/ domingo 17 de diciembre de 2023

La voz del obispo | En Jesucristo, podemos ser testigos de la luz

1. Querida familia diocesana, escuchamos hoy en el evangelio de san Juan (Jn1,6-8.19-28): Un hombre llamado por Dios, que se llamaba Juan. El Evangelio de Juan, uniendo dos fragmentos para la lectura litúrgica, nos presenta a san Juan y su testimonio del Mesías de Dios. El primer fragmento (Jn 1.6-8) deslinda a Juan el Bautista del Mesías, él no era la luz, sino testigo de la luz. Esta diferencia, unida a su testimonio de Jesús, es fundamental para distinguir el rol del Bautista como precursor del Mesías. Juan no es el Mesías, no es la luz, no debe confundirse con el Mesías, pero tampoco es alguien ajeno a él. Su rol de quien viene a preparar el camino del Mesías, no se reduce a ser un presentador. Juan es el primer testigo de la Luz a quien viene a preparar el camino. Prepara el camino del Mesías, siendo el primero que ha incorporado a su vida el modo de vida según la nueva era que viene a inaugurar el Mesías.

¿Quién eres tú? Ésta es la pregunta. Juan el Bautista había iniciado un movimiento importante y tenía muchos seguidores. Podía, con toda tranquilidad, aprovecharse de la confusión y convertirse en el centro de la atención, como si él fuera el Mesías de Dios. Sin embargo, él no hace eso. Más aún, su respuesta reúne y clarifica todas las expectativas mesiánicas del Antiguo Testamento. Él no es el Mesías, él no es Elías y él no es el profeta. Él tiene una identidad bien definida: es hombre que ha recibido de Dios la encomienda de preparar el camino del Mesías. Más aún, sus acciones que pudieran haber sido confundidas con las del Mesías, son presentadas como acciones insuficientes comparadas con las acciones del Mesías de Dios, yo no soy digno de desatarle las correas de las sandalias. En Juan el Bautista, el primer testigo, encontramos una imagen de quienes seguimos preparando el camino del Mesías que viene a mostrarnos el amor de Dios y a vivir en medio de nosotros.


2.Tercer Domingo del mes: Jornada nacional de oración por la paz: Oremos para lograr caminos de re encuentro. Inmersos en el Adviento y con la Solemnidad de Santa María de Guadalupe, hemos vibrado en toda nuestra querida Nación -dolida por la violencia e inseguridad-, con el mensaje de compasión, que ella, la “Madre del verdadero Dios por quien se vive” dirigió a san Juan Diego: ¿No estoy yo aquí, que tengo el honor y la dicha de ser tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Acaso tienes necesidad de alguna otra cosa? Nosotros, animados con esta confianza, sabemos que es posible reconstruir el tejido social y vencer las dinámicas de violencia, caminando por los senderos del re encuentro tan necesario entre todos los hijos de esta noble Patria. Es por ello que, para este mes de diciembre, los invitamos a orar juntos para que logremos caminos de re encuentro fraterno entre todos los ciudadanos y así construyamos juntos la paz.


3. Las fiestas de guardar. Desde el catecismo de niños aprendimos a repetir que el primero de los mandamientos de la Iglesia nos invita a participar en la Santa Misa los domingos y las fiestas de guardar. Por lo mismo, nos ayuda saber cuántas y cuáles son las fiestas de guardar. En México las fiestas de guardar son cuatro: 1º de Enero celebramos a Santa María Madre de Dios; con fecha variable la Solemnidad del Cuerpo y Sangre del Señor Jesús -conocida como Jueves de Corpus-; 12 de diciembre la celebramos a Nuestra Señora de Guadalupe y 25 de diciembre celebramos la Navidad.

Todos los que somos cristianos católicos hemos de participar en la Santa Misa en estas Fiestas.


En las comunidades donde no se puede celebrar la Santa Misa, con tiempo, hemos de prepararnos a hacer la celebración de la Palabra de Dios en la que el misterio pascual se hace presente de tres formas: en el amor que nos congrega, en la palabra que escuchamos y en el orar juntos. Recordemos a los hermanos celebradores y ministros extraordinarios de la comunión que, donde sea posible distribuir la sagrada comunión, no dejemos a la comunidad sin el alimento de su Palabra y de la Eucaristía. Son fiestas de encuentro, de bendición y de regocijo para todos.


4. Flujo migratorio incesante. Quienes vivimos en la zona costera o transitamos frecuentemente estas vías de comunicación, advertimos el flujo incesante de hermanos migrantes, niños caminando o cargados por sus padres, adolescente, jóvenes y adultos, bajo el sol inclemente y el sufrimiento que lleva el caminar largas horas y sin un alimento o bebida con la cual saciar el hambre o la sed. Es lamentable cómo se sigue abusando de estos hermanos y hermanas que tienen necesidad de continuar su camino y son trasladados con costos excesivos y peligrosos bajo la mirada silenciosa y hasta cómplice de algunas autoridades.

