/ lunes 1 de agosto de 2022

Diócesis de Tapachula | Domingo XVIII del tiempo ordinario


1. Querida familia diocesana, en la liturgia de hoy escuchamos un fragmento tomado del evangelio de san Lucas (Lc 12,13-21) que dice: La vida de un hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea. Esta frase de San Lucas nos ayuda a entender nuestro vivir. La vida no es algo autónomo, sino algo dependiente. No es algo que podamos manejar a nuestro antojo, sino algo que depende de Dios. No somos dueños, sino administradores de nuestra vida. Sentirnos dueños de algo que no es nuestro, nos acarrea la ceguera para vivir. Quien cree que su vida depende de sus bienes y no de Dios, no puede ver la vida de los demás como algo semejante, sino como algo ajeno. El desinterés del vivir con los demás, por los demás y para los demás, parte de una visión miope de la propia existencia. Quien considera la vida como algo autónomo creará en su mente una dependencia equivocada, pensará que ésta depende de sus bienes, se olvidará deDios y de los demás y terminará viviendo fuera de la realidad: ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida.

No basta con ser pobre, ni el ser pobre es un recurso automático para una recta comprensión de realidad y para heredar el Reino. Siempre será necesario tener una disposición a la pobreza. El espíritu de pobre es la disposición consciente por la pobreza que uno elige, no la que determina el Estado. La pobreza evangélica, fruto del espíritu de pobre, es primero una actitud, luego una elección y al final un estado de vida. El Reino de los cielos se hereda con una forma concreta de vivir libre de avaricia porque la vida no depende de la abundancia de los bienes que alguien posea. La pobreza evangélica es riqueza que vale ante Dios. Líbrenos Dios de la insensatez de vivir con la confianza puesta en los bienes y no en Dios de quien depende nuestra vida.

2. Los hermanos migrantes. Dubelis es una joven venezolana que estuvo varada en una de nuestras familias parroquiales durante varios meses, esperando documentos para su libre traslado por el país con el deseo de llegar a losEstados Unidos. Hoy vive y trabaja en Miami y, gracias a Dios, le va muy bien y, con el envío de divisas, va haciéndose de un patrimonio en su tierra natal. Esto no pretende despertar ni alimentar en nuestros connacionales su sueño americano. Durante su estancia en nuestra comunidad, un domingo, después de medio día regresó visiblemente muy molesta. Su molestia era por la violencia que le provocaba el que sus líderes, los autollamados activistas, los hubieran llamado para bloquear la carretera costera durante unas horas, como medida de presión -les dijeron- para que se apresuraran a darles los documentos. Y se daba cuenta, al mismo tiempo, de que harían actos indebidos en tierra extraña y causarían incomodidad a quienes, con sacrificio, le ofrecían alimento mientras duraba la espera de los documentos para su libre traslado por nuestra patria.

Hermanos y hermanas, hijos de esta familia diocesana de Tapachula, como la historia anterior, día a día escuchamos cientos de historias entre los hermanos migrantes. Para todos nosotros es muy molesto vivir en la incertidumbre de los bloqueos carreteros a los que son obligados los migrantes por los autollamados activistas que se aprovechan del deseo de recibir pronto un documento de libre traslado. La lentitud desesperante de la autoridad civil para tramitar las solicitudes también abona este terreno susceptible de los hermanos, en el que coinciden una infinidad de intereses y ambiciones.

Con preocupación hemos visto cuánta confusión ha creado esta situación en las opiniones y pronunciamientos de la población de nuestra familia diocesana, al grado que, incluso el ánimo de algunos agentes de pastoral se ha visto confundido, contaminado y enfrentado a propósito de la presencia y atención a estos hermanos nuestros, migrantes, pobres entre los pobres. A todos les rogamos, atención, paciencia y un sincero discernimiento de la voluntad de Dios en estas circunstancias confusas, donde la caridad -nuestro rostro eclesial-pareciera sucumbir ante la ira, la violencia y la irreflexión. El ejercicio dela caridad no es discurso gastado, ni un espejismo en medio de esta situación lacerante, sino una exigencia del Evangelio que siempre ha demostrado lo cristalino y puro de la vida cristiana.

