felices y aparentemente no sabemos ni por dónde empezar.

No la tenemos fácil, somos una sociedad con grandes problemas de salud; nunca se habían trabajado tantas horas por año a nivel mundial como ahora; el segundo fármaco más vendido son los antidepresivos y eso haciendo a un lado la corrupción y la violencia.

Definitivamente es mucho más fácil comprarse los zapatos de moda que hacer conciencia de las cosas que hacemos y ni nosotros sabemos por qué y ya ni hablemos de cambiar aquello que sabemos nos perjudica o aceptar que cometemos errores que se pueden convertir en oportunidades.

Nadie nos dice cómo se hace eso cuando somos pequeños, ya bien podríamos comenzar, las matemáticas y las ciencias naturales sirven, pero también la inteligencia emocional y si hubiera más gente feliz le aseguro que muchas cosas cambiarían. ¿Usted es feliz? O nomás se engaña.


CARREREANDO LA CHULETA


¿Ha notado la desesperación que últimamente nos persigue por ser felices? En internet y por las redes sociales hay toda clase de congresos, cursos, gurús, coaches (todo mundo quiere ser coach hoy en día), para ayudarnos a alcanzar ese estado de bienestar que pareciera haber desaparecido en la sociedad actual, pero ¿sabe cuál es la peor parte? Que algo hay de razón.

Me metí un rato en ese mundo de las buenas vibras, de las otras formas de ver el mundo y fue impactante descubrir cómo nos hemos complicado la existencia. Comenzando porque ya ni siquiera respiramos, así como lo oye, bueno no como deberíamos, profunda y pausadamente, dejando que el oxígeno entre y recorra todo nuestro cuerpo (a que me imagino con mi turbante blanco y en posición de loto sobre el pasto verde del parque). Pero no crea que es cosa menor, con el simple hecho de respirar resolveríamos o haríamos más pequeños muchos problemas de salud, por ejemplo.

¿Por qué en la escuela o en nuestra casa no nos enseñan a ser felices? Así, nomás porque sí, porque estamos, porque somos, en cambio nos meten en la cabeza que depende de algo o de alguien nuestro bienestar. Si tienes el celular de última generación entonces serás feliz, si tomas determinada bebida serás feliz, si logras un buen trabajo, un buen matrimonio y se vuelve un cuento de nunca acabar.

Coincido entonces con estas corrientes de la sonrisa perpetua, los círculos de amor y los cuadrados virtuosos (estos últimos los acabo de inventar) y efectivamente sería mucho mejor si somos felices y después nos compramos ese celular; si somos felices y después elegimos una bebida o buscamos un trabajo o nos casamos y tenemos hijos.

Suena medio absurdo pero póngase a pensar las cosas que quiere y la angustia que le genera no tenerlas, aquellos zapatos, aquella camisa, el coche, el trabajo o la pareja “ideal”, en fin, ni tiempo nos damos para voltear y apreciar lo que sí tenemos, para ser felices con ello, ojo queridos ninis, dije ser felices no conformistas.

El estrés se ha vuelto nuestro acompañante eterno y de todo le echamos la culpa, que si estamos gordos, es por estrés; si nos enfermamos, es por estrés; si no dormimos, pos seguro también es por estrés ¿y quién lo genera? Nosotros mismos nos lo fabricamos, lo buscamos y nos lo comemos. Absurdo, pero eso es lo que hacemos.

Tan absortos estamos en quién sabe qué cosas, que apenas puedo creer que haya aplicaciones móviles para que te des un tiempo para respirar, para que hagas un minuto de ejercicio, para que a determinada hora se apague la computadora ¿dónde quedó nuestra fuerza de voluntad? No existe, desapareció y más vale que la recuperemos.

Incluso en la prestigiada universidad de Yale, crearon un curso de la felicidad que resultó todo un éxito. En realidad su nombre es 'La psicología y la buena vida', cómo andaremos que días antes de que se abrieran las inscripciones ya había 300 personas interesadas y en poco tiempo ya eran más de 1,200 estudiantes, es decir, un cuarto del total de estudiantes del campus. Para darnos una idea más clara, la mayoría de clases de cátedra no supera nunca los 600 estudiantes. Se convirtió en la más popular en los 316 años de historia de la institución y consiste precisamente en enseñarle a los estudiantes cómo vivir una vida plena, satisfactoria y feliz.

¿Se da cuenta qué es lo que necesita el mundo ahora? No es oro ni tierras, simplemente queremos ser felices pero parece que ya olvidamos cómo.

Técnicas hay por todos lados, que si agradecer todo el tiempo lo que se tiene, que decretar las cosas buenas, que darse espacio para meditar, platicar con uno mismo y conocerse, incluso algunos recomiendan no escuchar noticieros, no comer carne y cosas de todo tipo que cada quien decide si le sirven o no, el punto es estamos desesperados por ser felices y aparentemente no sabemos ni por dónde empezar.

No la tenemos fácil, somos una sociedad con grandes problemas de salud; nunca se habían trabajado tantas horas por año a nivel mundial como ahora; el segundo fármaco más vendido son los antidepresivos y eso haciendo a un lado la corrupción y la violencia.

Definitivamente es mucho más fácil comprarse los zapatos de moda que hacer conciencia de las cosas que hacemos y ni nosotros sabemos por qué y ya ni hablemos de cambiar aquello que sabemos nos perjudica o aceptar que cometemos errores que se pueden convertir en oportunidades.

Nadie nos dice cómo se hace eso cuando somos pequeños, ya bien podríamos comenzar, las matemáticas y las ciencias naturales sirven, pero también la inteligencia emocional y si hubiera más gente feliz le aseguro que muchas cosas cambiarían. ¿Usted es feliz? O nomás se engaña.