Como familia diocesana no podemos acostumbrarnos ni mucho menos permitirnos quedarnos en el silencio o la indiferencia. Como reflexionaba en mi quinta carta pastoral, no podemos quedarnos en una actitud como quien ve sólo los problemas desde fuera, frente a una realidad humana lastimada por los abusos: “Pensemos en la actitud de quien se interroga y se coloca desde fuera, es decir desde aquella actitud de quien sólo se interroga sintiéndose fuera de la escena, y se pregunta: ¿Quiénes son los pobres? ¿Quién es la gente a la que Jesús se refiere con esta afirmación? Y permanecerá fuera en la sola discusión, sin comprometerse con nada ni con nadie. Es vivir y hacer del pequeño el sólo discurso; es la más pura actitud de quien vive ideologizado y en la ideología; no toca ni se deja tocar por la realidad” (n. 61).

Muy querida familia diocesana, no nos dejemos ganar por el cansancio o la indiferencia, sigamos haciendo, desde nuestros pobres y humildes recursos, todo y lo mejor que podamos por aliviar el dolor y sufrimiento de estos hermanos que nos necesitan.


5. Una Iglesia Sinodal en misión. El tercer tema de la Relación de Síntesis de la primera fase del Sínodo se titula: Entrar en una comunidad de fe: la iniciación cristiana. Dentro de la sección de las convergencias podemos resaltar lo siguiente: que la iniciación cristiana es el itinerario a través del cual el Señor, mediante el ministerio de la Iglesia, nos introduce en la fe pascual y en la comunión trinitaria y eclesial. Este itinerario tiene una significativa variedad de formas, según la edad en la que se hace y según los diferentes acentos, propios de las tradiciones orientales y de la occidental. Sin embargo, en él siempre se entrelazan la escucha de la Palabra y la conversión de vida, la celebración litúrgica y la incorporación a la comunidad y a la misión. Justamente por esto, el itinerario catecumenal, con la gradualidad de sus etapas y de sus pasos, es el paradigma de todo caminar eclesial juntos.


6. Las tradicionales posadas y el cuidado de la Casa Común. Hemos iniciado el camino final de preparación para celebrar el misterio del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo con las tradicionales posadas. Animo a toda la familia diocesana a retomar esta bella tradición y a no traicionarla vaciándola de significado y reduciéndola al impulso de la mercadotecnia. Los barrios son un espacio privilegiado del encuentro que habrá que favorecer. Pero también es importante que cuidemos nuestra casa común para que estos encuentros familiares y eclesiales no dañen más nuestra Casa común con las toneladas de basura que se generan por el uso de los desechables.


Encomiendo a la paternal protección de San José, custodio de las vocaciones, y al abrazo amoroso y maternal de nuestra amada Reina Inmaculada Margarita Concepción, a toda la familia diocesana.

1. Querida familia diocesana, escuchamos hoy en el evangelio de san Juan (Jn1,6-8.19-28): Un hombre llamado por Dios, que se llamaba Juan. El Evangelio de Juan, uniendo dos fragmentos para la lectura litúrgica, nos presenta a san Juan y su testimonio del Mesías de Dios. El primer fragmento (Jn 1.6-8) deslinda a Juan el Bautista del Mesías, él no era la luz, sino testigo de la luz. Esta diferencia, unida a su testimonio de Jesús, es fundamental para distinguir el rol del Bautista como precursor del Mesías. Juan no es el Mesías, no es la luz, no debe confundirse con el Mesías, pero tampoco es alguien ajeno a él. Su rol de quien viene a preparar el camino del Mesías, no se reduce a ser un presentador. Juan es el primer testigo de la Luz a quien viene a preparar el camino. Prepara el camino del Mesías, siendo el primero que ha incorporado a su vida el modo de vida según la nueva era que viene a inaugurar el Mesías.

¿Quién eres tú? Ésta es la pregunta. Juan el Bautista había iniciado un movimiento importante y tenía muchos seguidores. Podía, con toda tranquilidad, aprovecharse de la confusión y convertirse en el centro de la atención, como si él fuera el Mesías de Dios. Sin embargo, él no hace eso. Más aún, su respuesta reúne y clarifica todas las expectativas mesiánicas del Antiguo Testamento. Él no es el Mesías, él no es Elías y él no es el profeta. Él tiene una identidad bien definida: es hombre que ha recibido de Dios la encomienda de preparar el camino del Mesías. Más aún, sus acciones que pudieran haber sido confundidas con las del Mesías, son presentadas como acciones insuficientes comparadas con las acciones del Mesías de Dios, yo no soy digno de desatarle las correas de las sandalias. En Juan el Bautista, el primer testigo, encontramos una imagen de quienes seguimos preparando el camino del Mesías que viene a mostrarnos el amor de Dios y a vivir en medio de nosotros.


2.Tercer Domingo del mes: Jornada nacional de oración por la paz: Oremos para lograr caminos de re encuentro. Inmersos en el Adviento y con la Solemnidad de Santa María de Guadalupe, hemos vibrado en toda nuestra querida Nación -dolida por la violencia e inseguridad-, con el mensaje de compasión, que ella, la “Madre del verdadero Dios por quien se vive” dirigió a san Juan Diego: ¿No estoy yo aquí, que tengo el honor y la dicha de ser tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Acaso tienes necesidad de alguna otra cosa? Nosotros, animados con esta confianza, sabemos que es posible reconstruir el tejido social y vencer las dinámicas de violencia, caminando por los senderos del re encuentro tan necesario entre todos los hijos de esta noble Patria. Es por ello que, para este mes de diciembre, los invitamos a orar juntos para que logremos caminos de re encuentro fraterno entre todos los ciudadanos y así construyamos juntos la paz.


