/ martes 4 de diciembre de 2018

¡TANTO QUÉ APRENDER!

CARREREANDO LA CHULETA



Mientras dejamos que se instale el nuevo Gobierno Federal, se vaya preparando el estatal y se siga acomodando el municipal, le tengo una pregunta: ¿cuánto sabe usted de drogas? (no crea que ando cazando distribuidores), ¿de educación sexual?, ¿de acoso, de bullying y de un montón de cosas que por ser padres de familia o adultos, en teoría deberíamos conocer?

Sí somos sinceros y hablo por mí, espero a usted le vaya mejor, en la generalidad desconocemos hasta lo más esencial en asuntos que son básicos en el crecimiento de los niños y jóvenes o sea, de los que serán la sociedad futura, que por si no se ha dado cuenta, tienen justo todos esos problemas.

El Estado tiene como 50 pendientes por atender en aras de lograr un país con un mayor bienestar en todos los ámbitos y entre esos debería estar -pero no está, de ahí me preocupación- el de ayudar a la formación de los padres de familia.

Íbamos a protestar en automático, lo sé, que por la falta de tiempo, de dinero, de ganas, porque si llevamos a los chamacos a la escuela es precisamente para que no nos agobien al menos durante algunas horas (aclaro que eso no quiere decir que no los queramos), como para que de remate tengamos que ir a la escuela.

Pero vaya que nos está haciendo falta. Nos quejamos de la cantidad de mocosos que hay ya inmersos en la delincuencia, las bandas tienen miembros cada vez más jóvenes y la pregunta que todos nos hacemos es ¿y dónde están sus papás? Muchos ciertamente viven en la calle y son responsabilidad de nadie, pero la mayoría no.

La situación actual no se va a resolver con más policías, necesitaríamos uno por cada ciudadano para que fuera efectivo; leyes más severas (incluyendo el mochar manos como proponía por ahí un sujeto) tampoco sirven mientras nuestro sistema de justicia esté fincado en la corrupción, entonces y como en todo, hay que irnos a la raíz o sea, a la educación en la familia.

Me encantaría que existiera un curso que nos fuera guiando en estas problemáticas, primero que nos alertara acerca de los síntomas, pareciera obvio, pero créame, los padres de muchos de los casos de jóvenes que caen en las drogas, por ejemplo, nunca se dieron cuenta cómo o cuándo sucedió, porque para empezar son cosas a las que nos negamos, que no queremos aceptar, pero además no sabemos identificar señales que son muy claras, lo mismo pasa con el bullying, con las depresiones.

Después, que nos digan a dónde acudir, cómo pedir apoyo, dependiendo de la situación, que podamos encontrar una solución pues, tanto física (médica), como psicológica e incluso legal, porque con estos temas nos pasa como hace unos años con la violencia hacia las mujeres.

Sabíamos que existía, pero había poca información, cuando ocurría nadie sabía qué hacer, a dónde acudir; las autoridades se hacían bolas, las familias se desesperaban, no había seguimiento y de la víctima ni qué decir, volvía a serlo muchas veces más. Ahora es distinto, no es perfecto, seguimos aprendiendo, pero ya hay instancias específicas para ello, asociaciones preocupadas y ocupadas en su atención -a propósito hago un paréntesis para saludar a mi buena amiga Elsa Simón, que ha dedicado vida y recursos a estos asuntos- ya hay capacitaciones a funcionarios, información a disposición de todos para prevenir, denunciar.

Pero no hay nada de esto respecto de los problemas que aquejan a los niños y sobre todo a los jóvenes. Sería bueno que comenzáramos ya con cierta urgencia, porque cada quien jala pa’ su lado y como puede. Algunas escuelas intentan con pláticas de prevención y concienciación a los chamacos respecto de estos temas, pero sólo las reciben algunos y la problemática no se ve desde todos los ángulos, no hay una secuencia, un seguimiento y mucho menos, el involucramiento de los padres de familia y demás miembros del hogar.

Los padres de familia que se han interesado por esos temas, buscan, leen, pero no tienen el apoyo de expertos.

Así que he ahí una tarea interesante, un área de oportunidad para las asociaciones, las dedicadas a temas de salud, de jóvenes, de trastornos, pero también para los padres de familia, que bien haríamos en organizarnos, digo si lo hacemos para la rifa escolar o la graduación, deberíamos hacerlo por la salud y seguridad de nuestros hijos.

Recuerde que ninguno está exento de nada, a todos nos puede pasar, a nuestros hijos, nietos, sobrinos, vecinos, entonces nos vamos a dar cuenta de lo importante que es y para entonces las lamentaciones de nada sirven.