Hermanos y hermanas, no nos confundamos. Procuremos encontrar quiénes están detrás de las movilizaciones de los migrantes que ahí, donde confluyen los sentimientos más ruines y la ambición del ser humano, es donde están los responsables. Ya es tiempo, lo hemos repetido infinidad de veces y no nos vamos a cansar, que el Gobierno Federal, principal responsable, tome cartas en el asunto para poner alto a la situación permanente de violencia e injusticia que viven estos hermanos. Y por lo que a nosotros toca, nunca nos cansaremos de denunciar la injusticia que sufren, ni de tenderles una mano de hermano con algo de alimento, hasta donde podamos. Dios nos ayude en este compromiso evangélico.

3.En continuidad con el comunicado anterior inspirado en el mencionado mensaje del Papa Francisco, debemos considerar ahora que es necesario aprender a escuchar a la creación, porque entonces notaremos una especie de disonancia actual en ella. Por un lado, es un dulce canto que alaba a nuestro amado Creador; por otro, es un amargo grito que se queja de nuestro maltrato humano. Hoy me gustaría empezar a compartir con Ustedes sobre lo primero, el dulce canto de la creación que nos invita a practicar una “espiritualidad ecológica” (LS 216), atenta a la presencia de Dios en el mundo natural. Es una invitación a basar nuestra espiritualidad en la “amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal” (LS 220). Para los discípulos de Cristo, en particular, esa experiencia luminosa refuerza la conciencia de que “todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe”. Este dulce canto puede ser percibido por todos porque está impreso en todos los paisajes tan hermosos que tiene nuestra diócesis.

4.La Iglesia es promotora y artesana de la paz. Durante este mes, unidos en comunión con todas las diócesis del país, hemos orado por la paz y en sintonía con este ambiente de oración, este domingo 31 de Julio los invitamos a orar por los victimarios, aquellos que se “han olvidado que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte.” Para ellos pedimos el don de la conversión. Así mismo, también suplicamos al Buen Dios en nuestra oración, que de acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan porque son los primeros y principales responsables de procurar la paz para nuestros pueblos.

Encomiendo a la paternal protección de San José, custodio de las vocaciones, y al abrazo amoroso y maternal de nuestra amada Reina Inmaculada Margarita Concepción, a toda la familia diocesana


1. Querida familia diocesana, en la liturgia de hoy escuchamos un fragmento tomado del evangelio de san Lucas (Lc 12,13-21) que dice: La vida de un hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea. Esta frase de San Lucas nos ayuda a entender nuestro vivir. La vida no es algo autónomo, sino algo dependiente. No es algo que podamos manejar a nuestro antojo, sino algo que depende de Dios. No somos dueños, sino administradores de nuestra vida. Sentirnos dueños de algo que no es nuestro, nos acarrea la ceguera para vivir. Quien cree que su vida depende de sus bienes y no de Dios, no puede ver la vida de los demás como algo semejante, sino como algo ajeno. El desinterés del vivir con los demás, por los demás y para los demás, parte de una visión miope de la propia existencia. Quien considera la vida como algo autónomo creará en su mente una dependencia equivocada, pensará que ésta depende de sus bienes, se olvidará deDios y de los demás y terminará viviendo fuera de la realidad: ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida.

No basta con ser pobre, ni el ser pobre es un recurso automático para una recta comprensión de realidad y para heredar el Reino. Siempre será necesario tener una disposición a la pobreza. El espíritu de pobre es la disposición consciente por la pobreza que uno elige, no la que determina el Estado. La pobreza evangélica, fruto del espíritu de pobre, es primero una actitud, luego una elección y al final un estado de vida. El Reino de los cielos se hereda con una forma concreta de vivir libre de avaricia porque la vida no depende de la abundancia de los bienes que alguien posea. La pobreza evangélica es riqueza que vale ante Dios. Líbrenos Dios de la insensatez de vivir con la confianza puesta en los bienes y no en Dios de quien depende nuestra vida.