3. Las fiestas de guardar. Desde el catecismo de niños aprendimos a repetir que el primero de los mandamientos de la Iglesia nos invita a participar en la Santa Misa los domingos y las fiestas de guardar. Por lo mismo, nos ayuda saber cuántas y cuáles son las fiestas de guardar. En México las fiestas de guardar son cuatro: 1º de Enero celebramos a Santa María Madre de Dios; con fecha variable la Solemnidad del Cuerpo y Sangre del Señor Jesús -conocida como Jueves de Corpus-; 12 de diciembre la celebramos a Nuestra Señora de Guadalupe y 25 de diciembre celebramos la Navidad.

Todos los que somos cristianos católicos hemos de participar en la Santa Misa en estas Fiestas.


En las comunidades donde no se puede celebrar la Santa Misa, con tiempo, hemos de prepararnos a hacer la celebración de la Palabra de Dios en la que el misterio pascual se hace presente de tres formas: en el amor que nos congrega, en la palabra que escuchamos y en el orar juntos. Recordemos a los hermanos celebradores y ministros extraordinarios de la comunión que, donde sea posible distribuir la sagrada comunión, no dejemos a la comunidad sin el alimento de su Palabra y de la Eucaristía. Son fiestas de encuentro, de bendición y de regocijo para todos.


4. Flujo migratorio incesante. Quienes vivimos en la zona costera o transitamos frecuentemente estas vías de comunicación, advertimos el flujo incesante de hermanos migrantes, niños caminando o cargados por sus padres, adolescente, jóvenes y adultos, bajo el sol inclemente y el sufrimiento que lleva el caminar largas horas y sin un alimento o bebida con la cual saciar el hambre o la sed. Es lamentable cómo se sigue abusando de estos hermanos y hermanas que tienen necesidad de continuar su camino y son trasladados con costos excesivos y peligrosos bajo la mirada silenciosa y hasta cómplice de algunas autoridades.

Como familia diocesana no podemos acostumbrarnos ni mucho menos permitirnos quedarnos en el silencio o la indiferencia. Como reflexionaba en mi quinta carta pastoral, no podemos quedarnos en una actitud como quien ve sólo los problemas desde fuera, frente a una realidad humana lastimada por los abusos: “Pensemos en la actitud de quien se interroga y se coloca desde fuera, es decir desde aquella actitud de quien sólo se interroga sintiéndose fuera de la escena, y se pregunta: ¿Quiénes son los pobres? ¿Quién es la gente a la que Jesús se refiere con esta afirmación? Y permanecerá fuera en la sola discusión, sin comprometerse con nada ni con nadie. Es vivir y hacer del pequeño el sólo discurso; es la más pura actitud de quien vive ideologizado y en la ideología; no toca ni se deja tocar por la realidad” (n. 61).

Muy querida familia diocesana, no nos dejemos ganar por el cansancio o la indiferencia, sigamos haciendo, desde nuestros pobres y humildes recursos, todo y lo mejor que podamos por aliviar el dolor y sufrimiento de estos hermanos que nos necesitan.


5. Una Iglesia Sinodal en misión. El tercer tema de la Relación de Síntesis de la primera fase del Sínodo se titula: Entrar en una comunidad de fe: la iniciación cristiana. Dentro de la sección de las convergencias podemos resaltar lo siguiente: que la iniciación cristiana es el itinerario a través del cual el Señor, mediante el ministerio de la Iglesia, nos introduce en la fe pascual y en la comunión trinitaria y eclesial. Este itinerario tiene una significativa variedad de formas, según la edad en la que se hace y según los diferentes acentos, propios de las tradiciones orientales y de la occidental. Sin embargo, en él siempre se entrelazan la escucha de la Palabra y la conversión de vida, la celebración litúrgica y la incorporación a la comunidad y a la misión. Justamente por esto, el itinerario catecumenal, con la gradualidad de sus etapas y de sus pasos, es el paradigma de todo caminar eclesial juntos.


6. Las tradicionales posadas y el cuidado de la Casa Común. Hemos iniciado el camino final de preparación para celebrar el misterio del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo con las tradicionales posadas. Animo a toda la familia diocesana a retomar esta bella tradición y a no traicionarla vaciándola de significado y reduciéndola al impulso de la mercadotecnia. Los barrios son un espacio privilegiado del encuentro que habrá que favorecer. Pero también es importante que cuidemos nuestra casa común para que estos encuentros familiares y eclesiales no dañen más nuestra Casa común con las toneladas de basura que se generan por el uso de los desechables.


Encomiendo a la paternal protección de San José, custodio de las vocaciones, y al abrazo amoroso y maternal de nuestra amada Reina Inmaculada Margarita Concepción, a toda la familia diocesana.