CARREREANDO LA CHULETA



Mientras dejamos que se instale el nuevo Gobierno Federal, se vaya preparando el estatal y se siga acomodando el municipal, le tengo una pregunta: ¿cuánto sabe usted de drogas? (no crea que ando cazando distribuidores), ¿de educación sexual?, ¿de acoso, de bullying y de un montón de cosas que por ser padres de familia o adultos, en teoría deberíamos conocer?

Sí somos sinceros y hablo por mí, espero a usted le vaya mejor, en la generalidad desconocemos hasta lo más esencial en asuntos que son básicos en el crecimiento de los niños y jóvenes o sea, de los que serán la sociedad futura, que por si no se ha dado cuenta, tienen justo todos esos problemas.

El Estado tiene como 50 pendientes por atender en aras de lograr un país con un mayor bienestar en todos los ámbitos y entre esos debería estar -pero no está, de ahí me preocupación- el de ayudar a la formación de los padres de familia.

Íbamos a protestar en automático, lo sé, que por la falta de tiempo, de dinero, de ganas, porque si llevamos a los chamacos a la escuela es precisamente para que no nos agobien al menos durante algunas horas (aclaro que eso no quiere decir que no los queramos), como para que de remate tengamos que ir a la escuela.

Pero vaya que nos está haciendo falta. Nos quejamos de la cantidad de mocosos que hay ya inmersos en la delincuencia, las bandas tienen miembros cada vez más jóvenes y la pregunta que todos nos hacemos es ¿y dónde están sus papás? Muchos ciertamente viven en la calle y son responsabilidad de nadie, pero la mayoría no.

La situación actual no se va a resolver con más policías, necesitaríamos uno por cada ciudadano para que fuera efectivo; leyes más severas (incluyendo el mochar manos como proponía por ahí un sujeto) tampoco sirven mientras nuestro sistema de justicia esté fincado en la corrupción, entonces y como en todo, hay que irnos a la raíz o sea, a la educación en la familia.

Me encantaría que existiera un curso que nos fuera guiando en estas problemáticas, primero que nos alertara acerca de los síntomas, pareciera obvio, pero créame, los padres de muchos de los casos de jóvenes que caen en las drogas, por ejemplo, nunca se dieron cuenta cómo o cuándo sucedió, porque para empezar son cosas a las que nos negamos, que no queremos aceptar, pero además no sabemos identificar señales que son muy claras, lo mismo pasa con el bullying, con las depresiones.

Después, que nos digan a dónde acudir, cómo pedir apoyo, dependiendo de la situación, que podamos encontrar una solución pues, tanto física (médica), como psicológica e incluso legal, porque con estos temas nos pasa como hace unos años con la violencia hacia las mujeres.

Sabíamos que existía, pero había poca información, cuando ocurría nadie sabía qué hacer, a dónde acudir; las autoridades se hacían bolas, las familias se desesperaban, no había seguimiento y de la víctima ni qué decir, volvía a serlo muchas veces más. Ahora es distinto, no es perfecto, seguimos aprendiendo, pero ya hay instancias específicas para ello, asociaciones preocupadas y ocupadas en su atención -a propósito hago un paréntesis para saludar a mi buena amiga Elsa Simón, que ha dedicado vida y recursos a estos asuntos- ya hay capacitaciones a funcionarios, información a disposición de todos para prevenir, denunciar.

Pero no hay nada de esto respecto de los problemas que aquejan a los niños y sobre todo a los jóvenes. Sería bueno que comenzáramos ya con cierta urgencia, porque cada quien jala pa’ su lado y como puede. Algunas escuelas intentan con pláticas de prevención y concienciación a los chamacos respecto de estos temas, pero sólo las reciben algunos y la problemática no se ve desde todos los ángulos, no hay una secuencia, un seguimiento y mucho menos, el involucramiento de los padres de familia y demás miembros del hogar.

Los padres de familia que se han interesado por esos temas, buscan, leen, pero no tienen el apoyo de expertos.

Así que he ahí una tarea interesante, un área de oportunidad para las asociaciones, las dedicadas a temas de salud, de jóvenes, de trastornos, pero también para los padres de familia, que bien haríamos en organizarnos, digo si lo hacemos para la rifa escolar o la graduación, deberíamos hacerlo por la salud y seguridad de nuestros hijos.

Recuerde que ninguno está exento de nada, a todos nos puede pasar, a nuestros hijos, nietos, sobrinos, vecinos, entonces nos vamos a dar cuenta de lo importante que es y para entonces las lamentaciones de nada sirven.