2. Los hermanos migrantes. Dubelis es una joven venezolana que estuvo varada en una de nuestras familias parroquiales durante varios meses, esperando documentos para su libre traslado por el país con el deseo de llegar a losEstados Unidos. Hoy vive y trabaja en Miami y, gracias a Dios, le va muy bien y, con el envío de divisas, va haciéndose de un patrimonio en su tierra natal. Esto no pretende despertar ni alimentar en nuestros connacionales su sueño americano. Durante su estancia en nuestra comunidad, un domingo, después de medio día regresó visiblemente muy molesta. Su molestia era por la violencia que le provocaba el que sus líderes, los autollamados activistas, los hubieran llamado para bloquear la carretera costera durante unas horas, como medida de presión -les dijeron- para que se apresuraran a darles los documentos. Y se daba cuenta, al mismo tiempo, de que harían actos indebidos en tierra extraña y causarían incomodidad a quienes, con sacrificio, le ofrecían alimento mientras duraba la espera de los documentos para su libre traslado por nuestra patria.

Hermanos y hermanas, hijos de esta familia diocesana de Tapachula, como la historia anterior, día a día escuchamos cientos de historias entre los hermanos migrantes. Para todos nosotros es muy molesto vivir en la incertidumbre de los bloqueos carreteros a los que son obligados los migrantes por los autollamados activistas que se aprovechan del deseo de recibir pronto un documento de libre traslado. La lentitud desesperante de la autoridad civil para tramitar las solicitudes también abona este terreno susceptible de los hermanos, en el que coinciden una infinidad de intereses y ambiciones.

Con preocupación hemos visto cuánta confusión ha creado esta situación en las opiniones y pronunciamientos de la población de nuestra familia diocesana, al grado que, incluso el ánimo de algunos agentes de pastoral se ha visto confundido, contaminado y enfrentado a propósito de la presencia y atención a estos hermanos nuestros, migrantes, pobres entre los pobres. A todos les rogamos, atención, paciencia y un sincero discernimiento de la voluntad de Dios en estas circunstancias confusas, donde la caridad -nuestro rostro eclesial-pareciera sucumbir ante la ira, la violencia y la irreflexión. El ejercicio dela caridad no es discurso gastado, ni un espejismo en medio de esta situación lacerante, sino una exigencia del Evangelio que siempre ha demostrado lo cristalino y puro de la vida cristiana.

Hermanos y hermanas, no nos confundamos. Procuremos encontrar quiénes están detrás de las movilizaciones de los migrantes que ahí, donde confluyen los sentimientos más ruines y la ambición del ser humano, es donde están los responsables. Ya es tiempo, lo hemos repetido infinidad de veces y no nos vamos a cansar, que el Gobierno Federal, principal responsable, tome cartas en el asunto para poner alto a la situación permanente de violencia e injusticia que viven estos hermanos. Y por lo que a nosotros toca, nunca nos cansaremos de denunciar la injusticia que sufren, ni de tenderles una mano de hermano con algo de alimento, hasta donde podamos. Dios nos ayude en este compromiso evangélico.

3.En continuidad con el comunicado anterior inspirado en el mencionado mensaje del Papa Francisco, debemos considerar ahora que es necesario aprender a escuchar a la creación, porque entonces notaremos una especie de disonancia actual en ella. Por un lado, es un dulce canto que alaba a nuestro amado Creador; por otro, es un amargo grito que se queja de nuestro maltrato humano. Hoy me gustaría empezar a compartir con Ustedes sobre lo primero, el dulce canto de la creación que nos invita a practicar una “espiritualidad ecológica” (LS 216), atenta a la presencia de Dios en el mundo natural. Es una invitación a basar nuestra espiritualidad en la “amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal” (LS 220). Para los discípulos de Cristo, en particular, esa experiencia luminosa refuerza la conciencia de que “todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe”. Este dulce canto puede ser percibido por todos porque está impreso en todos los paisajes tan hermosos que tiene nuestra diócesis.

4.La Iglesia es promotora y artesana de la paz. Durante este mes, unidos en comunión con todas las diócesis del país, hemos orado por la paz y en sintonía con este ambiente de oración, este domingo 31 de Julio los invitamos a orar por los victimarios, aquellos que se “han olvidado que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte.” Para ellos pedimos el don de la conversión. Así mismo, también suplicamos al Buen Dios en nuestra oración, que de acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan porque son los primeros y principales responsables de procurar la paz para nuestros pueblos.

Encomiendo a la paternal protección de San José, custodio de las vocaciones, y al abrazo amoroso y maternal de nuestra amada Reina Inmaculada Margarita Concepción, a toda la familia diocesana